Carlos Rubio
Ya no es novedad decir que para el gobierno estatal la transparencia es una basurita en el zapato que, aunque poco les estorba, mucho les molesta. Lo que sí sorprende cada vez más son los desplantes que tiene el gobernador cuando se le cuestiona sobre sus gastos y los de su administración.
Durante los primeros meses de su gobierno y todavía recientemente, veíamos a un Ricardo Gallardo Cardona que, aunque mentía, sí disimulaba un mínimo interés en transparentar obras de su gobierno. Siempre fue bajo un disfraz que todos sabíamos que portaba, pero al menos su discurso guardaba una compostura política que lo hacía salir bien librado, al menos en sus propios comunicados.
“Todo debe transparentarse, esa es la orden”, fue la acostumbrada declaración del gobernador a muchas cuestiones de opacidad en su gobierno: la compra de patrullas, la Red Metro, las obras del Parque Tangamanga, la Arena Potosí, etc.
Y aunque en su interior siempre se burló de los cuestionamientos, la mayoría de las veces al exterior mostraba un porte serio, que hasta parecía creíble.
El pasado lunes, luego de 20 minutos de preguntas que le ayudaron a explayarse sobre su gira en Medio Oriente, un reportero le cuestionó a Ricardo Gallardo el costo que este viaje le generó al erario.
¿La respuesta?
Una risilla, bastante burlona, por parte del gobernador, seguida de un “no”, dicho entre dientes, para después señalar con la mirada a otra reportera para que tomara la palabra.
Puede que la narración del hecho se quede corta, por eso la presentamos en video:
Las posturas de Ricardo Gallardo han cambiado. Ya ni si quiera busca disimular interés en el tema, por lo que se da el lujo de escuchar la pregunta y asegurarse de que todos ahí sepan que ignoró el cuestionamiento, y no sólo eso, sino que se burló del mismo.
Este es el resultado de que en casi medio sexenio no ha habido ninguna consecuencia a la opacidad que ha pregonado, y todas y cada una de sus dependencias han replicado sin chistar, a sabiendas de que no hay quien le ponga un alto.
Con su actitud tibia y carente de autonomía, la Comisión Estatal de Garantía de Acceso a la Información Pública (CEGAIP) ha sido comparsa de un gobierno que llegó para esconder todo.
El problema es que la opacidad de los gobiernos ante la nula capacidad de la CEGAIP en nada perjudica a los comisionados; si su sueldo dependiera de cada ciudadano que logra, o no, acceder a la información pública, otra cosa muy, pero muy distinta sería. Hasta el mismismo David Menchaca, en sus tiempos como comisionado presidente, hubiera ido a tocar a las oficinas de la Seduvop con tal de que entregaran los miles de contratos que esconden.
La única perjudicada aquí es la ciudadanía, con casos como este que derivan en la burla de una autoridad hacia un reportero, que además de ejercer su profesión al cuestionar, está ejerciendo un derecho humano. Dos hechos que el gobernador se atreve, sin ningún remordimiento, a pisotear.
Hoy, la mayoría de la CEGAIP ha sido renovada, incluida su cabeza, por lo que se espera un cambio radical sobre la manera en la que la comisión se conduce.
Está en sus manos seguir permitiendo que la autoridad tenga este tipo de desplantes con los ciudadanos, o ponerle un alto al autoritarismo con el que se conducen.
No tardará mucho en exhibirse.
Si hay algo que no se puede ocultar, es la misma opacidad.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital, con interés y experiencia en Transparencia y el Derecho de Acceso a la Información Pública. Formó parte de la tercera generación del MásterLab en edición de investigaciones organizado por Quinto Elemento Lab.