Las desapariciones y la necesidad de hacer ruido

Por Victoriano Martínez

El de las desapariciones forzadas, especialmente de mujeres, y de los feminicidios es ya una historia tan cotidiana y omnipresente que prácticamente pasa como algo inadvertido en el panorama de la vida diaria… para quien no la padece.

Una sucesión de acontecimientos que quedan registrados en algunos medios de comunicación, aunque sin el suficiente despliegue que logran contenidos patrocinados por los responsables de resolver el problema en los que se promueven como los gobernantes sin precedentes en cuestión de eficiencia.

Autoridades para las que el reporte de una mujer desaparecida –y peor si son tres en un solo evento– son un auténtico sonido inarticulado que les resulta tan desagradable que llegan a echar mano de argumentos que, por su generalización e intención descalificadora, revictimizan a quienes viven permanentemente la ausencia de algún familiar.

“No es que estaba secuestrado y lo rescatamos, no, es que, o andaba borracho o anda de parranda o anda con el novio o la novia y luego viralizan temas que movilizan a la sociedad y gastan mucho dinero de impuestos”, dijo en julio el gobernador Ricardo Gallardo Cardona al anunciar una propuesta para sancionar a quien se reporte como desaparecido y no haya estado en riesgo.

Una postura de insensible ligereza que se ha vuelto una constante en comunicados de las instancias de seguridad estatales, que parecen más enfocadas en tratar de que la población normalice las desapariciones y feminicidios como un susurro cotidiano, antes que un ruido que representa una situación alarmante que debe ser atendida.

Un ruido que no cesa en diferentes tonos, desde lo grave que resulta que se dé a conocer un nuevo caso hasta aquel que revela a una autoridad evasiva de sus responsabilidades. Tan sólo en los últimos días se pueden rescatar estos registros:

Durante 11 meses se ha pospuesto la audiencia intermedia del caso de Fernanda Morán Rodríguez, joven de 21 años que fue víctima de feminicidio el 8 de septiembre de 2020 y cuyo cuerpo estuvo desaparecido durante medio año.

Hasta el momento no hay una carpeta de investigación por el “levantón” por unas horas, del que fueron víctimas trabajadores de la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas (CEBP) en Matehuala, ocurrido este miércoles 9 de noviembre.

Localizaron sin vida y con visibles huellas de violencia a Marion Izaguirre Dueñez, de 30 años de edad, quien desapareció el día 12 de noviembre en la localidad de San Marcos, Rioverde.

FGE reconoce crisis de desapariciones de mujeres en la zona Media. Hoy se generó otra alerta de búsqueda por una joven en Ciudad Fernández, informó el fiscal.

El titular de la Fiscalía General del Estado (FGE), José Luis Ruiz Contreras, dio a conocer que el cateo a una finca, en el municipio de Rioverde, corresponde a una de las líneas de investigación para localizar a las tres jóvenes desaparecidas en Ciudad Fernández desde el 7 de noviembre.

“Han pasado dos meses en donde las autoridades no me han aclarado qué fue lo que pasó con mi hija, quiero que el señor gobernador me escuche y exigirle que haga una investigación respecto al feminicidio de mi hija como debe de ser”, dijo Jesús Rodríguez, padre de la joven Chuyita Lelixia Rodríguez Rodríguez, adolescente de 14 años de edad que fue asesinada el 15 de septiembre.

Respecto a las tres jóvenes desaparecidas en el municipio de Rioverde, Gloria Serrato Sánchez informó que el IMES solicitó al Programa de Apoyo a las Instancias de Mujeres se acercara a las familias de las víctimas para darles el acompañamiento que necesitan.

Guadalupe Torres Sánchez, secretario general de Gobierno, manifestó su molestia por la falta de colaboración por parte de los alcaldes Marco Antonio González Jasso de Ciudad Fernández, y Arnulfo Urbiola Román de Rioverde, respecto a las de desapariciones de mujeres en ambos municipios.

No queremos más acosadores, ni que la UASLP los encubra. Queremos ser escuchadas, que se tomen con seriedad nuestras denuncias y que se haga algo al respecto. No merecemos estar en esta situación”, expusieron estudiantes de la Facultad de Psicología de la UASLP.

Una muestra del panorama en torno a desapariciones, feminicidios y violencia contra las mujeres que se vive en el territorio potosino como marco permanente para la presentación de trabajos como la película “Ruido”, de Natalia Beristáin, que –desde el título– resulta claro que busca que ese sonido desarticulado que desagrada a las autoridades se vuelva algo con repercusión pública.

Una repercusión pública que no sólo provoque indignación entre quienes vean la película, sino que esa indignación se manifieste en solidaridad con quienes enfrentan el horror de no saber lo que pasó con un familiar, pero también en exigencia a las autoridades indolentes para que asuman su responsabilidad, tanto para prevenir como para investigar y sancionar los casos acumulados.

 

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