Estela Ambriz Delgado
Juan Carlos Ruiz Guadalajara, además de ser un destacado historiador, era un hombre comprometido con la lucha social y la defensa del territorio y el medio ambiente, con una impresionante lucidez e inteligencia, además de amabilidad y solidaridad, así lo describe uno de sus amigos más cercanos, el activista Enrique Rivera Sierra.
Además de su notable labor como historiador, misma que desempeñó en el Colegio de San Luis (Colsan), el investigador fue un apoyo importante para el movimiento de defensa de Cerro de San Pedro frente a la depredación de la transnacional Minera San Xavier (MSX), lo que Enrique Rivera compartió a Astrolabio.
Además de tener una gran amistad con Ruiz Guadalajara, a partir de la invitación de la también investigadora del Colsan, Martha Rivera Sierra, para que se uniera a la lucha por preservar Cerro de San Pedro alrededor de 2003, conformaron el colectivo Azul, que posteriormente se unió al Frente Amplio Opositor (FAO).
Enrique recuerda que Juan Carlos Ruiz ya venía de haber participado en la defensa de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ante la amenaza de ser privatizada, y otras luchas electorales de izquierda, por lo que ya traía esa veta.
“La forma en que Juan Carlos se insertó en el movimiento fue excepcional, le inyectó más vigor, fuerza y lucidez a la lucha (…) revisó todo lo que se estaba haciendo y contribuyó, siempre con una crítica constructiva. Contribuyó a mejorar el movimiento, le dio alcances a nivel nacional e internacional, tenía muchos contactos como historiador, pero él supo muy bien mezclar toda la academia histórica que traía con el activismo, militancia y la defensa del territorio”.
El activista narró que para romper el cerco informativo que había en el estado para que no se supiera lo que pasaba en Cerro de San Pedro más allá de la zona metropolitana, de Juan Carlos Ruiz, otros compañeros, y él fueron a la Ciudad de México, logrando tener espacio con la periodista Carmen Aristegui, revista Proceso, el periódico La Jornada y otros medios que tomaron el caso y lo hicieron noticia nacional.
“Sumado al trabajo jurídico y de activismo que realizaba Carlos Covarrubias, cierra la pinza, y el movimiento tiene una fuerza muy grande, convirtiéndose en la gran piedra en el zapato del Foxismo, y del Marcelato aquí en San Luis, sin duda fue el movimiento de Cerro de San Pedro, y todos los movimientos mineros empezaron a convertirse en uno solo, tanto a nivel nacional como a nivel América Latina (…) y en eso tuvo mucho que ver Juan Carlos”.
Asimismo, Rivera Sierra indicó que cuando tuvo que irse exiliado durante cinco años del país debido a la represión del exgobernador Marcelo de los Santos Fraga en contra del movimiento, Ruíz Guadalajara posibilitó su estadía en Montreal, Canadá, y gracias a él diversas universidades les abrieron puertas para hablar de la devastación de la minería transnacional, hicieron congresos, protestas y varias veces irrumpieron en las asambleas de la transnacional Metallica Resources, ahora New Gold, para exigir el respeto al territorio potosino y evidenciando la devastación.
“Juan Carlos no paró, ya no sólo en Cerro de San Pedro, sino varias luchas en todo el país, se convirtió en un asesor, por así decirlo, de estos movimientos a partir de la experiencia de lo que la transnacional hizo en San Luis Potosí. Los mismos defensores de agua en estados como Chiapas y Zacatecas, recurrían al compañero, que era parte de la REMA, se empezó a convertir en un historiador que supo combinar muy bien su parte de militante y activista de la defensa del territorio y la democracia”.
De igual forma, destacó que el investigador y catedrático fue un apasionado de la historia de México que desacralizó la figura de Miguel Hidalgo y Costilla, lo bajó de donde lo tenía la historia oficial y lo puso como lo que es, un luchador social, un ser humano enorme con sus luces y sombras.
“Era impresionante la lucidez, la inteligencia, la amabilidad, la solidaridad de Juan Carlos. En lo personal me ayudó muchísimo, y así también a otras personas, desinteresadamente daba la mano (…) a mi me dejó su casa seis meses cuando regresé del exilio con mi esposa, Lorena Gil y mi perrita”.
A pesar de que en sus últimos casi cinco años de vida el historiador tuvo que enfrentar una dura batalla contra la esclerosis que lo aquejaba, nunca perdió la esperanza y seguía escribiendo en La Jornada a principios de este año, además de trabajar en un libro.
“Se fue tranquilo, es un hombre que nos deja mucho. Su última gran denuncia fue la situación que se padece con este gobierno estatal, con este delincuente disfrazado de político, que es el gobernador actual. Él denunció, de las pocas voces que a nivel nacional lo vino denunciando, fue una de sus últimas luchas que dejó pendientes; invitar al pueblo potosino a abrir los ojos y sacudirse esta noche negra que vivimos ahora disfrazada de progreso, de cambio, que significa el gallardismo, y Juan Carlos fue un crítico muy puntual de todos los abusos, mentiras y corruptelas que encarna este movimiento. Fue un hombre que nunca dejó de luchar y señalarlo, un hombre valiente que vamos a extrañar”.
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