José de Jesús Ortiz
Fue sobre todo un evento catártico, en medio del dolor, la impotencia y la rabia, pero también de la esperanza, el que congregó a decenas de familiares de víctimas de desaparición, colectivos de San Luis Potosí y de otras partes del país que acudieron la tarde-noche de este lunes a la Cineteca Alameda a la presentación de la película Ruido, de la cineasta Natalia Beristáin Egurrola.
Fueron llegando en pequeños grupos, en parejas, padres, hijos, hermanos, familiares de desaparecidos por la violencia criminal que sacude al país. Acudieron ahí para reconocerse en su lucha que, desde la ficción, es plasmada a lo largo de los 105 minutos de Ruido, filmada en 2021 en la Ciudad de México y sobre todo en San Luis Potosí, todavía en el contexto de la pandemia de covid-19.
Luego de la exhibición, se abrió un espacio de diálogo, a manera de foro, en el que familiares de víctimas y representantes de diversos colectivos expusieron sus casos e historias personales, el dolor de sus búsquedas a lo largo de todos estos años.
La película es una proclama, un manifiesto que visibiliza y da voz a las mujeres y colectivas de madres que buscan a sus hijas e hijos desaparecidos. Narra la historia de Julia (interpretada por la actriz Julieta Egurrola, también madre de Natalia Beristáin), quien busca a su hija Ger, desaparecida nueve meses atrás. En su búsqueda, recorre los diversos círculos del infierno que significan la desaparición de un ser querido, con la ineficacia y podredumbre del sistema de procuración de justicia, —negligente y en muchos casos cómplice de la delincuencia criminal—, aunque encuentra un atisbo de esperanza en las redes de solidaridad que se entretejen entre las madres buscadoras.
Algunas de esas madres, sobre todo del colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros, fundado por Edith Pérez Rodríguez, de San Luis Potosí, aparecen con su voz y rostro en diversas escenas de la película, en jornadas de búsqueda en las que hacen el trabajo que deberían hacer las autoridades.
Por todo ello, es que la presentación de Ruido la tarde-noche de este lunes en la capital potosina, tenía un significado especial.
“Esta es la función más importante que ha tenido la película y que tendrá. Es aquí donde está nuestro corazón y nuestras ganas de compartir y dialogar”, diría conmovida Natalia Berastáin al finalizar la presentación de la película y abrir un espacio para el diálogo con los familiares de las víctimas.
Antes, la periodista Marcela del Muro, colaboradora de Astrolabio Diario Digital e invitada de manera especial por los colectivos y la producción de la película para moderar el evento, —“fue un puente y un espejo para entrar en San Luis Potosí y para conectarnos con Voz y Dignidad, como reconoció Beristáin—, señalaría que Ruido es una película poderosa, que visibiliza la lucha de los familiares de personas desaparecidas y coloca su historia en el centro: “Los colectivos son la esperanza de toda esta devastación. Ellas son las que están buscando y nos ponen la pauta. Desaparecer a una persona no es normal y nadie merece desaparecer”, advirtió.
Luego de la presentación de parte del elenco de la película que se dio cita en la Cineteca, entre ellos la actriz Julieta Egurrola, Arturo Beristáin, Teresa Ruiz y Karla Badillo, así como Edith Pérez Rodríguez y Guadalupe Mendiola —representantes de Voz y Dignidad—, los testimonios de familiares de personas víctimas de desaparición fueron la expresión del dolor y la rabia, pero también de la esperanza y solidaridad al sentirse acompañados por otras y otros que viven tragedias similares.
Ahí, el señor Oscar Sánchez, quien viajó para este evento con su esposa desde Torreón, Coahuila, expuso que desde el 5 de diciembre de 2004 buscan a su hija Fanny: “Mi esposa empezó con ocho personas en 2013 y a partir de esa fecha tenemos congregadas a 200 familias, 200 casos. Nosotros trabajamos en Coahuila y en Durango. Hasta ahorita tenemos encontrados en el Grupo Laguna A.C, 27 puntos de exterminio, en los cuales todos son positivos a restos humanos… Hemos recuperado, según los cálculos de la Fiscalía, casi una tonelada de restos óseos encontrados, no sabemos a ciencia cierta a cuántas personas hemos encontrado, pero son miles que están a la espera de ser identificados y muchos desgraciadamente no lo serán, muchos no van a encontrar a sus familias porque el grado de calcinación es terrible”.
También, Graciela Pérez Rodríguez, del colectivo Milynali Red, quien desde hace 10 años busca a cinco de sus familiares desaparecidos, expuso su gratitud por la historia que recoge la película, reflejo de sus luchas: “Quiero agradecer a todos ustedes, a Voz y Dignidad, yo he estado junto con ellas, cuando vi la película me compadecí de lo que vi, porque nunca me he visto de fuera y ustedes hicieron posible cómo se ve la búsqueda, lo que duele, ustedes lo representaron muy bien. Agradezco la visibilización que hacen de los casos de desaparición. Esta película refleja todo lo que las familias padecemos, que dentro de todo el dolor, todo el ruido, todo lo que siente uno, aún falta mucho por hacer”.
