Estela Ambriz Delgado
A pesar de que su expareja le arrancó el 80 por ciento del labio inferior, las lesiones de Katia Balderas Nava fueron calificadas por un juez como mínimas, por lo que el agresor llevará su proceso en libertad, dejándola a ella expuesta a un nuevo ataque, ya que este sigue acosándola en la calle y por medio de redes sociales.
Los hechos sucedieron el pasado 29 de septiembre de 2024, cuando su entonces pareja, Hernán, comenzó a golpearla y le mordió el lado derecho de la cara, ya con la intención de arrancarle un pedazo, por lo que ella intentó defenderse y comenzó a golpearlo, sin embargo, él se fue hacia sus labios y le arrancó aproximadamente el 80 por ciento de su labio inferior.
Posteriormente, Katia acudió a la clínica del IMSS ubicada en Cuauhtémoc, donde no pudieron hacerle la intervención que requería, dado que no había cirujanos que pudieran practicársela, por lo que tuvo que acudir a una clínica privada, en la que finalmente fue operada durante cinco horas.
Ya en proceso de recuperación, el primer juicio se dio el 1 de enero del presente año, en el cual el agresor no alegó ninguna defensa, y el 3 de enero el juez determinó que las lesiones que ella había sufrido eran mínimas, y no procedió como violencia en razón de género, bajo el argumento de que en su historial clínico no se mencionaba la mutilación, sino sólo la reconstrucción del labio.
“El juez dijo que cuando un agresor mutilaba a una persona era para hacerla ver mal ante la sociedad, pero que yo no me veía mal”.
Al agresor únicamente se le dijo que tenía tres meses para pagar por los gastos médicos de la reconstrucción de Katia, y continuará su proceso en libertad, lo que representa un enorme riesgo para ella, pues el sujeto continúa persiguiéndola en las calles y acosando por redes sociales.
“Me da miedo porque el último mensaje que me dejó me dijo que me quería ver y terminar con esto, supongo que se refiere a terminar conmigo, entonces sí la verdad temo por mi vida”.
La única “protección” que le han dado las autoridades son las medidas cautelares, que de poco o nada sirven, pues sólo acuden una vez al mes a su domicilio para ver si se encuentra bien y si el agresor no se ha acercado a ella.