María Ruiz
En un escenario donde la naturaleza y la urbanización chocan, Guisela García, residente de la colonia Torres de México, ha protagonizado un acto de resistencia contra la tala injustificada de un árbol de al menos 40 años de vida en su fraccionamiento.
La indignación de Guisela surgió tras la llegada, sin aviso, de personal de Parques y Jardines de la Dirección de Servicios Municipales para llevar a cabo la destrucción de este ser vivo que resguarda no solo historia, sino también una fauna valiosa, como los colibríes.
Guisela García explica que todo comenzó al iniciar las obras de rehabilitación emprendidas por el Ayuntamiento de San Luis Potosí durante el “Domingo de Pilas” en noviembre del año pasado.
Sin embargo, no fue hasta el mes de enero cuando notó que los trabajos dentro del fraccionamiento carecían de consideración por la vegetación existente, ignorando por completo las necesidades y opiniones de los vecinos.
“Para ese entonces mis hijos y yo hicimos los primeros carteles que fueron arrancados por la noche; eso fue en enero. Después dejaron un par de meses de venir y ahora que regresaron, los árboles de abajo de mi edificio amanecieron con una marca”.
A pesar de las irregularidades evidentes, como la falta de consulta con la comunidad, la tala de árboles parecía ser una decisión premeditada en el plan de renovación.
El coraje de Guisela se hizo evidente cuando, ante la inminente amenaza a un árbol marcado para ser talado, decidió enfrentar la maquinaria y defenderlo.
Su resistencia, que la llevó a protestar afuera de su edificio, no solo protegió a la flora en cuestión, sino que también simbolizó la importancia de preservar la naturaleza en medio de un entorno urbano cada vez más hostil hacia ella.
“Yo creo que las autoridades deben pensar y reorganizar lo trabajos de tala de árboles. Ante lo que se vive ahora con la situación climática, los árboles son esenciales, yo confío que esta acción rinda frutos para que justifiquen el retiro de los árboles; yo confío que este árbol estará protegido”.
En un contexto donde la conciencia ambiental y la conservación son imperativas, la historia de Guisela resuena como un recordatorio de la necesidad de replantear las prácticas municipales en cuanto al cuidado de los espacios verdes.
Su llamado a la reflexión sobre la relevancia de los árboles en tiempos de crisis climática es un grito de esperanza por un cambio de enfoque en las políticas de urbanización.
Actualmente, Guisela García y los residentes de la colonia Torres de México se han unido en una causa común: solicitar al Ayuntamiento un proyecto de rehabilitación que priorice la regeneración urbana y la recuperación de las áreas verdes.
Su determinación y compromiso con la naturaleza son un ejemplo de cómo la ciudadanía puede alzar la voz y defender el equilibrio entre el desarrollo urbano y la conservación del entorno natural.