El amor es una de las fuerzas más poderosas que mueve el mundo, y hay quienes expresan este sentimiento de la forma más excéntrica y costosa. A continuación, te invitamos a descubrir la historia del Castillo de Kellie.
Las ambiciones de William Kellie Smith.
El joven William Kellie Smith nació en una pequeña aldea de Kellas, en Escocia. En 1890, cuando apenas contaba con 20 años, decidió buscar fortuna en Malasia. La idea de este emprendedor era crecer económicamente a través de la producción de caucho, que estaba en pleno apogeo en dicho país.
Pues bien, cuando Smith llegó a Malasia, se asoció con uno de los hombres más poderosos y mejor posicionados de la región, Alma Baker, gracias a lo cual, logró ingresar con éxito a la industria minera de estaño, con lo que amasó gran parte de su fortuna.
El creciente y productivo negocio de Smith creció rápidamente, lo mismo que su fortuna. Ante esto, se permitió comprar el terreno en el cual edificaría un hermoso castillo, en honor a su heredero.
Luego de adquirirlo, regresó a Escocia, donde se casó con el amor de su vida, Agnes. Al volver a Malasia, se convirtieron en orgullosos padres de una niña llamada Helen; pero ambos anhelaban concebir un hijo, un heredero que se hiciera cargo de la gran fortuna que había logrado su padre.
Un castillo en honor a Anthony.
Finalmente llegó el esperado varón: Anthony, quien acompañó la construcción del más fastuoso, moderno y elegante castillo de Malasia. Su padre celebró su nacimiento de esta manera, sin escatimar en gastos.
Smith tenía una fascinación por la cultura hindú, por lo que mandó traer de la India los más finos azulejos; su objetivo era construir el más lujoso y moderno castillo, tanto, que incluyó un ascensor, lo cual elevó considerablemente los gastos de construcción.
Pero las excentricidades de William comenzaron a no tener límites. Ordenó la construcción de pasadizos secretos que conectaran el castillo con un templo hindú que estaba relativamente cerca. Así como una cancha de tenis en el segundo piso y una gran azotea para hacer las más exclusivas reuniones.
Pero la mala suerte golpeó a William, cuando una cepa de la gripe española llegó a Malasia tras finalizar la Primera Guerra Mundial, acabando con la vida de muchos de sus trabajadores, tanto los que trabajaban en la finca, como en la construcción del castillo. Se estima que más de 70 hombres fallecieron a causa de la gripe española, por lo que la riqueza de Smith se vio profundamente afectada.
Además, se empezaron a tejer historias de una maldición que se cernía sobre el Castillo de Kellie, lo que hizo que muchos trabajadores rechazaran trabajar en la obra y esta se extendiera cada vez más.
Tristemente, ni Kellie ni su familia pudieron ver terminado el castillo de sus sueños. William Kellie Smith murió de una pulmonía en 1926, cuando se encontraba en Portugal por un viaje de negocios. Al poco tiempo, su esposa vendió la propiedad y se mudó nuevamente a Escocia junto a sus dos hijos.
La obra quedó inconclusa y al día de hoy sigue siendo un misterio. Muchos afirman que además de la maldición, también habitan las almas de los hombres que laboraron allí y que perdieron la vida por la gripe española.
