María Ruiz
Jana y Vale no titubearon al denunciar las agresiones de las que fueron objeto por parte del exdirector de Deporte Municipal, Ricardo “N”. Su vida ahora ya no es la misma; entre audiencias y un proceso exhaustivo de denuncia, decidieron no perpetuar en silencio la violencia que —desde su llegada a San Luis Potosí—, padecieron como mujeres y trabajadoras de la pasada administración capitalina.
Desde diciembre del 2020, la misoginia y la xenofobia fueron parte del acontecer diario del espacio laboral en el que se desenvolvieron estas dos deportistas de alto rendimiento extranjeras.
Lejos de su hogar, en otro país y dentro de una ciudad culturalmente distinta, su búsqueda por nuevas oportunidades se convertiría, sin saberlo, en el inicio de una experiencia tormentosa.
Romper el silencio
Casi inquebrantables, Jana y Vale recapitularon cómo fue que comenzaron a sufrir hostigamiento sexual y laboral por parte de su entonces jefe Ricardo “N”, quien hoy se encuentra vinculado a proceso.
“Fueron varios episodios los que siempre acontecían dentro del espacio laboral. Él [Ricardo “N”] se dirigía despectivamente hacia nuestra formación profesional y lo que podíamos llegar a realizar como trabajadoras en esta Dirección [de Deporte]. La primera señal o alerta roja sobre la violencia que ejercía, fueron los comentarios agresivos sobre el aspecto físico de las mujeres que laboramos en esa área”, refirió Vale.
La normalización de la violencia en este espacio de trabajo, comentaron las deportistas, era tal que, las personas que ahí laboraban aceptaban sin reproche el maltrato del exdirector. Situación que las desconcertó, pues las agresiones eran frecuentes y en más de una ocasión esta conducta vulneró su tranquilidad.
“Todos referían que era la forma de ser de Ricardo ‘N’. Nos dimos cuenta entonces que también muchas personas le temían. Era un ambiente hostil”, remarcaron.
Sin dudarlo, Jana y Vale decidieron manifestar su incomodidad ante Adriana Urbina Aguilar, entonces directora del Sistema DIF municipal y quien, en su momento, fue el enlace que meses atrás las invitara a participar en la Dirección de Deporte del Ayuntamiento de ese trienio.
“La maestra Adriana se limitó a decirnos que así era el carácter de Ricardo ‘N’. Fue así que nos dimos cuenta que la administración de Xavier Nava no haría nada al respecto”, comentaron.
Luego de ello, las violencias que enfrentaron Jana y Vale dentro de la dirección se acrecentaron. Los insultos de índole sexual, los comentarios discriminatorios y la violencia verbal se convirtieron en acciones predominantes y repetitivas por parte de Ricardo “N”, las cuales, las sobre expusieron a una situación severa de maltrato.
La violencia ejercida por el entonces director de esta área se hizo aún más notoria después de que en diciembre de 2020, Jana y Vale contrajeron el virus de Covid 19. Su escenario laboral se convirtió —en medio de una creciente pandemia—, en algo escalofriante.
El terrorismo psicológico y la desvalorización que padecieron como mujeres legitimaron, una vez más, la indefensión en la que se encontraban, ya que las insinuaciones se convirtieron en agresiones directas que cuestionaban desde su aspecto fenotípico, su origen racial, hasta el tratar de indagar aspectos de su vida personal.
“Hubo comentarios sexuales acerca de nuestro físico y en ellos estaba implícita la cosificación. Cuando sucedían estas violaciones hacia nuestro espacio laboral y vida intima, nos quedábamos un poco descolocadas, pues una no está acostumbrada a que alguien llegue y te increpe de esa manera. Nosotras incluso le comentábamos que se trataba de nuestra vida personal, pero Ricardo ‘N’ se molestaba muchísimo”, mencionaron.
El momento en que Jana y Vale se opusieron a las actitudes e insinuaciones de su agresor, comenzaron a sufrir desplazamiento laboral, segregación social y mobbing (un tipo de acoso laboral).
