Marcela Del Muro
“Atencion autoridades!! otro fallo de puerta violeta: Si la mamá no llega muerta, no aplica para protección”, se puede leer en una publicación fechada el pasado 11 de enero, en la página de Tendedero de Deudores alimentarios SLP en Facebook.
En la planta baja del Centro Unión, siempre custodiada por varios elementos policiacos, se encuentra Puerta Violeta, un programa multiagencial para mujeres víctimas de violencia a cargo de la Coordinación de Apoyo a la Comunidad, que es parte del Sistema Municipal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF). Esta es una de las primeras denuncias públicas desde el cambio de administración municipal y el nombramiento de la actual titular del programa, Julieta Méndez Salas, quien ocupa el cargo desde el pasado 16 de octubre de 2021.
Puerta Violeta es un programa importante porque ayuda a garantizar el derecho a una vida libre de violencia para las mujeres de la capital potosina y protege las vidas de mujeres víctimas de violencia extrema y las de sus hijas e hijos, al contar con un refugio público (una instancia transitoria) abierto los 365 días del año.
“Veo que la situación se está recrudeciendo. Pero es algo que viene acumulándose, como una gran bola de nieve, desde el inicio de Puerta Violeta. Es una situación muy triste porque Puerta es un esfuerzo institucional necesario, pero esto viene de la misoginia institucional que evita que se den los recursos necesarios para atender la violencia contra las mujeres, porque se nos considera un tema secundario”, señala Emma, cuyo nombre, al igual que el resto de extrabajadoras y trabajadoras mencionadas en esta historia, ha sido cambiado por su seguridad.
Puerta Violeta para combatir la corrupción
Para comprender la decadencia de este joven programa municipal es necesario saber de dónde viene. Para eso nos regresamos hasta febrero de 2019, cuando el Gobierno Federal decidió dejar de transferir recursos presupuestales a organizaciones sociales, sindicales, civiles o movimientos ciudadanos, con el fin de frenar de tajo con intermediarios que originaran corrupción.
“Todos los apoyos serán entregados de manera directa a los beneficiarios”, señaló el presidente Andrés Manuel López Obrador. Pero en México, la mayoría de los refugios para mujeres víctimas de violencia dependen de la sociedad civil. En San Luis Potosí, el único refugio verdaderamente establecido que presta servicio a todas las mujeres del estado, es el Refugio Otra Oportunidad, una asociación civil.
Esto trajo mucho descontento. Activistas, académicas, feministas y la Red Nacional de Refugios se posicionaron contra las propuestas de la federación. “Refleja una llana concepción asistencialista a una complicada problemática que no puede subsanarse con ayuda económica directa”, señaló la Red Nacional de Refugios en su posicionamiento.
Una mujer violentada requiere ayuda y protección especializada antes de ser víctima de un delito más grave, como el feminicidio; no puede ser ayudada con dinero directo si no cuenta con una red segura que la proteja. Ante las críticas, el Gobierno Federal conservó los recursos para los refugios, pero adelantó que se crearía una estrategia para la atención de la violencia contra la mujer de la que se encargaría la Secretaría de Gobernación. Así nació el programa Puerta Violeta, que en realidad había sido creado por la asociación civil Alternativas Pacíficas en Nuevo León, donde existen siete sucursales y lleva más de 20 años operando.
Sin presupuesto asignado por la federación, el 8 de noviembre de 2019 abrió la primera Puerta Violeta fuera de su estado de origen, en Puruándiro, Michoacán; la segunda llegó el 15 de noviembre en el Estado de México.
En San Luis Potosí, la federación presentó el proyecto en julio de 2019. “Insistieron mucho en que tenemos una Alerta de Violencia de Género y que necesitamos activarnos como municipio. Nos dijeron que la apertura de Puerta Violeta podría traer resultados interesantes”, recuerda Adriana Urbina Aguilar, ex directora del DIF municipal, quien viajó a Monterrey para conocer mejor de qué trataba el programa y comenzó a estructurarlo y enfocarlo a las necesidades de la capital potosina. Para finales de agosto el proyecto estaba armado. Aunque es una propuesta federal, no existe un lineamiento general del programa.
