Ciudad de México (28 de julio de 2016).- El que los bebés se duerman con una canción de cuna no es coincidencia y mucho menos suerte. En realidad, el efecto de estas melodías tiene algo de ciencia, pues su estructura musical consta de una secuencia específica que ayuda a la capacidad de relajamiento y a la conciliación del sueño.
Hay cuatro elementos que lo explican. En primera instancia, casi todas las canciones de este tipo son creadas con la escala pentatónica, que consta de cinco tonos dentro de una octava y es bastante común en las culturas mundiales.
Se trata de tomar únicamente una escala de cinco sonidos o notas. Es decir, en lugar de utilizar Do, Re, Mi, Fa, Sol, La y Si, sólo se crea la melodía con Do, Re, Mi, Sol y La. De tal forma que resulta muy fácil de escuchar para el bebé, explicó el director de orquesta Rodrigo Sierra Moncayo.
Otro de los aspectos fundamentales en la realización de las canciones de cuna es el compás. La mayoría de estos temas, agregó el experto, están en un compás de seis octavos, lo que permite que el ritmo de la música sea semejante al movimiento de una cuna o una mecedora.
“Muchas canciones, incluso de la música clásica, están en este tipo de compás para que simule una cuna que se mece y de esta forma arrulle al niño”, comentó.
Asimismo, es importante que la melodía tenga un efecto parecido a los latidos del corazón de sus padres. Al respecto, el músico platicó que en las canciones de cuna se usan 70 pulsaciones por minuto para simular la frecuencia cardiaca de un adulto, que es de entre 60 y 100 latidos por minuto.
“El elemento más importante de la música es el ritmo, al igual que lo es el pulso para un ser humano. Por ejemplo, durante el embarazo, los bebés escuchan miles de veces el pulso de su madre, el cual entra en armonía junto con el suyo y crean un ritmo. Así que al incluirlo en una canción, tenemos el sonido más importante y conocido para el pequeño”.
Finalmente, el músico mencionó que las notas Sol y Do son la más frecuentes en las canciones de cuna, pues su sonido está totalmente ligado a la armonía corporal. “Algunos estudios han demostrado que la nota Fa es la nota de nuestro mundo; es decir, que si pusiéramos un micrófono al planeta Tierra, vibraría en Fa. Sin embargo, el organismo está más habituado a relajarse con la frecuencia que emiten Do y Sol”.
Estos cuatro elementos son los más representativos en las canciones de cuna. No obstante, hay uno más que funciona a la perfección a la hora de dormir: la repetición. De tal forma que si en un melodía que dura cinco minutos aproximadamente, el compás de cinco notas se repite en varias veces y así consigue la relajación.
Una comparación es la meditación budista: cuando los monjes repiten un mismo mantra constantemente entran en un estado de trance. “La idea de hacer las canciones de cuna tan repetitivas es que los bebés entren en relajación profunda y consigan el sueño fácilmente”, mencionó Rodrigo Sierra.
De viva voz.
A la hora de dormir a los bebés es importante el contacto piel a piel y contar con un ambiente tranquilo, pero también el sonido es pieza clave en el proceso, pues el niño alcanza a reconocer a sus padres gracias al timbre de su voz y de las frecuencias de vibraciones que ésta genera.
Sin embargo, y pese a su funcionalidad, se ha perdido la costumbre de las canciones de cuna. “La música es una de las cosas más importantes del mundo a nivel social, pues ayuda en la interacción entre adultos y, por supuesto, en el vínculo entre padres e hijos. Creo que la pérdida del canto ha sido una pérdida humana. Ya cada vez es menos utilizada la canción de cuna, la gente prefiere cantar a los bebés la música nueva”, agregó el músico.
Fuente: Excélsior.