Pese a ser Franz Kafka el autor checo más conocido del siglo XX y uno de los iconos turísticos de su Praga natal, el centenario de la publicación de su obra más famosa, La metamorfosis, tiene poco eco en la República Checa, donde el escritor nunca ha sido muy popular.
Fue en octubre de 1915 cuando el texto apareció publicado en alemán, el idioma en el que escribía Kafka, en la revista Die weissen Blätter (Las hojas blancas) de Leipzig, en Alemania.
La primera edición en formato del libro tiene fecha de diciembre de ese mismo año, en la editorial alemana Kurt Wolff.
La metamorfosis es el sobrecogedor relato de Gregor Samsa, un viajante de negocios que una mañana se despierta transformado en un gigante y feo escarabajo.
Los estudiosos de Kafka han interpretado esta transformación como un metáfora sobre el peso insoportable de la responsabilidad.
La directora de la Sociedad Franz Kafka de Praga, Marketa Malisova, suscribe esta interpretación de la obra.
“Kafka la escribió bajo la influencia de todas las circunstancias que le afectaban. El sentido de ‘La metamorfosis’ fue válido hace 500 años y será válido dentro de mil”, explica.
Con el tiempo, esta breve obra de 72 páginas, escrita por Kafka en 1912, y que refleja de alguna forma la experiencia vital del autor, se ha convertido en su novela más conocida.
Nacido en Praga en 1883, Kafka murió de tuberculosis justo un mes antes de cumplir los 41, trabajó en una empresa de seguros y dejó una obra publicada muy corta y una obra póstuma más extensa, que pidió que fuera destruida pero que se salvó y acabó editándose.
Pese a su éxito mundial, primero en Estados Unidos en la década de 1940 y después de la Segunda Guerra Mundial en Europa Occidental, en su país natal apenas se conoce o lee la obra de Kafka.
La metamorfosis, por ejemplo, tuvo que esperar hasta 1929 para traducirse al checo, el idioma oficial de Checoslovaquia, un país que surgió de la descomposición del Imperio Austro-Húngaro.
Kafka nunca ha sido profeta en su tierra. Su biógrafo checo, el filólogo Josef Cermak, recuerda que sus primeras traducciones fueron realizadas por intelectuales de corte anarquista, lo que creó la idea de que era un autor revolucionario.
Tras la guerra y la instauración de la dictadura comunista, cambiaron las tornas y la producción de Kafka estuvo prohibida, al ser considerado como un autor “reaccionario”, recuerda Cermak.
Incluso los estudiosos de Kafka fueron acosados por la policía política del régimen comunista.
En 1990, cuando se derrumbó el sistema socialista, se estableció la Sociedad Franz Kafka de Praga, con el explícito objetivo de revivir la tradición cosmopolita que hizo posible el fenómeno de la literatura germano praguense de la que surgió Kafka.
Sin embargo, 25 años más tarde muy pocos checos leen las obras de Kafka, en parte porque sus textos tienen fama de ser difíciles de entender en checo, reconoce Malisova.
Si bien la República Checa oficial no ha preparado ningún programa conmemorativo del centenario de “La metamorfosis”, la Sociedad Franz Kafka sí lo ha hecho.
Esta entidad dispone de uno de los ejemplares originales de la primera edición en formato libro de 1915 y unirá al centenario la celebración de sus 25 años como asociación cultural.
Un concierto, una muestra fotográfica, y un espectáculo junto al monumento de Franz Kafka en Praga servirán para recordar esas efemérides.
También habrá una velada literaria, el 21 de octubre, con el escritor español Eduardo Mendoza, laureado este año con el Premio Franz Kafka, que se le entregará un día después.
El Universal