María Ruiz
La judería es una tradición viva y cambiante, una expresión cultural que se transforma; un arte popular que proviene de la cartonería que invita a la crítica y a la reflexión a través de una costumbre judío cristiana que en México, desde la época de la Colonia, evoca la muerte de un personaje bíblico y traidor, como lo fue Judas Iscariote.
Así lo explicaron los especialistas en cartonería en el conversatorio que llevó por nombre “Entre Juderos”, en el que participaron los artistas Marisa Cuevas, Manuel Alejandro Monreal Acosta, Felipe Arredondo Zamarripa, Flor del Rocío Cárdenas Alejandra Berti y Víctor Herrera, quienes además compartieron cómo es el proceso de elaboración de los Judas, el por qué de su quema y qué hay detrás de estas piezas.
Técnica y datos históricos
Si bien no existe como tal un dato certero y específico sobre cuándo y dónde comenzó en San Luis Potosí a realizarse esta práctica cultural, existen algunos vestigios en la tradición oral y escrita que explican que en el estado pudo comenzarse con el “boom” de la elaboración de estos monigotes aproximadamente entre los años 1920 y 1927.
Aunque es una expresión popular nacida en la España católica que llegó a México del siglo XVII y XVIII, no hay antecedentes claros de cómo se desarrolló en el estado.
“Sabemos por algunos documentos y breves antecedentes que pudo tener origen en los años 1920 a 1927 en algunas colonias, la principal de ellas en la Julián Carrillo; también en algunos municipios como Ahualulco. Sin embargo, antes la técnica era distinta pues se realizaban de tela de paja”.
Si bien los Judas han formado parte del imaginario colectivo mexicano desde hace ya cientos de años, el proceso de elaboración de su técnica se ha diversificado con el tiempo y se ha transformado ante las necesidades del artista que los elabora.
Una labor que se ha convertido para estos expertos en la cartonería en toda una materia de estudio y un trabajo de exploración continuo, en el que analizan los materiales, su uso, resistencia y moldeabilidad.
Sin embargo, la pieza clave para la construcción de un Judas “por ley” es el uso del carrizo, una fibra natural parecida a la corteza de la caña que sirve para formar la estructura de la figura.
Un elemento tan esencial que su búsqueda y uso se han convertido para estos cartoneros en todo un ritual de elaboración.
“Es trabajoso, pero es parte de cualquier disciplina. Yo creo que si cualquiera pudiera cortar carrizo, pelarlo, amarrarlo, empapelarlo y pegarle engrudo, pues estaría todo México lleno de cartoneros, todo México haría cartonería. Es un material difícil de manejar, pelar y controlar, pero sobre todo de buscar porque en San Luis ya hay pocos lugares en donde conseguirlo”, explicaron.
Luego de este proceso, el carrizo se empieza a moldear y para dar forma de esferas para comenzar la estructura del Judas, donde cada pieza es unida con una hilaza especial para después iniciar con la creación del personaje, con el empapelado, el modelado de las piezas y la elaboración de los detalles, para terminar con las capas de pintura y pigmentos.
Felipe Arredondo explicó que anteriormente los personajes principales que se elaboraban para Judas eran el charro, payaso, el catrín, calaveras y diablos, pero estos se han modificado con el tiempo, por lo que algunos artistas han realizado personajes políticos y hasta religiosos.
Elaboración de Judas y la censura a la crítica política, social y cultural
Si bien las figuras aluden al personaje bíblico e histórico de Judas Iscariote, el desarrollo de este arte popular en México se ha transformado; las y los creadores retoman personalidades populares y hasta impopulares para hacer una crítica consciente de la política, sociedad y cultura mexicana.
Tal es el caso de Marisa Cuevas y Alejandra Berti, quienes en las últimas semanas han enfrentado una ola de críticas por sus piezas de el pollo y Odín Patiño, obras que forman parte de la Exhibición de Judas para el XXVIII Concurso de elaboración y quema de Judas 2023.
Ellas explicaron que si bien la elaboración de Judas implica una crítica consciente sobre el entorno social, político y cultural, sus piezas iban más allá de los personajes que desarrollaron.
