La Mansión Winchester

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¿Has escuchado hablar de la Mansión Winchester? Una sofisticada y antigua construcción que, según recomiendan, “no debes entrar solo bajo ningún concepto. La razón no es el temor a los fantasmas -que sí los hay-, sino que su principal misterio reside en que se trata de una construcción tan compleja, extraña y caótica, que corres el riesgo de perderte y no encontrar nunca la salida.

La razón de esta locura arquitectónica se debe a la mala fe de un grupo de médiums, unas personas que se aprovecharon de la viuda de William Wirt Winchester. Sin saberlo, ellos, con sus malas artes, fueron quienes organizaron los fenómenos verdaderamente extraños en esta mansión. Ellos, quienes trajeron la calamidad a una mujer que sólo se sentía sola y abandonada. Pero la historia empieza así…

La supuesta maldición Winchester.

William Wirt era el heredero del famoso rifle que tantos desastres humanos provocó durante el pasado. Fue él junto a su esposa quienes alzaron esta elegante mansión en San José, California, a finales del siglo XIX. Sin embargo, la fatalidad llegó muy pronto a esta familia, cuando la única hija de ambos muere tempranamente en tristes circunstancias, algo que llevó a Sarah Winchester a una larga depresión. Y por si esto no fuera poco, al cabo de unos años falleció también su esposo, víctima de una depresión que no pudo superar tras la muerte de la hija que tenían en común.

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Demasiado horro, demasiado dolor en tan poco tiempo… Sarah no sabía qué hacer y recurrió a la última opción que debía haber elegido: llamar a unos médiums, quienes le aseguraron que la tragedia se debía a un ‘mal de ojo’, una oscura maldición asociada a la familia Winchester y a su marido en concreto. El peso de todas las muertes durante la Conquista del Oeste, pesaban según los médiums sobre ese sanguinario apellido que había diseñado la famosa arma.

El origen de la caótica Mansión Winchester.

¿Creíble? En absoluto. Lo que entrevieron estas personas era una gran oportunidad para tener mucho dinero. Para ese entonces, Sarah era aún una mujer joven, pero a partir de entonces su vida se tiñó aún más de desesperación y tinieblas, puesto que hasta que falleció, vivió con la angustia de escapar día tras día de esa terrible maldición. Y para evitarla, debía seguir las órdenes que le pautaban los médiums: debía hacer obras en la mansión; hacerla más grande, con más salas, más habitaciones, más corredores, más recovecos, puertas falsas, pasillos que no daban a ningún sitio…

Sarah Winchester contaba con una herencia de 20 millones de dólares, y unos beneficios netos de 1.000 dólares al día. Estábamos en 1881 y los médiums se enriquecieron notablemente con ella gracias a estos consejos sin sentido, a una premisa que se basaba simplemente en mantener una obra en la casa las 24 horas del día de forma interrumpida.

Fueron 38 años de construcción continua, levantando así un auténtico rompecabezas arquitectónico, sin principio ni fin, para evitar que los fantasmas la molestasen, para huir de una maldición asociada a los rifles Winchester. La casa llegó a tener hasta siete plantas de altura, aunque el terremoto de 1906 dejó la remodelación en cuatro.

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Puertas que no llevaban a ninguna parte, escaleras que subían y tras una puerta volvían a descender, o que daban directamente al techo… un caos que podía llevar a la locura a cualquiera, una casa que acabó disponiendo de 7 pisos, de 160 cuartos, 40 habitaciones, 6 cocinas, 13 baños, 47 chimeneas e increíbles salas inútiles, además de elementos de decoración sin sentido, y casi todos asociados al número 13, el favorito de Sarah Winchester.

A raíz de estas construcciones, se enriquecieron casi 10 familias a lo largo de cuatro décadas, gracias al maquiavélico plan de unos falsos médiums. Lo más asombroso de todo esto es que cuando Sarah falleció a los 83 años, fue su sobrina quien pudo gestionar finalmente el patrimonio familiar. Pero cuando puso a subasta esa desconcertante mansión, sólo obtuvo 135 mil dólares. Una auténtica miseria.

Desde entonces, la casa es un centro de peregrinación continua. Se dice que la pobre señora Winchester sigue allí, desolada, llorando la pérdida de su marido y de su hija, lamentando además haber sido engañada durante tantos años…

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