Por Victoriano Martínez
El alcalde Enrique Galindo Ceballos está muy contento con sus patrullas. Casi como quien sale de la agencia con un auto de lujo nuevo, aunque tenga por delante un costoso esquema de arrendamiento para convertirse en su propietario unos cuantos años después, pero confía en generar los ingresos para hacer frente a los pagos.
A diferencia del particular, quien tiene que hacer frente al compromiso con sus propios medios, Galindo Ceballos ya tiene su plan para pagar las patrullas: incrementar de manera voraz los mecanismos de recaudación del Ayuntamiento.
Por cada una de las 92 patrullas, Galindo Ceballos pagará 4.12 veces lo que su antecesor Xavier Nava Palacios pagó por la que arrendó, aunque sin derecho a conservarlas. La cuestión es si vale la pena pagar 312 por ciento más por el derecho a volverse propietario de vehículos con un desgaste de tres años de trabajo rudo.
Galindo Ceballos requiere 203 millones 5 mil 67 pesos, y no los 150 o 170 que declaró públicamente, para lucir sus patrullas con falta de ortografía incluida. “Pequeñas” diferencias que revelan su urgencia para plantear tablas de progresividad exponencial en cobros de impuestos y derechos, como en los casos del predial y el traslado de dominio.
Por cierto, pretendía aplicar sus geniales tablas de progresividad a los traslados de dominio iniciados en 2021, pero su directora de catastro entendió mejor el reclamo hecho por notarios, ante quienes Galindo Ceballos mostró sobrada soberbia para siquiera considerar la posibilidad de recurrir al Congreso del Estado para corregir el dislate matemático en la Ley de Ingresos. Le urge dinero.
Tanto le urge el dinero a Galindo Ceballos, que entre los policías municipales ya circulan recomendaciones para no ver mermados sus ingresos personales vía mordidas, como un audio que circula en redes sociales en el que se alerta que los cuadernos de infracciones resultarán insuficientes para las multas que van a aplicar montados en sus nuevas patrullas.
Con un rebuscado esquema de institucionalización de la mordida, según cuenta el presunto policía del audio, las videocámaras que se incluyen en las patrullas, además de atentar contra su derecho humano a la privacidad al registrar todas sus conversaciones, tendrán el efecto de inhibir la mordida. Un efecto positivo… aparentemente.
La advertencia del presunto policía es que, en compensación a la imposibilidad de que anden de mordelones, por cada infracción y/o infractor remitido a barandilla o al Ministerio Público, en sus quincenas verán reflejada una comisión extra.
¡Agárrense! Para que los elementos recuperen lo perdido vía mordidas, la excesiva ambición recaudatoria de Galindo Ceballos los ha lanzado a la calle a utilizar cualquiera de las 224 causas de infracción como pretexto para infraccionar a destajo a cuanto incauto automovilista se deje.
La innovación policiaca del alcalde es transformar a los policías mordelones en policías comisionistas, así incurran en abusos en la aplicación del reglamento de tránsito. Sabe que los policías buscarán no perder y, al hacerlo, multiplicarán la recaudación… aunque el esquema tenga poco efecto en la seguridad vial de la población porque es lo que menos le importa.
Toda una estrategia para pagar tres veces más caro un servicio que, efectivo o no, se tuvo durante la anterior administración municipal y que, en la actual, despide un tufo a negocio poco claro con colegas en viejas carreras en el servicio público: el arrendamiento se contrata a un personaje del grupo de Enrique Peña Nieto, el antiguo jefe de súper policía Galindo Ceballos.
Lumo Financiera del Centro S.A. de C.V. S.O.F.O.M. y Luis Humberto Montaño García tienen un largo historial de contratos dudosos a lo largo de todo el país: simulación en licitaciones en el Estado de México; renta poco transparente de camiones de basura en Ensenada o en Culiacán; ganar licitaciones con ofertas cuyo costo se multiplica en la contratación.
Tampoco sería el caso el de San Luis Potosí en el que esa empresa rente vehículos a un costo muy superior a lo que costaría la compra directa, tanto de vehículos para uso particular como en casos de patrullas, incluso sin importar si se trata de ciudades o poblaciones pequeñas.
Este mismo mes, la empresa contratada por Galindo Ceballos, se encuentra en proceso de entrega de patrullas al gobierno de Colima, para distribuirlas entre los ayuntamientos de ese estado y que, en el caso de Manzanilla, la alcaldesa se niega a recibirlas por dudar de la legalidad del contrato de arrendamiento. Se trata de 157 patrullas a un costo de 300 millones de pesos.
La poca transparencia con la que Galindo Ceballos ha llevado el proceso de la adquisición de las patrullas sumado a las mentiras sobre sus costos, despiertan muchas dudas sobre el proyecto que representan, sumadas a la irresponsabilidad de haber dejado por una semana más la ciudad sin vigilancia para aparecer en la foto de la entrega, con costosa propaganda de por medio.
De acuerdo con la escasa información que publica en la Plataforma Estatal de Transparencia (Archivo Excel, fila 271), el contrato se firmó el 16 de diciembre y aun así no lo ha hecho público ni siquiera para sustentar las comparaciones que hace contra las rentadas por Nava Palacios.
Un dato que resulta relevante es que, en el apartado “fecha de inicio del plazo de entrega o ejecución de servicios contratados u obra pública” se señala el 26 de diciembre. Es decir, hoy hace justo un mes que la ciudad no tendría por qué haber padecido la falta de patrullas. ¡Pero es más importante el ego del alcalde que la seguridad ciudadana!
Para colmo, la vigencia del contrato también comenzó ese 26 de diciembre, es decir, ya se pagó el primer mes de renta sin que los paganos hayan obtenido ningún beneficio a cambio, salvo la desgracia de haberse podido percatar del tamaño del ego del alcalde y del tipo de personaje que tiene en sus manos las determinaciones más importantes para la ciudad.
Pero el alcalde Enrique Galindo Ceballos está muy contento con sus patrullas.
Como quien se luce con juguete nuevo al grado de jugar con su ego como pegote sobre la palabra policía, así mancille la ortografía.
Como quien le manda un guiño a su antiguo jefe, así lo haya despedido por volverse insostenible por encabezar graves violaciones a derechos humanos.