La democracia mexicana tiene buena salud, pero requiere vigilancia: politólogo

Abelardo Medellín

Aunque la democracia y el sistema de partidos políticos mexicano goza de buena salud tras las elecciones del pasado 2 de junio y el inicio del nuevo gobierno, será necesario vigilar que los partidos coaligados no deriven en un “bloque hegemónico”, afirmó el politólogo y doctor en Estudios Latinoamericanos, Juan Mario Solís Delgadillo.

Como parte del informe final sobre las elecciones de este 2024 realizado por el Observatorio Electoral de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), el doctor Solís Delgadillo elaboró y publicó un análisis de indicadores democráticos con los que se midieron fenómenos como el número efectivo de partido (NEP), la concentración, competitividad, volatilidad electoral, polarización y fluidez partidista.

“Los indicadores de partidos y sistemas de partidos son un instrumento que tenemos en la ciencia política para medir e interpretar la realidad política a raíz de las elecciones, a raíz del comportamiento electoral de los votantes; y en buena medida nos permiten tener una fotografía de la forma que, en un momento determinado, tiene el sistema de partidos de un país, en este caso de México”, explicó Solís Delgadillo sobre el ejercicio realizado para este reporte final.

Una fotografía de la nueva democracia mexicana

El primer indicador en ser expuesto en el reporte es el Número Efectivo de Partidos (NEP), mismo que busca calcular cuántos partidos de un sistema electoral son realmente relevantes para la toma de decisiones.

“¿Qué significa eso? que, si bien en México tenemos siete partidos, los siete partidos no tienen el mismo peso y eso todo mundo lo sabemos. Hay un número de partidos menor que son los más relevantes, que son los que reparten el pastel, los que llevan la voz cantante”.

El reporte muestra que para el caso del NEP electoral, es decir, de la presidencia, el índice para México se calcula en 3.79 puntos; mientras que para el NEP parlamentario la Cámara de Diputados tiene un índice de 3.50 y el de la Cámara de Senadores es de 3.40, lo cual apuntaría a que el número de partidos relevantes en México es de entre tres y cuatro.

“Al correr la fórmula nos dice que, para lo electoral, como para los parlamentarios, estamos ubicados en la franja de los sistemas de partidos con pluralismo moderado, nos dice que son más o menos 3.5 partidos relevantes. Acá lo interesante es qué partidos son los relevantes, podemos decir que sería Morena, el Partido Verde y el Partido del Trabajo, que curiosamente son tres partidos que están coaligados y ese medio partido tal vez sea el PAN”.

El siguiente indicador es el de la concentración, que busca medir el porcentaje de votantes cuyas preferencias se inclinan por las dos fuerzas políticas de mayor relevancia; el índice oscila entre los 0 y los 100 puntos, y entre más cerca esté del puntaje máximo, se trata de sistemas de partidos con mayor concentración entre las fuerzas predominantes.

“En el caso de México tenemos una concentración de 61.56, lo que dice que es una concentración de tipo medio. ¿Qué significa eso? Que seis de cada 10 electores votaron por dos partidos principales, y hay una bolsa grande de 39 o 40 puntos porcentuales de electores que distribuyeron sus preferencias entre el resto de competidores; entonces no tenemos un grado de concentración muy alto, pero tampoco tan bajo como ocurre en países como Perú”.

Luego se expone el indicador de competitividad, que se obtiene con la diferencia del porcentaje de votos obtenido por el partido ganador, menos aquel conseguido por el más cercano competidor; tras el cálculo, se estima una escala de 0 a 100, en donde los valores más cercanos a cero mostrarían mayor competitividad y viceversa.

“En México tuvimos una competitividad de 29.47, entonces la distancia entre el primer lugar y el segundo lugar fue sideral. Sí, es una elección con todos los requisitos de una elección íntegra, pero la realidad es que fue una elección realmente sin competencia y ahí tiene mucho que ver el papel que jugó el presidente en la campaña, el nivel de cancha dispareja con la que tuvo que contender la oposición, pero también con la mala imagen y el desprestigio de la oposición, que no se presentó como una opción real creíble para poder competir en términos más serios”.

Otro de los indicadores es el de la volatilidad, tanto electoral como parlamentaria, que busca capturar el cambio neto en las preferencias electorales de los votantes de una elección a otra, o bien, el grado de lealtad de los electores hacia los partidos políticos.

“En México el cálculo de este índice de Pedersen, o de Volatilidad, nos dice que más o menos tenemos una volatilidad alrededor del 15.34 por ciento para el caso de la presidencia, el 18.20 para los diputados y el 13.04 para el caso de los senadores. Eso dice que tenemos una volatilidad media baja, en términos reales los votantes no cambiaron tan drásticamente sus preferencias de una elección a otra y eso se explica razonablemente bien con el nivel de votación que en 2018 tuvo [Andrés Manuel] López Obrador y el nivel de ventaja que tuvo Claudia Sheinbaum y los partidos de esta coalición en 2024, o sea, no hubo grandes cambios en las preferencias de los de los electores”.