Por su parte, con voz entrecortada, conteniendo el llanto, Adela García, quien participó en la película como extra, narró su caso, con la desaparición de su padre el 26 de julio de 2019: “No sabemos nada, hay detenidos, pero la justicia no llega. Cuando veo la película me siento tan identificada, simplemente en la escena donde dice ‘otra vez se cambió al investigador, al fiscal’, y es que así pasa, siempre, volver a empezar, volver a tener que ver la cara del acusado, volver a testificar. Yo desconocía que hubiera un grupo como el de ustedes (Voz y Dignidad) y a mí me gustaría contribuir, lo supe hasta que participé en la película. Si es posible estar con ustedes se los agradecería bastante, para de alguna manera compartir el dolor y ayudar a quienes más lo necesiten”.
También, entre el público, una joven, quizá de no más de 22 años, quien participó en la película como extra, expuso que al ir a la presentación de la película sintió el temor de estar siendo perseguida. Recordó que en el desarrollo de la película vio a muchas mujeres felices y puntualizó: “Estoy un poco triste porque al final se dan agradecimientos a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y al Gobierno del Estado, y creo que son sumamente violentos y misóginos, porque San Luis es uno de los estados con más desapariciones… No estoy culpando a la producción o algo, así, la verdad me parece mágico ver mujeres, haciendo arte, dando su voz y posicionándose. Fuera de eso, la verdad muchas gracias por hacer esto, las admiro demasiado, mujeres”.
José Díaz Navarro, quien perdió a cinco familiares desaparecidas y asesinadas por la delincuencia criminal —y viajó desde Chilapa, Guerrero, en representación del colectivo Siempre vivos que integra a más de cien personas—, expresó que la película es un testimonio de la tragedia humanitaria de la desaparición de personas en México y denunció: “Esta película es muy poderosa, pero también muy dolorosa, la mayoría de quienes estamos aquí no estamos por gusto, estamos aquí porque nos metieron a ser activistas, a ser defensores, a ser víctimas. Esta película debe de hacer mucho ruido, porque el tema que representa nos incumbe a todos, todo el país es una fosa clandestina. Les pediría a los productores que esta película la presentaran en Guerrero porque el tema sigue vigente… La película es un gran homenaje a todas las madres buscadoras. Lo que la actriz Julieta Egurrola nos transmitió es un sentimiento que parece que ella estaba siendo la víctima, ¿cuántos hemos vivido esa situación de amenazas, de que nos anden buscando a nosotros los delincuentes? El peor crimen que podemos cometer ahora es buscar a nuestros desaparecidos”.
Casi para finalizar, la cineasta Natalia Beristáin destacó que la película es sobre todo una posibilidad de diálogo: “Para mí el impulso de hacer Ruido es, antes que otra cosa, un impulso que surge del amor, lo viví cuando Lupita y Edith me convocaron a una búsqueda con ellas, hurgar la tierra por terrorífico que resulte es un acto profundamente amoroso, surge de una vitalidad y una necesidad de encontrar a las suyas y a los suyos y eso no se podría entender sino es el amor el motor, que todos los días la lucha por la búsqueda de justicia y la memoria parta de ahí. Vivimos en un país profundamente violento, conmocionado por muchas violencias de distintos contextos. Esta película para mí busca todo lo opuesto a sumar a ese escenario violento, busca hablar del poder de lo colectivo y del poder del amor”.
Y concluyó: “El mensaje de luz son ustedes, no tengo claro por qué estamos aquí; como dice la película no tendríamos por qué estar aquí, nadie tendría por qué desaparecer o ser asesinado por ser mujer”, expresó a las decenas de personas, familiares de víctimas, ahí reunidas.
El grito colectivo de “dónde están, dónde están, nuestros hijos dónde están”, fue el epílogo para ese evento catártico en una Cineteca Alameda inusualmente llena, repleta, como pocas veces para la presentación de una película, en un acto de gran simbolismo, reflejo de una realidad social lacerante que en su inmensa mayoría aparece en los medios de comunicación como una cifra o un espacio en la nota roja, ajena al dolor e historias de las familias.
Ruido contó con el apoyo de diversos colectivos de madres y familiares de víctimas de desaparición, entre ellos Voz y Dignidad por los Nuestros, de San Luis Potosí; Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos, de Nuevo León; Mesa de mujeres, de Ciudad Juárez; colectivo Solecito, de Veracruz; colectivo Crianza feminista; y el colectivo Buscándote con amor, del Estado de México, entre otros.
La película, escrita por Natalia Beristáin, el periodista Diego Enrique Osorno y Alo Valenzuela, se estrena el próximo 11 de enero en Netflix, en más de 190 países.