La verdadera historia de Mulán, la heroína china

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Si eres admirador de las bellas historias que tejen el pasado de China, la de Hua Mulan se alza por encima de otras con voz propia por su magnetismo y por su fuerza, y cómo no, por ser el argumento de una de las más clásicas películas animadas de la factoría Disney, aunque, claro, no todo lo que nos mostraron en aquella producción de 1998 es totalmente cierto.

Aquí te mostraremos y viajaremos a esa China milenaria, llena de héroes y de heroínas.

 

 

 

Hua Mulan, la historia de una valiente mujer.

A lo largo de la historia han existido siempre valientes mujeres, pero en la mayoría de las ocasiones han quedado a la sombra de las grandes gestas o de esas odas que preferían ensalzar, sin embargo, a valerosos héroes masculinos. Los conocimientos que tenemos al día de hoy de Hua Mulan se deben básicamente a un épico poema escrito por Yueh-Fu, una oda recogida en épocas tardías de la dinastía Ming dentro de una novela que mostraba interesantes baladas como la dedicada a esta mujer.

Aunque, la verdad no queda del todo claro en qué periodo transcurre, hay teorías que nos dicen que esta historia debió ocurrir durante la dinastía Wei del Norte, entre los años 386-534. Ahora bien, otra versión defiende que lo más probable es que Mulan fuera en realidad la concubina del Emperador Sui Yangdi, que reinó entre 604 y 617. No queda claro, pero lo que sí se sabe, es lo que ocurrió, que fue lo siguiente:

La historia transcurre al norte de China, en escenarios como la Montaña Negra o el Río Amarillo. Hua Mulan es una joven muchacha que decide sustituir en el ejército a su propio padre, por estar ya demasiado débil y anciano. Y lo consigue tras duros esfuerzos, mucha preparación física y entrenamiento, donde efectivamente, consigue estar al mismo nivel que cualquier otro soldado. Pero aún hay más, pues en la batalla demuestra virtudes que la hacen sobresalir por encima de todos ellos. Hua Mulan no tiene aquí pequeños dragones con los que hablar, como nos mostraba la película de Walt Disney.

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Mulan está sola, sufre y se esfuerza diariamente para no ser menospreciada y menos aún, descubierta, pero sobre todo, para representar a su propio padre como si fuera un hombre más.

Finalizada la guerra, nuestra valiente soldado es llamada por el emperador para ser recompensada. En esta historia, Mulan no es desenmascarada por ser mujer, es más, lo único que pide es volver a su casa junto a un caballo (aunque en otras versiones, aparece la palabra “burro” en lugar de “caballo”).

Y así lo hace, vuelve al hogar feliz por haberlo hecho bien y no haber sido descubierta. Pero este hecho se descubre poco tiempo después, cuando sus compañeros del ejército acuden a visitarla.

Casi sin palabras, aquellos hombres descubren que su menudo compañero rudo y valiente con el que convivieron durante 12 años… era realmente una mujer.

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Y así es como termina en verdad la famosa historia; saber si realmente fue cierta o no, queda a elección de cada uno. Mientras tanto, te compartimos el poema original para que lo disfrutes.

Oda a Mulan, por Yueh-Fu

Los insectos celebran con su canto la tarde.
Mulán está tejiendo ante la puerta.
No se oye girar la lanzadera,
tan sólo los lamentos de la niña.
Preguntan dónde está su corazón.
Preguntan dónde está su pensamiento.
En nada está pensando,
si no es en el rey Kong, su bello amado.
La lista del ejército ocupa doce rollos
y el nombre de su padre figura en todos ellos.

No hay un hijo mayor para el padre,
un hermano mayor que Mulán.
«Yo iré a comprar caballo y una silla,
yo acudiré a luchar por nuestro padre.»
Ha comprado en oriente un caballo de porte,
ha comprado en poniente una silla y cojín,
ha comprado en el sur una brida
ha comprado en el norte un buen látigo.

Al alba se despide de su padre y su madre;
cuando anochece, acampa junto al Río Amarillo.
Ya no escucha el llamado de su padre y su madre,
tan sólo el chapoteo del caballo en el agua.
Al alba abandona el Río Amarillo;
cuando anochece, llega a la Montaña Negra.
Ya no escucha el llamado de su padre y su madre,
tan sólo a los caballos relinchando en el monte.

Cruzó miles de millas en busca de la guerra,
corrió como volando por pasos y montañas,
las ráfagas del cierzo traían son de hierro,
a la luz de la luna brillaban armaduras.
Allí los generales luchando en cien batallas
morían, y después de haber dado diez años
volvían a su casa, valientes, los soldados.

De vuelta, es recibida por el Hijo del Sol,
que se sienta en la Sala de los Resplandores.
Le concede medallas por sus méritos muchos,
le ofrece alas de pato crujientes por millares.
El Khan le ha preguntado qué quiere hacer ahora.
«Mulan no necesita honores oficiales,
dame un burro robusto de cascos bien ligeros
y envíame de vuelta a casa de mis padres.»

Cuando escuchan sus padres que su hija se acerca,
los dos salen a verla, dándose de codazos.
Cuando escucha su hermana que su hermana se acerca,
se arregla y se coloca delante de la puerta.
Cuando escucha su hermano que su hermana se acerca,
saca filo al cuchillo, sacrifica un cordero.

«He abierto la puerta de mi cuarto oriental,
y en el occidental me he sentado en la cama.
Me quité la armadura que llevaba en la guerra
y me he puesto la ropa que llevé en otro tiempo.
Delante del espejo, cerca de la ventana
me he peinado el cabello enmarañado
y he adornado mi frente con pétalos dorados.»
Cuando Mulan salió ante sus camaradas,
todos se sorprendieron, quedáronse perplejos.
Doce años estuvieron con ella en el ejército
y ninguno sabía que era una muchacha.

Las patas del conejo saltan más,
los ojos de la hembra son algo más pequeños,
mas cuando ves un par corriendo por el campo,
¿quién logra distinguir la liebre del conejo?

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