Por Antonio González Vázquez
A don Francisco y a doña Lourdes los mataron, alguien les negó la oportunidad de envejecer juntos. Él y Ella. En la cocina, sus cuerpos yacían tan cercanos uno del otro, al fin y al cabo eran esposos.
En el San Luis Potosí que el gobierno presume que es uno de los estados más pacíficos del país, la muerte llegó violenta, casi salvajemente a la casa de de don Francisco y doña Lourdes.
La muerte llegó a la Zona Dorada así como se ha paseado impunemente por barrios y colonias, ejidos y caminos. A la muerte le ha ganado el gusto de estar en San Luis Potosí porque encuentra a menudo donde hincar el diente, sobre todo, al tratarse de gente inocente.
La muerte entró a una hora imprecisa a la casa marcada con el 133 de la Cerrada de Monte Bonet, pero alguien de su misma sangre los encontró a eso de las nueve de la mañana; los había ido a visitar, pero solo encontró el horror. Alguien o algunos para quienes la vida no significa nada, los mataron, probablemente por ahorcamiento y asfixia.
Vivían en una calle que parecía apacible de Lomas Tercera Sección. Él de 63 años y Ella de 62. Apenas su visita se encontró con los cuerpos sin vida, llamó a la policía. En la Ministerial debió latirles que se trataba de algo grande y le avisaron al comandante José Guadalupe Castillo Celestino quien se apersonó en el lugar de los hechos con sus muchachos.
La escena fue presentada de manera escueta por parte de la Policía Ministerial, como si no mereciera la sociedad una mayor explicación: “Los cuerpos de los occisos se encontraban en la cocina de la vivienda, quienes a simple vista, el hombre presentaba un golpe en la cabeza y un lazo alrededor del cuello; la mujer fue hallada con una bolsa de plástico sobre su cabeza hasta el cuello”, rezaba el comunicado de prensa de la corporación policíaca.
Les faltó ilustrar que a don Francisco lo enredaron en una cobija. Fue un sábado cruento, un día para encontrar más razones para el miedo: en la capital del estado, ni en casa se está seguro, en cualquier momento puede entrar un criminal dispuesto a matar sin contemplación alguna.
Es el San Luis que Carreras, ese doctor que dicen que también es gobernador, afirma ser el estado más seguro de la zona noreste y uno de los más seguros de todo el país. Sí, pero ayer mataron a una pareja de esposos y más de uno se preguntará ¿Por qué tiene que suceder?
La muerte se pasea impune por la ciudad indefensa, recorre la muerte una ciudad flagelada por los delincuentes ante el socarrón olvido de las autoridades, la tricolor y la amarilla.
Lo escribieron en el boletín de la Ministerial: “La policía trabaja ya sobre líneas de investigación para aclarar el caso”, aunque claro, eso no significa necesariamente que lo vayan a resolver.
Es costumbre maldita: si lo resuelven habrá rueda de prensa y se festinará el hecho, pero si no logran nada, más rápido que inmediatamente lo echaran en el olvido.