La chamarra roja del diputado Barrera

Antonio González Vázquez

En el oscuro y perverso mundo en que vive la clase política, hay ambiciones inconmensurables en pos del poder y para satisfacerlas todo es permisible.

En esa burbuja habitada por personas sin escrúpulos, los valores cívicos y los principios morales suelen pasar a segundo término.

Hasta el sótano se arrumba la congruencia, la palabra, la ideología, el sentido de lealtad y pertenencia, así como los principios, postulados y doctrinas de partido.

No hay diferencia entre políticos y partidos, les une esa ilimitada ambición por el poder. Esa avidez por un cargo público, especialmente de elección popular, es causa principal para sepultar muy hondo los valores, como el respeto a la sociedad.

Con el argumento de luchar por la democracia y por el pueblo, las y los políticos se atreven a hacer lo que se suponía imposible sin importar el desdoro.

Las alianzas partidistas o coaliciones han venido a desnudar de manera cruda a esa clase política carente de principios. Prueba de ello, es el proceso de elección de candidaturas para los comicios del 2 de junio.

En San Luis Potosí, se registraron dos coaliciones parciales: Sigamos Haciendo Historia (Morena-PVEM-PT) y Fuerza y Corazón por México (PAN-PRI-PRD).

En sus convenios determinaron el reparto de ayuntamientos y distritos locales electorales.

Como se sabe, en el municipio de la capital, la candidatura es para el PRI, al que le corresponde llevar adelante el proceso de designación.

Eso no gustó al panismo, pero esa fue la decisión y punto.

Había hasta hace unas semanas cuatro aspirantes en el blanquiazul: César Octavio Pedroza Gaitán, David Azuara Zúñiga, Héctor Mendizábal Pérez y Rubén Guajardo Barrera.

Salvo el diputado presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado, los demás se quedaron en el camino.

Oportunamente, Guajardo Barrera reclamó al PAN por haber roto un acuerdo que estipulaba que éste siglaría la candidatura en la capital. Acusó a sus dirigencias nacional y estatal, de haber negociado por debajo de la mesa en favor del PRI.

En aras de impedir un conflicto de funestas repercusiones, le abrieron las puertas en el tricolor y que, como se había dicho, la candidatura se definirá mediante encuesta.

El diputado sostuvo encuentros con Sara Rocha Medina y su virtual contrincante, Enrique Francisco Galindo Ceballos. Todo amabilidad, sonrisas y promesas de unidad democrática en la coalición.

En ese contexto, el Partido Revolucionario Institucional publicó la convocatoria para designar candidaturas a las presidencias municipales, correspondientes a los 41 ayuntamientos del convenio de coalición parcial con el PAN y PRD.

Es una convocatoria diseñada para priistas, pues está dirigida a las “personas militantes” de ese instituto político.

Ninguna de sus bases considera la participación de aspirantes externos.

El diputado del Partido Acción Nacional, Rubén Guajardo Barrera anunció su intención de participar en el proceso del tricolor y conocida la convocatoria, tiene todo en contra.

Por lo menos, tendría que acreditar su condición de “simpatizante”, lo cual resulta imposible porque es miembro y militante activo del PAN.

Durante su trayectoria política, ha sido crítico contumaz del PRI y sus gobiernos a los que una y otra vez calificó de corruptos.

De manera incongruente, hace unos días se enfundó una chamarra roja de los “revolucionarios”, como si con ello pudiera caer el olvido su postura contra el PRI.

En un acto de inconsecuencia absoluta, dijo recientemente que “hoy traigo intenciones de registrarme en el PRI”, partido al que antes vituperó como antidemocrático y fraudulento.

Más allá de eso, para registrarse al proceso priista, el panista deberá acreditar contar con alguno de los siguientes apoyos:

“Tres de entre los sectores: Agrario, Obrero y Popular y las organizaciones nacionales: Movimiento territorial, Organización Nacional de Mujeres Priistas, Red Jóvenes X México y la Asociación Nacional de la Unidad Revolucionaria; y/o 25 por ciento del total de consejeras y consejeros políticos nacionales vigentes que residan en la entidad; y/o 10 por ciento de las personas afiliadas inscritas en la Coordinación Nacional de Afiliación y Registro Partidario del Comité Ejecutivo Nacional con residencia en la entidad”.

Además, entre los documentos requeridos, está presentar “constancia expedida por la Coordinación Nacional de Afiliación y Registro Partidario del Comité Ejecutivo Nacional, mediante el cual acredite su militancia partidista”.

Guajardo Barrera tendrá que ser un “cara dura”, para presentar otro documento obligatorio en el que acredite que “ha mostrado lealtad pública con la Declaración de Principios y el Programa de Acción del Partido, así como la observación estricta de los estatutos”.

También tendrá que demostrar que está al corriente en el pago de cuotas económicas al partido y de no ser así, pagarlas con todo y multa.

Al momento del registro, deberá solicitar licencia al Congreso del Estado y mantenerse en esa condición hasta la conclusión del proceso interno.

La convocatoria marca como único día de registro de aspirantes, el 6 de febrero, de las 10 a las 16 horas. Ese día, el panista deberá presentarse en la sede del Comité Directivo del Estatal porque es un trámite “personalísimo”.

A más tardar, el día 12 de febrero, la Comisión Estatal para la Postulación de Candidaturas deberá concluir la ponderación de las y los aspirantes. El día 13, emitirá la declaratoria de validez y entregará constancia de candidaturas.

Guajardo Barrera, con el apoyo de su representante, José Guadalupe Durón Santillán, podrá salvar algunos obstáculos en la convocatoria.

Lo que no puede solventar es su enorme contradicción.

Del gobierno de Juan Manuel Carreras López, afirmó que fue “desolador” en materia de seguridad pública y corrupción. Fue un sexenio “dramático”.

Sentenció: “a los gobernantes se les juzga por sus resultados y no más por sus discursos; la promesa del más y mejor que hizo Carreras a los potosinos, simple y sencillamente no se cumplió”.

Respecto de Fernando Toranzo Fernández, acusó: “el fraude por alrededor de 155 millones de pesos en la construcción de 15 clínicas de salud entre 2014 y 2015; del caso de un gasto entre 175 y 225 millones de pesos en desayunos escolares y despensas para adultos mayores, así como la simulación de un programa para mujeres embarazadas con el que desviaron 10 millones de pesos”.

En esos casos, Guajardo Barrera, entonces secretario General Adjunto del Comité Estatal del PAN, emplazó al presidente del PRI, Martín Juárez Córdova a “defender los innumerables actos de corrupción del gobernador Toranzo”.

Y pues nada, movido por esa ilimitada ambición por la alcaldía, el panista se enfundó una chamarra roja porque quiere quedar bien con los priistas.

O la ciudadanía tendría que tragarse el cuento de que está dispuesto a sacrificarse por su honda pasión por servir a las y los capitalinos durante las 24 horas del día los 365 días de cada año.

De ese tipo de inconsecuencias están hechos las y los políticos. En el caso del PAN, Rubén Guajardo demuestra que sigue la tesis calderonista del “haiga sigo como haiga sido”.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha sido docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación durante 25 años. Además, durante 30 años se ha desempeñado como periodista en medios como El Heraldo, El Mañana de Ciudad Valles, Pulso, Milenio San Luis, Diario Digital San Luis, Librevía, La Jornada, Global Media y actualmente en Astrolabio Diario Digital y Periodismo Político.com. También ha sido corresponsal de medios nacionales como Agencia de noticias Notimex, La Jornada y Milenio.

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