La solidaridad ausente

Abelardo Medellín Pérez

Una de las carencias más notorias que padece al actual gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Cardona, y su gobierno, es aquella que muchas veces menciona y pocas veces demuestra: la solidaridad.

Por más que se esfuerce en demostrar lo contrario, el gobernador ha transitado una larga carrera política que presume la cercanía con la gente y, pese a eso, nunca desarrollo la más mínima pisca de empatía por el prójimo al que hoy le debe servicio, pero trata de servidumbre y lacayo.

“Si quieres conocer una persona, dale poder”, decía Confucio. Y para el caso del gobernador el poder solo lavó sus aparentes bondades y le desnudó como el autoritario gobernante que ha sido hasta el día de hoy.

Una de las noticias más relevantes que han acontecido en el estado fue el hallazgo de cinco cuerpos que fueron abandonados con signos de violencia frente al ayuntamiento de Cárdenas, en la zona media del Estado. La sangrienta escena, le dio la vuelta al país y dio materia para que columnistas y opinadores nacionales sugirieran incluso la colusión entre el gobierno municipal de la demarcación y grupos del crimen organizado.

¿Cuál fue la respuesta de la autoridad estatal ante este evento que agudizó el miedo a la violencia que ya padecen los potosinos al interior del estado?, pues el gobernador decidió empeorar los pronósticos. Como siempre lo ha hecho.

Gallardo Cardona, en una de sus usuales cátedras de indolencia, en lugar de condenar frontalmente el crimen, en lugar de hacer un llamado para que las autoridades judiciales investiguen, en lugar de enviar un mensaje de certeza y seguridad, el gobernador dirigió su encono a las autoridades municipales de seguridad y virtualmente los culpó por lo ocurrido.

Cualquiera que haya vivido más de seis meses al interior del estado se da cuenta que, en efecto, las administraciones municipales tienen amplias carencias que han sido provocadas tanto por quienes las gobiernan, como por las autoridades estatales que intervienen de manera irregular y convenenciera en los ayuntamientos.

El gobernador no miente al decir que la falta de policías merma las condiciones de seguridad, sin embargo, es dolosamente selectivo al afirmar que la culpa es meramente de los alcaldes y sus presuntos malos manejos.

Es ahí donde se deja ver la falta de solidaridad del gobernador; ante una situación de crisis, que requiere la coordinación y acuerdos entre autoridades, Gallardo Cardona privilegia su discurso difamatorio y acusatorio por encima de la paz.

No es la primera vez que Gallardo Cardona deja su carácter de gobernador y se pone el disfraz carnavalesco de juez y verdugo ante una situación delicada.

Cuando se presentó la crisis migratoria en el altiplano potosino y se requería de verdad investigar el involucramiento del crimen organizado, el gobernador señaló al alcalde de Matehuala y obligó a la Fiscalía a fincarle los delitos que fueran con tal de procesarlo.

Cuando las representantes de Amnistía Internacional pidieron un diálogo con el gobernador luego de que elemento de la Guardia Civil retiraron las cruces moradas del monumento memorial de Karla Pontigo días antes del 8M, el gobernador, sin dirigirles la palabra, les pidió entrar a palacio y les señaló las cruces de forma tajante y sin mediar disculpa por lo ocurrido.

Cuando una niña de cinco años se convirtió en la víctima mortal de un atentado en el que el resto de su familia apenas resultó herida, el gobernador primero culpabilizó a la familia de la menor, antes de condenar la persistencia de eventos violentos como éste.

Cuando un trabajador de la Arena Potosí perdió la vida en una mala maniobra probablemente provocada por las prisas a las que sometió el gobierno a la empresa, el gobernador llamó a la tragedia “una caja china” y sugirió que el lamentable caso no tenía importancia porque la víctima no era del estado.

Cuando la capital potosina comenzó a padecer los estragos de la crisis provocada por el desabasto de agua potable, el gobernador corto lazos con el gobierno municipal, se atrincheró en su crítica anti-ayuntamiento y toó una decena de malas decisiones que nada han aportado al problema del desabasto.

Indolencia, falta de tacto, ninguneo, poca empatía, carencia de solidaridad, ese es el rasgo característico de esta primera mitad del sexenio de la Gallardía.

Un gobierno que se dice cercano a la gente, pero solo a la que no habla, a la que no se queja, a la que no evidencia sus problemas, a la que no pide ayuda fuera de agenda.

Un día no muy lejano, el gobernador tendrá que dejar de buscar culpables y asumir responsabilidades, mientras ese día llega, que nadie olvide que en este gobierno las víctimas se convierten en acusados.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.

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