Para Marisa Cuevas, quien elaboró la figura de el pollo, su obra conllevó un proceso creativo en el que conjugó la popularidad de un gobernante como Ricardo Gallardo Cardona que se distingue por sus acciones populistas y declaraciones relevantes, características que quiso retomar en su pieza.
“La verdad no la elaboré con el afán de ofender a nadie, solo buscaba una personaje popular que llamara atención. Hice un ejercicio y pregunté qué era lo más popular en San Luis Potosí y me dijeron ‘El Pollo’. Entonces empecé a investigar, me di cuenta que daba despensas y por eso puse ese elemento, luego recordé el escándalo del árbol navideño y se me hizo gracioso, por eso lo puse como una característica en sus pies, y así fui integrado cada detalle. Fue una obra realizada para divertirme, explorar otras formas de crear, nada de lo que hago es en un sentido personal y así se debe retomar”, explicó.
Por su parte, Alejandra Berti indicó que su obra es una crítica al ambiente cultural del estado, a las galerías y a las pocas oportunidades que se les da a los artistas para poder exponer su obra.
“Mi pieza es un reclamo hacia las instancias de cultura, un llamado a que sean abiertos con los artistas que merecen un espacio de difusión en sus galerías. Es una crítica a la falta de apertura y apoyo a las y los creadores potosinos que siempre buscan espacios para exponer su trabajo. En si no es contra de Odín Patiño, es contra de lo que eso representa, la inacción de los espacios culturales para apoyar a los artistas”.
Respecto a la censura de esta expresión popular, específicamente en el caso de Marisa Cuevas, en donde su obra fue retirada de la exhibición montada dentro del Museo Nacional de la Máscara, ella señaló no sentirse agredida en ningún sentido.
“Yo ya hablé con las autoridades del museo y tuvimos un acuerdo. Hay que recordar que la finalidad de un Judas y el porqué un judero elabora su pieza es para que esta sea quemada y que forme parte el jolgorio y festividad que envuelve esta tradicional fiesta de los Judas. La censura, la crítica y la exposición es parte de este proceso, pero la finalidad de mi obra es que sea quemada el Sábado de Gloria, y eso me lo prometieron las autoridades y espero que así sea”, explicó.
Ambas concordaron en que los Judas son un símbolo de la expresión social colectiva, son la prueba de lo que acontece, lo que se condena, lo que se oculta, lo que se habla, pero también es el pensamiento del artista, el análisis de su entorno y hasta un catarsis personal con deseo de inmolarlo todo.
La quema de Judas, una tradición que se niega a fenecer
Para el maestro Víctor Herrera, la elaboración de Judas y su quema es un fenómeno vivo que se adapta, sin embargo, hoy en la capital los Judas ya no se queman y solo quedan como parte de un espectáculo, lo que lo aleja poco a poco de su función tradicional.
Ya que la fiesta de Judas consiste precisamente en prender fuego a aquel personaje pérfido discípulo, asociado con la traición, la avaricia y ambición; acción que en San Luis Potosí fue modificada y que hoy en día es regulada por Protección Civil Estatal.
“Justo ahora estamos viendo Judas que y no se queman, que van tan solo a una parte del espectáculo. El Judas o la elaboración de Judas es un fenómeno que está vivo. Es algo que se va perdiendo en cuestión de tiempo, porque aquí ya no se queman, y en cuanto a la técnica y los materiales son los mismos, sin embargo hay elemento que van cambiando”, mencionó.
Por lo que el acto de la quema del Judas es esencial, es el por qué se elabora y su finalidad.
“Al final esa es la función del Judas desde hace cientos de años, por eso se cuelga de una cuerda y truena, que simula a Judas Iscariote cuando muere y se encuentra en descomposición”, explicó Felipe Arredondo.
Hoy día esta costumbre permanece vigente en diversos municipios de San Luis, donde su quema se lleva de manera tradicional como lo es en la comunidad La Flor de Mexquitic y en algunas localidades de la Huasteca potosina.
La quema de Judas es, sin duda, una tradición popular de un referente religioso que muestra de manera sarcástica la escoria de la humanidad, el orgullo del imperio y el castigo de quienes gozan de las falsedades, un evento repleto de ritualidad y costumbres.