Como parte de la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el 25 de noviembre de 2019 el Ayuntamiento capitalino inició operaciones de Puerta Violeta brindando servicios jurídicos, criminalísticos, psicológicos, médicos y de trabajo social; además del refugio temporal.
Para este último servicio, el Ayuntamiento firmó un convenio con el Refugio Otra Oportunidad. “Las mujeres solo pueden estar 72 horas, como máximo, (en un refugio público como Puerta Violeta) porque es muy arriesgado mantenerlas ahí por más tiempo. Es un lugar público”, comenta la activista Liz Rapp, fundadora y directora del Refugio Otra Oportunidad. “Si el peligro no ha disminuido, la mujer tiene que ser canalizada a nuestro refugio”, cuyo domicilio es privado y cuenta con instalaciones que pueden mantener a salvo y con comodidad a una mujer y su familia.
“Puerta Violeta nació para evitar que se siguiera revictimizando a las mujeres. Dar una buena atención integral que nos merecemos y no teníamos”, menciona Wendy Cuevas Villela, ex titular de la Coordinación de Apoyo a la Comunidad. También relata que este ambicioso programa se hizo porque no había otra área en el Ayuntamiento que diera servicio directo e integral a mujeres víctimas de violencia.
Comenzar a operar sin lo necesario
Se integró un equipo multidisciplinario conformado por, aproximadamente, 43 mujeres: abogadas, psicólogas, trabajadoras sociales, médicas y criminalistas; distribuidas en cuatro turnos. Todas profesionistas muy comprometidas y para la mayoría de ellas, Puerta Violeta fue una escuela que las especializó en el acompañamiento victimal sin haber tenido experiencia previa.
Lorena dice que Puerta Violeta se hizo a la rápida, sin prever que su personal necesitaba capacitación, además de reglamentos, protocolos de seguridad y programas de contención emocional antes de comenzar a laborar. “Tan necesario como tener formatos de oficina para dar atención a las usuarias, no existían, nosotras tuvimos que irlos creando”.
“Al principio sí fue problemático, la mayoría venían de la sociedad civil, donde no hay límites territoriales para hacer el trabajo, pero nosotras desde la función pública municipal sí lo teníamos. No podíamos atender casos de mujeres en otros municipios, se tenía que canalizar”, comenta Adriana.
Aún con los acomodos internos, entre 150 y 180 mujeres víctimas de violencia comenzaron a solicitar ayuda por mes, y se sumaban los casos anteriores que requerían seguimiento.
“Cuando llegué a Puerta Violeta ya había dado asesorías jurídicas en casos de violencia contra las mujeres, pero una cosa es dar asesoría y otra muy distinta es dar un acompañamiento jurídico integral. Nadie me dijo que tenía que tener protocolos de seguridad conmigo misma”, Emma recuerda el miedo y la angustia que sintió cuando escuchó la historia de una mujer víctima de violencia extrema. Pensó que ella debía protegerla, evitar que la mataran y le pasó su número de celular. Se creó una relación muy dependiente, donde la mujer le pedía ayuda cada vez que se sentía en peligro, incluso antes de llamar a la policía.
Ahora, Emma sabe que eso no debió de haber sido así. Pero nadie la advirtió: no tenía una superior más experimentada que le dijera que eso no se debía de hacer, no existía un manual o un reglamento que dictara las medidas de seguridad de ella y de las usuarias.