El reporte presenta por igual el índice de polarización ponderada, la cual mide la distancia que separa a los partidos de un país en el espectro ideológico, y es de los más relevantes, la estabilidad, eficacia, actividad y viabilidad de un sistema democrático.

“Si tú sumas los escaños de Morena, más los del Partido del Trabajo, más los de Movimiento Ciudadano que, a priori, son tres grandes partidos de izquierda, incluso el PRD, se ubican más en ese el sector, por lo tanto sus distancias ideológicas no son muchas y el peso de sus escaños tranquilamente abarcan la mitad o poco más de la mitad. Al ponderar esa polarización, obtienes un resultado muy estrecho de más o menos 2.5, lo que te dice el indicador es que, a priori, sí es un sistema con una polarización baja”.

El reporte introduce por igual el índice de fluidez partidista, que estima el grado de estabilidad de los integrantes de un sistema de partidos, específicamente, durante el tiempo.

“En el caso mexicano, los partidos que compitieron en el 2018 compitieron en el 2024, es un sistema que no tiene fluidez, por el contrario, se puede decir de acuerdo con la literatura, es un sistema muy estable, porque la oferta partidista permanece en el tiempo, es decir, la fluidez es nula”.

Solís Delgadillo adelantó que para la próxima elección es posible que el indicador de fluidez tenga una variación mínima, debido a que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) perdió su registro y ya no contenderá, además de que se abrirá pronto la convocatoria para registrar nuevos partidos nacionales.

Finalmente el informe expone los indicadores de nacionalización de partidos y nacionalización del sistema de partidos; el primero de ellos captura la magnitud de los apoyos electorales que recibe cada partido en un territorio determinado; mientras que el segundo pondera la homogeneidad de los apoyos del total de los partidos en el sistema.

Según el reporte, Morena, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el Partido del Trabajo (PT) tienen índices que apuntan a estar altamente nacionalizados, mientras que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN) muestran estar medianamente nacionalizados.

“Tienes a Morena con una nacionalización de punto nueve, lo cual es sumamente interesante si tomamos en cuenta que la vida del partido empezó en el 2015; es un partido que en menos de 10 años ha alcanzado un nivel de nacionalización extraordinario, muy grande, en detrimento del PRI y del PAN, cuyos niveles de nacionalización, en otros tiempos, eran similares a los de Morena y ahí vemos cómo han ido perdiendo territorialización, homogeneidad en el voto, y eso habla de la desinstitucionalización del sistema de partidos por un lado, o bien, el realineamiento de electores con un partido como Morena”.

El doctor e investigador señaló que el INP del PVEM, el tercero más alto con 0.75 puntos, pudo deberse principalmente a los resultados y votos obtenidos en San Luis Potosí.

“Eso significa, de algún modo, que San Luis Potosí contribuye de manera importante a que el índice de nacionalización del Partido Verde crezca de manera significativa y que se mantenga como un partido altamente nacionalizado”.

Un sistema saludable, pero con riesgos hegemónicos

A la luz de los resultados obtenidos por Solís Delgadillo en este análisis, el investigador de la UASLP afirma que el sistema de partidos mexicano goza de “buena salud”, o al menos eso es lo que se espera de un país con los índices que tiene México actualmente.

Pese a lo anterior, explicó que será necesario vigilar el comportamiento de los partidos del oficialismo, pues si logran diferir en ciertos temas, se vería una verdadera pluralidad, de lo contrario se tratará de un bloque hegemónico que abusaría de su poder para “cambiar las reglas del juego” y poner en un predicamento a la democracia mexicana.

“Habrá que ver si estos partidos coaligados van a ser efectiva la pluralidad o van a actuar como una arrolladora, una aplanadora, que convierta en los hechos, de manera peligrosa, a este sistema de pluralismo moderado en un sistema predominante o hegemónico; esos son dos categorías no deseables para una democracia”.

El politólogo señaló que actualmente no hay condiciones para señalar o denunciar que en México existe algo como un sistema de “partido único”, fenómeno que actualmente solo se puede encontrar en países como China o Cuba.

Igualmente, habló sobre las condiciones en las que participarán los partidos de oposición en los espacios de toma de decisiones, de acuerdo con los indicadores expuestos.

“Creo que los partidos de la oposición tienen un margen escaso en cuanto al peso de su representación parlamentaria, no podemos pasar por alto que la coalición en el Gobierno tiene un grado bastante importante de sobrerrepresentación, claro, en términos reales estos partidos recibieron el 53 por ciento de la votación, pero ostentan más del 66 por ciento de los escaños en el Congreso, hay un porcentaje importante de sobrerrepresentación”.

Finalmente, Solís Delgadillo afirmó que será necesario esperar un año o un año y medio para entonces analizar el comportamiento de los partidos oficialistas al interior de las cámaras y así determinar, de forma empírica, si México entra en un estado de tendencias hegemónicas.

(El reporte completo del Observatorio Electoral sobre la cobertura mediática de las campañas y el anexo correspondiente al análisis de indicadores del sistema de partidos, puede consultarse completo en el siguiente enlace: https://www.astrolabio.com.mx/wp-content/uploads/2024/10/BOLETIN_4_web.pdf)

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