Por: Oswaldo Ríos. Twitter: @OSWALDORIOSM
Cada crisis es una oportunidad para demostrar que lo puede hacer peor.
El presidente López Obrador comienza a resentir los resultados de las pésimas decisiones tomadas al inicio de su sexenio y la realidad acaba por imponerse a cualquiera de sus ensoñaciones.
La cancelación de la construcción del aeropuerto en Texcoco fue devastadora para la confianza de la inversión y el empleo. La falta de certidumbre en las políticas económicas, la irresponsabilidad en el manejo del gasto público y el desprecio al buen manejo de la macroeconomía, ha ocasionado la disminución de las expectativas de crecimiento económico el cual puede llegar a -0.5% y -2%.
Fracaso contundente para un presidente que prometió tasas de crecimiento anuales del 6%, pero que ni siquiera puede acercarse a las tasas de crecimiento de entre 2% y 3% de los gobiernos “neoliberales”. Sin crecimiento económico, no hay riqueza que dilapidar en programas clientelares, que por más que se establezcan en la Constitución, serán letra muerta si el sector productivo, que es el que los hace posibles con sus contribuciones, sigue siendo expoliado.
La caída en los precios del crudo a más del 20% de las expectativas previstas por el gobierno federal, serán un duro golpe para la financiación del presupuesto y para las casi nulas obras de infraestructura que proyectaba realizar el gobierno. La refinería en Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto en Santa Lucía, no solo son barriles sin fondo y obras tan monstruosas como inviables sino, además, la razón que explica porque en esta administración se ha abandonado la construcción de obras de infraestructura en los estados y porque es común ver fotografías del presidente fagocitando garnachas en comederos, pero no inaugurando carreteras, puentes, centros logísticos, ni nada que pueda favorecer el desarrollo que genera crecimiento económico.
Consecuencia de una recesión económica global, la Bolsa Mexicana de Valores ha sufrido caídas contundentes y hoy el precio del dólar ha superado por primera vez, los 23 pesos.
Destinar 500 mil millones de pesos a los programas clientelares que regalan dinero a cambio de comprar la voluntad política de quienes reciben esos recursos, ha propiciado que otros sectores verdaderamente necesarios para los mexicanos como el de la salud o el campo, enfrenten condiciones verdaderamente difíciles y que se agravarán con el paso del tiempo.
Como puede verse, la coyuntura es muy desfavorable para la irrupción de una pandemia global, el coronavirus, que de entrada ha hecho necesaria la cancelación de eventos masivos, cabe decir que más por decisión de los particulares que del gobierno que, en un escenario de poca actividad económica, se aferra a privilegiar el beneficio económico que la salud de las personas. Sin embargo, la cancelación de conciertos, partidos de futbol, convenciones o eventos culturales como la Procesión del Silencio en San Luis Potosí o la Feria de San Marcos en Aguascalientes y la suspensión de clases en las escuelas y universidades, ilustran que México deberá recorrer el camino de otros países en busca de prevenir un contagio masivo que ponga en jaque a todo el sistema de salud pública y privado, incluyendo un número enorme de muertes que nadie desea.
Habrá qué ver si el gobierno logra implementar un esquema preventivo de desactivación social. Mensaje que resulta contradictorio cuando el presidente López Obrador intensifica el desprecio por todas las recomendaciones sanitarias como evitar conglomeraciones, dar besos y evitar el contacto físico con otras personas.
Mención aparte merece el gesto grabado en video del presidente de México succionando, lamiendo, besando y probablemente mordiendo el cachete de una niña de 4 años (que con anuencia del padre o sin ella) fue sometida a ese abuso que se le impuso y que violentó el interés superior de la menor, ese que está por encima del fanatismo complaciente del padre y las depravadas manías presidenciales.
Por supuesto que lo que merece toda la atención es la salud, pero los efectos económicos del paso del coronavirus por nuestro país serán devastadores para la economía en un contexto de recesión como el que vivimos, producto del pésimo gobierno de López Obrador.
¿Qué viene para los próximos días? Un simple volado. El gobierno federal no está controlando de forma efectiva la pandemia porque lo único que verdaderamente le importa es mantener la percepción de que “aquí no pasa nada y todo está bajo control”, lo que incide en generar condiciones para una mayor propensión al contagio masivo. Si este se da, ocurrirá un escenario como el de Italia, con contagios masivos y colapso crítico de los sistemas de salud. Si ello ocurre, los mexicanos identificarán con claridad el nombre del único responsable de esa pesadilla: Andrés Manuel López Obrador.
El abrupto despertar está cada vez más cerca.
Comienza el día cero y mañana su continuidad.