San Luis Potosí es una ciudad con altos índices de violencia contra la mujer
“La violencia contra la mujer no es perceptible para todas las personas, solo las mujeres que la experimentan y, a veces, sus círculos cercanos se dan cuenta. Trabajar ahí te cambia, te das cuenta cómo la violencia va aumentando”, comenta Sara. Pero “la violencia contra la mujer en San Luis no es lo que se piensa. Hay casos muy graves de agresiones, mucha violencia sexual contra niñas y niños, casos de trata”, agrega Noemi.
La capital de San Luis Potosí es una ciudad con índices altos de violencia contra la mujer. En 2021 ocupó el lugar 36 de 2 mil 446 municipios en México, con una incidencia de 1.33 feminicidios por cada 100 mil mujeres, indican datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Aunque Puerta Violeta es un programa municipal, mujeres de todo el estado llegan a las instalaciones buscando ayuda y protección, contaron las seis ex trabajadoras y trabajadoras entrevistadas por Astrolabio.
El 21 de junio de 2017 se declaró la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres en seis municipios de San Luis Potosí: la capital del estado, Tamuín, Ciudad Valles, Matehuala y Soledad de Graciano Sánchez. Cuando exploras las tendencias nacionales de delitos contra las mujeres, encuentras a San Luis Potosí entre los estados con cifras superiores a la media nacional. En 2021, de los 32 estados en México, San Luis Potosí ocupó el lugar 9, con 1.62 feminicidios por cada 100 mil potosinas.
Pero a Puerta Violeta no le corresponde atender a mujeres de otros municipios. En el estado existen cuatro Centros de Justicia para las Mujeres –entes estatales especializados en atender a las mujeres víctimas de violencia y garantizar su acceso a la justicia–. En julio de 2021, se inauguraron las nuevas instalaciones en la capital del estado, donde se invirtieron más de 20 millones de pesos. “Durante 2019, los Centros de Justicia para las Mujeres han atendido más de 3 mil 781 casos”, señaló Julieta Méndez, ex titular de los Centros y actual directora del programa Puerta Violeta, durante la inauguración del nuevo recinto.
Desde su arranque hasta finales de septiembre de 2021, en casi dos años de operación, Adriana Urbina señala que Puerta Violeta atendió a más de 2 mil 900 mujeres y su presupuesto aproximado fue de solo 7 millones 561 mil 354 pesos. Es decir, menos del arrendamiento de cuatro de las 92 nuevas patrullas del Ayuntamiento o aproximadamente el 38 por ciento del costo total de las nuevas instalaciones del Centro de Justicias para las Mujeres.
“Puerta fue financiado 100 por ciento por presupuesto municipal, nunca recibimos presupuesto ni estatal ni federal. Ni federal, que eran quienes propusieron el programa”, señala Adriana Urbina.
Las seis trabajadoras comentaron que en Puerta Violeta siempre hubo carencias. “Muchas veces pedíamos material o cosas que necesitábamos y no había dinero. Nunca se nos negó nada, trataban de gestionarlo con el DIF o con otras oficinas, después de un tiempo llegaban con lo que pedíamos”, cuenta Sara. Lorena señala que hubo días que “no había ni hojas para imprimir”.
Atender violencia sin contención emocional
Noemi dice que la mente siente cuando estás expuesta a mucha violencia, aunque no la estés viviendo directamente. Ella dejó de hacer ejercicio, dejó de comer bien, dejó de frecuentar a sus amigas, hasta que tuvo un quiebre. Por exceso de estrés, Lorena dejó de dormir, también cuenta como una compañera tuvo que lidiar con el bruxismo y otra más atenderse rápidamente por la parálisis facial. Emma agrega que trabajar en Puerta Violeta la rompió al punto de la depresión y apenas está recuperándose.
“Se piensa que las operadoras de justicia no tenemos secuelas al atender niveles tan altos de violencia, pero se tienen”, dice Emma, quien señala que la contención emocional debería de ser una prestación básica para las trabajadoras de Puerta Violeta, en general para todas las mujeres que atienden víctimas de violencia.
