Por Victoriano Martínez
Hoy tendría que comenzar la oportunidad de los ciudadanos para reflexionar su voto del próximo domingo.
“Días comprendidos dentro del plazo en que se suspende todo acto de propaganda política. Así mismo, los partidos políticos, sus simpatizantes, sus directivos y los candidatos, se abstendrán de realizar acciones para ofrecer o suministrar gratuitamente bebidas, alimentos o cualquier otro artículo, con fines de promoción al voto o proselitismo político”.
Así describe el Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (CEEPAC) los días comprendidos en la veda electoral en el Calendario para el Proceso Electoral 2017-2018, en el que reproduce gran parte del artículo 360 de la Ley Electoral del Estado.
Se supone que es un periodo de reflexión sobre las propuestas planteadas por los candidatos a todos los puestos de elección popular, para poder discernir de entre ellas cuál es la que más convence para contribuir con el voto a un mejor futuro del municipio, el estado y el país.
Pero sólo es una suposición, porque difícilmente los ciudadanos pueden conocer las alternativas que se le presentan cuando en los mensajes de campaña se privilegió la descalificación del contrincante, antes que la explicación de lo que pretenden hacer de alcanzar el cargo.
Ni el propio CEEPAC dio una difusión suficiente a las plataformas electorales que los partidos le presentaron para cada elección que, sin el calor de las animadversiones de la contienda electoral que contagia a los candidatos, pudo haber sido una información más reposada al alcance de la ciudadanía.
La oportunidad de reflexión para los ciudadanos es todavía mucho más ínfima: es seguro que la inmensa mayoría desconoce los nombres de los candidatos a cada uno de los cargos en disputa. Cada elector recibirá cinco boletas y cada una representa un número de candidatos que va de los cinco a la Presidencia de la República, hasta en algunos casos nueve por una diputación local.
Si para el ciudadano es ya un problema conocer todas las opciones que aparecen en las boletas, mucho más difícil es que pueda discernir, en estos tres días de veda electoral, entre el contenido de las propuestas por una simple razón: ni candidatos ni autoridades electorales hicieron el esfuerzo suficiente para enterarlo.
En cambio, estos días de veda electoral parecen abrirse para los partidos y candidatos como el lapso, no para campañas clandestinas, sino para el mercadeo negro de ofertas a los electores para comprarles el voto.
Preocupante que Juan Jesús Priego Rivera, vocero del arzobispado, reporte que tienen noticias de la compra de voto. La Iglesia es una institución presente en todo el estado, especialmente en comunidades marginadas, y si habla de eso es porque lo conoce de primera mano.
La compra de votos es un secreto a voces que los únicos que lo ignoran son las autoridades electorales, cual si se hicieran de la vista gorda.
Tan es una tradición comprar votos, que hasta existe un Índice de precios del voto, presentado por la agrupación Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, en el que se puede consultar en qué Estado lo pagan más caro. El precio varía de los 300 pesos en Nuevo León hasta los 10 mil pesos en la Ciudad de México.
San Luis Potosí, hasta ahora, se ubica entre los estados en el que la moneda de cambio para la compra de votos no es dinero en efectivo, sino el condicionamiento de programas sociales, es decir, el condicionamiento de las dádivas a cambio del sufragio.
En los tres días de veda electoral es muy probable que las ofertas cambien y los ciudadanos que por necesidad o bajo presión se vean obligados a vender su voto cuenten con ofertas económicas.
Una democracia tan pervertida, que es más fácil que la ciudadanía carezca de información para este periodo de reflexión, y en contraparte reciba ofertas contra su dignidad que, al final, sean las determinantes para ponderar su decisión.
Este es el índice de Precios del Voto al 25 de junio:
Tomado de: http://democraciasinpobreza.mx/precios/4%20Precios.jpg