“Cuando no accedimos a sus peticiones nos castigaba. Nos enviaba a trabajar a sitios lejanos, donde incluso no había ni mobiliario para desempeñar nuestra labor dignamente. El personal a su cargo se acercó a nosotras al ver estas actitudes y nos advirtieron que tuviéramos mucho cuidado porque él era una persona maquiavélica”, expresó Jana.
Fue entonces que, el 14 de abril de este mismo año, ante la confrontación constante y la violencia social que imperaba dentro de su ámbito laboral, Jana y Vale fueron enviadas, según señalan, a colaborar en las jornadas de vacunación dentro de las instalaciones de la Feria Nacional Potosina (Fenapo).
Ese mismo día, tras extenuantes horas de trabajo, llegaron a su hogar para darse cuenta que alguien había ingresado para robar sus pertenencias personales y realizar diversos destrozos.
La violencia simbólica cometida en agravio de sus bienes, puntualizaron, era evidente y por consiguiente decidieron interponer una denuncia, la cual presentaron ese mismo día, sostenida con las pruebas pertinentes que incluyen material videográfico.
En medio de la coyuntura que significaba para ellas ser víctimas de agresiones sexuales en una relación de subordinación dentro de su espacio de trabajo, decidieron interponer valientemente otra denuncia el día 28 de ese mismo mes, pero ahora ante la Fiscalía Especializada para la atención de la Mujer, la Familia y Delitos Sexuales, por los actos de hostigamiento sexual ejercidos por el exdirector de Deporte.
Revictimización institucional
Tras decidir continuar con un procedimiento penal en contra de su entonces jefe, y al haber sobrellevado meses de hostigamiento y violencia de género laboral por parte del mismo, Jana y Vale decidieron llevar a cabo su primera queja ante las dependencias municipales como la Instancia de las Mujeres y la Unidad de Atención Multiagencial Puerta Violeta.
Sin embargo, la revictimización y la falta de credibilidad fueron una constante en el trato recibido por parte del personal de estas unidades de atención, ya que en lugar de salvaguardar y velar por su integridad, las cuestionaron severamente sobre los hechos de los que fueron víctimas y al mismo tiempo denegaron su queja.
Posteriormente, el 10 de mayo del presente año, las autoridades de Puerta Violeta les solicitaron acudir nuevamente a ratificar la queja, de la cual no supieron más.
“Creo que al personal de estos lugares las sobrepasó nuestro caso. Todas tenían bastante conocimiento académico sobre el tema de la violencia, pero no lo pusieron en práctica. Nos cuestionaban si teníamos pruebas de todo lo que nos sucedió. Nos sentimos revictimizadas muchas veces. Lo más horrible que nos hicieron fue que el expediente de nuestra queja se lo pasaron entre ellas, hasta llegar a manos del agresor. Tenemos las pruebas y esa acción puso en riesgo nuestras vidas”, refirieron.
Después de descubrir que el expediente que contenía su queja no cumplimentó la reserva de sus datos personales, y que su manejo se difundió de manera inadecuada a través de la Instancia Municipal de las Mujeres, el Programa Puerta Violeta, la Coordinación de Derechos Humanos y la Contraloría Interna del mismo Ayuntamiento, hasta ser remitido al agresor, por un instante, Jana y Vale se sintieron a la deriva, conscientes de que este actuar pudo derivar en una situación fatal.
A pesar de ello, continuaron firmes y dispuestas a seguir el proceso de la denuncia interpuesta ante la Fiscalía General del Estado (FGE).
Una administración con mirada patriarcal
Lastimosamente, pese a que estas deportistas de alto rendimiento denunciaron debidamente el hostigamiento y acoso sexual del que eran víctimas, la administración capitalina presidida por Xavier Nava Palacios decidió mantener en funciones al implicado.