A falta de presupuesto para atender los problemas psicológicos desencadenados por el trabajo, el mismo equipo de Puerta Violeta comenzó a darse contención emocional para evitar quebrarse.
“Hay días complicados. El equipo, por lo menos donde yo estaba, hacíamos una sesión de plática y escucha. Hablábamos de todo lo que nos movía, nos dolía. A veces teníamos mucho trabajo y no podíamos hacerlo a diario, pero intentábamos”, relata Sara. “Atender casos de violencia te puede provocar un daño, pero también puede provocar que tu cerebro lo bloquee para dejar de sentirlo. Eso hace que te vuelvas insensible”.
Tanta escasez, falta de claridad y exceso de trabajo trajo desencuentros y denuncias. La mitad de las ex trabajadoras entrevistadas mencionaron haber sufrido algún episodio de violencia psicológica o laboral durante la administración pasada, pero esas situaciones se generalizaron entre la plantilla de trabajadoras con la entrada del actual Ayuntamiento.
El lugar que atiende casos de violencia se convierte en agresor
“Estuvimos un mes sin dirección. La que tomó esa responsabilidad fue Rosario Vita Hervert (coordinadora de Apoyo a la Comunidad), pero la señora era muy grosera. Solo se dirigía con las abogadas porque decía que tenían un idioma que solo ellas entendían. Se contradecía en las cosas que pedía y regañaba al personal por hacer lo que ella nos indicaba. Después entró la licenciada Julieta, también se sentía tenso el ambiente, aunque ella dijo que no quería despedir a nadie, pero los despidos siguieron”, la que narra es Katia.
Una de las últimas acciones hechas por la administración pasada fue la certificación de todo el personal que integraba Puerta Violeta, pero los despidos provocaron que las trabajadoras que quedaban tuvieran que hacer el trabajo de los puestos ausentes.
“Me tocó hacer acompañamientos que no me correspondía (porque no tenía experiencia), pero como ya no había trabajadoras sociales en el turno me mandaron a mi. Ese día me dio angustia y miedo porque no se cumplió con las normas, Julieta no autorizó que habláramos a la patrulla y nos fuimos solas en la unidad de Puerta a una colonia de alto riesgo”, platica Katia.
La nueva titular comenzó a negar servicios, no permitió la atención en el refugio y únicamente se centró en la asesoría de casos para referirlos a otras instituciones. La robusta área jurídica, con tres abogadas por turno, se quedó sin personal. El turno de la mañana es llevado solo por una abogada, convirtiendo la carga de trabajo en excesiva.
Los despidos de personal continuaron hasta que a principios de año le tocó a Katia, sin previo aviso y sin justificación, la mandaron llamar del área de recursos humanos. Hasta ahora, no la han buscado para darle su liquidación.
Fue entonces que llegaron las denuncias por redes sociales: “Si acudes a Puerta violeta y te piden que firmes un documento donde dice que tu caso no aplica para atención, NO FIRMES!!! Deja que quede constancia de que no te dieron la atención adecuada”, se lee en una publicación.
Astrolabio buscó a la titular de Puerta Violeta, Julieta Méndez, para conocer su versión de los hechos, pero hasta el momento de la publicación no se pudo concretar una cita.
“Yo busqué el acercamiento con Julieta, pero no ha regresado (al Refugio Otra Oportunidad). Lo que nos preocupa es ¿qué está pasando con todas las mujeres que nos canalizaba Puerta Violeta mes con mes?”, se pregunta Liz Rapp y menciona que desde que hubo cambio de administración municipal y estatal solo ha recibido a una mujer referida desde el Centro de Justicia para las Mujeres.
La directora del refugio narra que la mujer llegó con tres niños pequeños. Ya llevaba tres días en el refugio del Centro de Justicia. Noches que han sido muy frías y los niños no traían calcetines, estaban malcomidos. “Y mi pregunta es: ¿Por qué te esperas tres días para dar atención si la mujer está en riesgo?”.