Los reporterillos de Astrolabio Diario Digital echamos un vistazo al pasado y en esta sección le presentamos uno de nuestros hallazgos:
Las corridas de toros siempre han tenido seguidores y detractores y, por tanto, dan de qué hablar. El 29 de julio de 1895, hace 123 años, en El Siglo Diez y Nueve nos encontramos lo siguiente:
Los americanos y las corridas de toros
No es nuestra la siguiente opinión: pertenece al Financiero Mexicano:
“El público americano desea en lo íntimo de su alma, y ante todo, asistir a una corrida de toros. Los más hombres de bien que vienen aquí de los Estados Unidos cada invierno y verano, ¡siempre piden boletos para la próxima corrida de toros! Ni cadenas de acero, ni feroces quimeras bastarían a impedirles que asistieran. Concurren en falange llevando sombreros de seda, o los de plumas o flores más de moda, según el sexo, y los gazmoños de Boston miran a hurtadillas a través de sus anteojos el espectáculo bárbaro, pero magnífico; mientras que la gente más franca de Nueva York y el Occidente no oculta su deleite en la matanza de toros de Atenco.
No pretendemos defender las corridas de toros. Solamente llamamos la atención a algunas de las contradicciones de la naturaleza humana. Una parte de la prensa americana censura la lidia entre la destreza del hombre y la fuerza y valentía del toro, y al mismo tiempo los principales periódicos de las ciudades americanas publican relaciones detalladas de las contiendas de pugilato y de las hazañas de los héroes de ellas! Es un rasgo de la raza anglosajona, según dice el poeta inglés, el:
“Permitirse los pecados que les conviene, Abjurando de los que no les gustan”.
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