“Nuestro agresor seguía trabajando en el área de Deporte del Ayuntamiento capitalino. Xavier Nava, meses después, declaró que era debido a que se trataba de un funcionario ejemplar, pero de antemano sabíamos que entre él y nuestro agresor había una relación de amistad”, señalaron las deportistas.
Sus derechos a una vida libre de violencia, al trato digno, a condiciones justas de trabajo y a un ambiente laboral sano —como lo marca la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del Estado de San Luis Potosí—, fueron vulnerados.
Jana y Vale continuaron con su trabajo en esta Dirección pese a que esto significaba exponerse a una sobrevictimización de las circunstancias que enfrentaban dentro de esta gestión municipal.
A mediados del mes de junio, pasaron de ser profesionistas que se desarro llaban en el ámbito del deporte social, a convertirse en empleadas de escritorio escondidas dentro de una bodega del área de Servicios Médicos Generales de la misma Unidad Administrativa Municipal, en la cual desempeñaron labores que subestimaron sus capacidades.
“Nos mandaron a una bodega donde contabilizamos recetas médicas. La violencia ahora por parte de la administración municipal pasada se convirtió en otro campo de batalla. El 15 de junio de este año, sin motivo alguno, se nos notificó que estábamos despedidas. Entonces nos enfrentamos a otro tipo de violencias”, declaró Jana.
Mujeres resilientes
El 6 de agosto de este año, a través de un comunicado de prensa, Jana y Vale decidieron hacer pública la situación de violencia que enfrentaron durante meses por parte del exdirector del Deporte Municipal.
En dicho documento solicitaron acciones contundentes por parte de las autoridades municipales y estatales, ya que las agresiones continuaron e incluso se incrementaron a pesar de ya no laborar en el mismo espacio que su presunto violentador, donde hasta ahora solo han recibido apoyo de parte del Centro de Justicia para las Mujeres (CJM) y seguimiento por parte de la nueva administración capitalina.
Por consiguiente, las secuelas derivadas de la violencia que sufrieron en todo este proceso, repercutieron de manera negativa en su acontecer diario. Sus condiciones de vida se volvieron adversas y afectaron su propia seguridad, su salud física y mental, así como también sus ingresos económicos.
“Nos quedamos sin trabajo y lo perdimos todo. Incluso un gimnasio que era parte de nuestro emprendimiento, se convirtió por un tiempo determinado en nuestro hogar. Hemos estado viviendo de vender nuestras pocas pertenencias y del apoyo que nos han brindado compañeras para poder salir adelante”, declaró Jana.
Pero en contra de todo, estas deportistas jamás desistieron. Para ellas era importante dejar un precedente en la justicia potosina, y así fue. Como resultado de su persistencia, el pasado 22 de septiembre Ricardo “N” fue vinculado a proceso por los probables delitos de hostigamiento sexual y hostigamiento sexual en concurso real con discriminación.
Esta feminización de la justicia le ha otorgado a Jana y Vale, así como a su defensora legal, la abogada Crishel Camarillo, la oportunidad de poder encaminar su proceso penal desde una perspectiva de género.
“Hay mucho por hacer, como la mejora de protocolos de atención por parte de las autoridades hacia las victimas de violencia, acoso laboral y sus derivados. Es difícil el camino, es de mucha resistencia. Queremos que nuestro caso sea un llamado para que este tipo de situaciones no continúen”, señalaron.
Actualmente, Jana y Vale continúan el curso de la denuncia.
Tras cuatro audiencias, ahora comprenden en demasía las dificultades habituales a las que se enfrentan las mujeres que deciden poner un alto a sus agresores.
“El primer paso es denunciar. Callar no debe ser una opción para nosotras, se necesitan cambios sociales que nos beneficien a las mujeres. La violencia es real y la estamos padeciendo. La sociedad tiene que recordar que una víctima habla cuando puede y no cuando quiere. Apoyemos a las mujeres que hoy enfrentan situaciones de violencia como la nuestra”, finalizaron.