Juan Carlos Ruiz Guadalajara

Por Victoriano Martínez

La resistencia contra el depredador proyecto de Minera San Xavier (MSX)que eliminó el emblemático Cerro de San Pedro y la lucha por la protección y defensa de la Sierra de San Miguelito hoy están de luto: el historiador Juan Carlos Ruiz Guadalajara murió este jueves 29 de agosto en la Ciudad de México, a la edad de 60 años.

Nacido en la capital del país, durante los últimos 23 años de su vida –sin descuidar su productiva carrera como historiador con reconocimiento global– le aportó a San Luis Potosí un activismo que ayudó a visibilizar nacional e internacionalmente el ecocidio de la minera canadiense en Cerro de San Pedro.

También, junto con su pareja, fue uno de los actores que resultaron determinantes en el rumbo que tomó la lucha por la declaratoria de Área Natural Protegida para la Sierra de San Miguelito, cuando estuvo a punto de consumarse con las grandes extensiones ambicionadas por los desarrolladores inmobiliarios excluidas del polígono definitivo.

Según le contó a José de Jesús Ortiz, colaborador de Astrolabio Diario Digital, Ruiz Guadalajara quiso ser aviador y también médico “una disciplina que le interesó inicialmente por la posibilidad de ayudar a los enfermos y dice que de haber mantenido ese deseo seguramente estaría en la sierra, organizando brigadas de salud en comunidades marginadas”.

Como estudiante, le tocó vivir la lucha por la gratuidad de la educación en los 80, encabezada por el Consejo Estudiantil Universitario (CEU), en el que convivió e inició amistad con dos personajes hoy protagónicos de la Cuarta Transformación: Claudia Sheinbaum Pardo o Jesús Ramírez Cuevas.

Para Ruiz Guadalajara, aquel fue acaso el primer movimiento victorioso en la UNAM desde la brutalidad del ‘68, y mal que bien, dejó a la Universidad resguardada de cualquier intento de mercantilización.

Tras egresar de la UNAM, cursó la Maestría en Historia en el Colegio de Michoacán, y después el Doctorado en Ciencias Sociales con especialidad en Historia en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social de Occidente (CIESAS).

Llego a la ciudad como profesor investigador del Programa de Historia del Colegio de San Luis en 2001, año en el que se incorporó como miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

Investigador nato, recorrió todas las regiones del Estado, y no tardó en identificarse con la gravedad del proyecto minero canadiense en Cerro de San Pedro, donde reconoció inmediatamente que se trataba un atentado contra la historia, la cultura y el ambiente.

“En una de mis muchas estancias en el pueblo me sale Mario Martínez Ramos, se presenta, me pregunta y me dice ‘ojalá te puedas involucrar con nosotros porque viene una minera canadiense que va a destruir todo esto’. Y me empieza a pasar información y dije ‘pero qué bestialidad es esta’”, contó Ruiz Guadalajara en Astrolabio.

Aportó al movimiento contra la MSX un discurso académico y una visión que posibilitó llevar el conflicto más allá de San Luis Potosí y tejer una red de aliados que asumieron la defensa del pueblo histórico, a pesar de la apatía de la sociedad potosina que impidió que la oposición a la minera se convirtiera en movimiento social.

El activismo que compartió con su compañera, Sonia Deotto, le permitió relacionarse con personajes clave en el actual gobierno federal como Ramírez Cuevas del movimiento estudiantil de los 80 y María Luisa Albores González del movimiento de la Unión de Cooperativas Tosepan en Puebla, lo que facilitó advertir sobre los boicoteadores de la ANP.

Sin la intervención de Ruiz Guadalajara, con el acompañamiento de la movilización que lograron los Guardianes de la Sierra, la configuración del polígono actual de la ANP Sierra de San Miguelito habría sido otra: los desarrolladores inmobiliarios, apoyados por el gobernador Ricardo Gallardo Cardona, habrían podido avanzar con sus proyectos depredadores.

La historia de Juan Carlos Ruiz Guadalajara tiene muchas perspectivas por las que se puede abordar: su papel de historiador, su activismo político y social, su pacifismo como participante del movimiento pacifista OraWorld Mandala –extensión en México de la Gujarat Vidyapith, la universidad que fundó Mahatma Gandhi–, y muchos proyectos inconclusos.

Entre ellos, desentrañar para qué sirve la historia ante el hecho de que, consideraba, “la memoria de los hechos del hombre es quizá uno de los aspectos más peligrosos de la vida social, pues está sujeto a un espacio de tremendas invenciones”.

“La historia es uno de los rincones más complejos de la mente humana, porque implica la pregunta de para qué recordar, para quién recodar, para quién reconstruir el pasado, qué objeto tiene reconstruirlo, si hay o no una enseñanza en este asunto. Es una pregunta complejísima que si me da tiempo intentaré responder en algún momento de mi carrera”.

También pensó en incursionar en la novela histórica para “escribir una ficción literaria que permita a una persona que la estudie entender una época histórica, aunque sea a través de una historia ficticia”.

“Sigo haciendo planes como si fuera a vivir 100 años”, dijo cuando ya se encontraba con un avance importante en el padecimiento que este jueves terminó con su vida: esclerosis lateral amiotrófica (ELA).

Como historiador, como activista y pacifista, y defensor de la democracia, dejó una trayectoria ejemplar.

Con su inquietud entusiasta hasta el final, cargada de proyectos, no dejará de ser un faro que oriente no sólo a quienes estuvieron cerca de él, sino a quienes estudien su biografía… quizá eso sea un esbozo de las respuestas sobre la historia que tuvo intención de desarrollar en algún momento de su carrera.


Lea la entrevista que José de Jesús Ortíz hizo a Juan Carlos Ruiz Guadalajara, publicada en dos partes en Astrolabio Diario Digital:

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