Por Victoriano Martínez
Cualquier reconocimiento institucional, como acto que implica un juicio, representa la adopción de una postura y, en consecuencia, no puede desligarse del contexto en el que se entrega como una forma de evitar que los méritos que lo motivan pierdan la legitimidad que les confiere su valor.
Alejandro Zermeño Guerra, rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), anunció para el próximo viernes la entrega de sendos doctorados honoris causa al titular de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), David Colmenares Páramo, y a Emilio Barriga Delgado, titular de la Auditoría Especial de Gasto Federalizado.
Un reconocimiento que se da en una coyuntura en la que la UASLP se encuentra en una disputa en la que no acepta ser fiscalizada por el Instituto de Fiscalización Superior del Estado (IFSE) con el argumento de que la ASF ya le revisa sus cuentas, y que además en esas revisiones ha salido con cero observaciones.
Una circunstancia que despierta dudas, no sobre los méritos de los destinatarios de los doctorados –que pudieran tenerlos–, sino sobre las verdaderas motivaciones por las que se decidieron esos reconocimientos. La sola sospecha de una posible correspondencia a un buen trato en los procesos de auditoría es una primera alerta sobre una devaluación de los doctorados honoris causa UASLP.
Desde esa perspectiva, es la institución la que debe cuidar el valor de los reconocimientos que otorga, de manera que evite que por circunstancias ajenas al sentido original de los títulos honoris causa se pierda su razón de ser como un acto que “constituya un motivo de honor para la institución tenerlos entre sus doctorados”.
Es significativo que en 29 años la UASLP haya entregado apenas 22 doctorados honoris causa, el más reciente el 21 de enero de 2022 al ex rector de la UNAM, Enrique Luis Graue Wiechers.
Seguramente en cada uno de esos casos se pudieron considerar las circunstancias que los rodearon, pero en ninguno se identificó el acto como una situación en la que se pudiera dar un conflicto de interés por la relación fiscalizador-fiscalizado.
Independientemente de que exista el mérito o no, la consideración sobre la devaluación del reconocimiento no sólo incumbe a la insitución como un deber de cuidar su prestigio, sino también a los galardonados, para quienes mientras más genuino es el reconocimiento es más un motivo de orgullo.
Zermeño Guerra justificó la entrega del título como un agradecimiento a los dos funcionarios por capacitar en materia de fiscalización a las universidades del país, pues con ello han ayudado a cumplir con lo “difícil de las auditorías” y la transparencia del manejo del recurso.
¿La UASLP agradece a nombre de todas las universidades del país? ¿La UASLP abre alguna ruta de agradecimientos a los dos funcionarios que, a partir de este viernes, recorrerán el país, universidad por universidad, para coleccionar doctorados honoris causa?
El jurado que definió el doctorado para Colmenares Páramo y Barriga Delgado lo integraron, además de Graue Wiechers, quien recibió el más reciente reconocimiento similar por parte de la UASLP, Luis González Plasencia, presidente de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) y Leticia Jiménez Zamora, presidenta de la Asociación Mexicana de Responsables de la Estandarización de la Información Administrativa y Financiera en las Instituciones de Educación Superior (AMREIAF).
El segundo punto del protocolo para la entrega de los doctorados es la “intervención del presidente del jurado de honor para hacer públicos los méritos del homenajeado, así como una semblanza de su vida y obra”.
Tal participación resultará reveladora sobre la razón por la que la UASLP le debe el reconocimiento en agradecimiento a esos dos funcionarios, si es un agradecimiento particular o se le asignó que lo hiciera a nombre de todas las universidades y por qué.
Se ve difícil que puedan revertir la sospecha que devalúa estos doctorados, en tanto que es de esperar una explicación del por qué es la UASLP la que entrega el agradecimiento y no otra universidad del país, si todas fueron beneficiarias de los programas promovidos por los funcionarios de la ASF.