Abelardo Medellín Pérez
En las democracias ideales, una persona es un voto, valor invariable, y un voto es la representación material y vinculante de una opinión, el beneficio de la duda puesto en papel; por eso, nada es más abominable que ver a la ciudadanía potosina marchando a una jornada electoral en la cual, el partido en el gobierno local, ha desintegrado esa relación voto – expectativa.
A los potosinos, herederos de las luchas cívicas y sociales que se cristalizaron en eventos como la “Marcha por la Dignidad”, nos gusta creer que tenemos libertades y garantías democráticas de sobra, creemos que instituciones formalistas y políticos ruidosos son la consecuencia natural de un contexto ciudadano sano.
En el fondo creemos que, pese a las décadas de priismo, hoy lejano, victorias electorales como las del PVEM a la gubernatura del estado y las constantes alternancias en los municipios más diversos, son el claro indicador de que las elecciones responden a los intereses y posturas de la mayoría.
Esta inocente creencia nuestra pudo ser cierta hasta 2021, hoy, padecemos una realidad en la que ya no caben las suposiciones ingenuas sobre la libertad (hoy más bien poca) que gozamos.
Ricardo Gallardo Cardona y su gobierno, se han encargado de borrar toda intención de voto libre y razonado de la población, por el simple y sencillo hecho, de que al gobernador no le importa si es querido u odiado; lo único que importa en su unilateral forma de gobernar es mantener su poder sobre la gente, cueste lo que cueste.
Cueste, lo que cueste.
En las últimas semanas, la población potosina ha sido la testigo pasiva de un sin número de violaciones a los principios democráticos, todas, orquestadas desde las campañas de los candidatos más fieles al gobierno de Gallardo Cardona.
En Soledad de Graciano Sánchez se reparten despensas de gobierno en casas con lonas de candidatos del PVEM. Al interior del SEER, los altos mandos del Sistema obligan a los maestros a cuadrarse con el partido oficial. El secretario general de la Sección 26 del SNTE confiesa que ha “invitado a profesores” a apoyar a Claudia Sheinbaum y los candidatos del Gobernador. Al interior del poder ejecutivo se han denunciado presiones para que los trabajadores e la burocracia promocionen y apoyen a los candidatos oficiales. Espacios como los del Inpode y el CEDETAR, son utilizados para promocionar a la candidata del Verde a la capital. Directores y secretarios de diversas dependencias hacen presencia en los eventos donde se promueven candidatos. Porros bien entrenados por las fuerzas del Verde agreden rivales políticos y vandalizan la propaganda a la que tienen derecho sus adversarios. El gobernador constitucional del estado, por un lado, afirma su respeto a la contienda equilibrada, y por otro asiste a eventos de su administración para incitar a la gente con gritos como “¿verdad que todos somos verde?”. Habitantes de comunidades al interior de Xilitla denunciaron amenazas de parte de operadores políticos del PVEM quienes les obligan a votar por el partido a cambio de mantener los apoyos que ya tienen; situación que seguro se repite entre los cientos de grupos de WhatsApp a través de los cuales las operadoras políticas en las colonias gestionan la entrega de despensas en todo el estado.
La lista es larga y por más que se agreguen ilegalidades se queda corta, pues no cuenta con todas esas amenazas discretas, coacciones directas e interacciones violentas de las que se vale el partido del gobernador.
Los más optimistas de los ciudadanos que perciben esta realidad, afirman que la consecuencia lógica será la apatía; el ciudadano, cansado del hostigamiento simbólico y directo del cual se valen los operadores electorales del PVEM, no irá a votar. Creerá erradamente que la contienda está cantada y se ahorrará ese viaje corto a la casilla y la vergüenza de tener que votar por el partido más mañoso o el menos peor.
En un cuadro más realista, lo que podría ocurrir es que el Partido Verde obtenga lo que quiere, y no nos referimos a que logre obtener los votos que busca, sino que logrará romper el espíritu de los ciudadanos que solo le sirven para sumar votos.
Las amenazas, la inducción, la coacción, el condicionamiento de programas, la violencia política creciente en los ayuntamientos más volátiles, al final podrían vencer al ciudadano y ponerlo de rodillas frente a la urna.
Sin oposición fuerte de por medio, sin un organismo electoral más comprometido con la ciudadanía, sin un atisbo de congruencia entre los candidatos fuertes, sin organizaciones de la sociedad civil que denuncien enérgicamente las irregularidades en el proceso, pareciera que todo pinta bien para las pretensiones del gobierno.
Aun con todo lo anterior, hay que aclarar que el gobierno no pretende convertirse en un “gran hermano” que domine por medio del miedo; el líder político del Gallardismo, Gallardo Cardona, no podría vivir sin ser amado, aunque cuando gobierne pareciera disfrutar de ser temido.
En el terreno de lo práctico, el gobierno y su proyecto oficialista detrás de cada candidato del PVEM, solo intenta dinamitar y derribar uno de los requisitos fundamentales para la celebración de una elección: la incertidumbre.
Esta falta de certeza que en cualquier otra situación es una desventaja, es una necesidad primordial a la hora de realizar procesos electorales que se apeguen al resto de los principios democráticos.
Cuando nada en incierto y todo está claro, no es que los ciudadanos estén alineados naturalmente a votar por la mejor opción, eso es una mentira contada por los peores tramposos; lo que realmente ocurre cuando el resultado parece premeditadamente obvio, es que detrás hubo una intensa y bien financiada maquinaria para desbalancear el terreno de juego, violentar las normas electorales y atemorizar a la población disidente del proyecto oficial. Y eso fue justo lo que hizo Ricardo Gallardo y su administración.
La incertidumbre, valor democrático por excelencia, se ha vuelto porosa, ligera, casi inexistente en lo que respecta a las elecciones en San Luis Potosí; ello no significa necesariamente que los candidatos del gobernador van a ganar la elección, pero sin duda quiere decir que todos vamos a perder.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.