Por Victoriano Martínez
Lo que más aparece como prueba no superada por el alcalde Enrique Galindo Ceballos en el caso del puente deprimido junto al templo de El Saucito es su voluntad de diálogo y el valor de sus promesas, por lo que sorprende que, ante la crisis, prometa diálogo con una postura en la que prácticamente asume que les hará el favor.
“Yo quiero que dialoguemos, los espero para dialogar”, les dice a través de un video publicado en redes sociales a quienes desde hace más de un año lo han buscado y le han pedido dialogar y, para colmo, a quienes les prometió que, si no estaban de acuerdo con la obra, no se realizaría.
Un “los espero” expresado cual superior jerárquico y con ecos autoritarios de quien por la mañana del lunes también les ofreció diálogo, pero por la noche del martes los trató de sorprender con el arranque furtivo de la obra, movilización policiaca incluida. “Desafortunadamente hubo resistencia de vecinos y vecinas que no estuvieron de acuerdo y ordené inmediatamente retirarnos del lugar”.
Un “los espero” que deja en el olvido que hace menos de tres años fue a El Saucito y les hizo la promesa hoy incumplida para pedirles su voto para ser contratado como presidente municipal. Promete diálogo, pero ni ha honrado sus promesas ni ha mostrado una verdadera voluntad para dialogar, y los inconformes con la obra lo han padecido.
Todavía desde el plantón frente al templo de El Saucito provocado por su intento furtivo de inicio de la obra, los manifestantes lo convocan a dialogar con una lógica más apegada a un sentido democrático que la de un alcalde que antepone a su llamado al diálogo un “aunque la ley y el derecho me asisten”.
Si tan convencido está de las bondades del proyecto y de que no afecta el patrimonio cultural tangible e intangible, ni la ecología del lugar, ¿por qué no atender a los vecinos de El Saucito desde hace más de un año? Hoy aún lo llaman a que exponga ante la comunidad lo que muchas veces ofreció que haría, socializar el proyecto, pero no hizo.
“Aquí (…) delante de la gente de El Saucito, para que no se preste a que después digan que fue una negociación en lo oscuro, atrás de la puerta, que sea a la vista de todo mundo para que todo mundo quede satisfecho y de conocimiento de las decisiones que El Saucito y su gente han tomado”, pidió uno de los manifestantes.
Si Galindo Ceballos no ha mostrado verdadera voluntad de diálogo, su contraparte dio la tarde de este jueves una muestra de todo lo contrario. Los vecinos se reunieron con autoridades eclesiásticas, quienes acudieron a El Saucito para escuchar sus dudas y los perjuicios que consideran les provocaría la obra.
La reunión con los representantes de la jerarquía católica fue abierta y además se transmitió vía Facebook. Ante ese gesto de voluntad de diálogo, los inconformes llegaron a acuerdos y retiraron el bloqueo del templo.
En sus exposiciones, los inconformes con la obra expusieron preocupaciones por aspectos que no se han considerado en el proyecto como, por ejemplo, que en ningún momento se ha hablado de que la construcción de puente modifica totalmente la avenida Fray Diego de la Magdalena que es una vía procesional que tiene 170 años.
Una modificación que incluye el retiro de los árboles, cuando en la ciudad existen cuando menos dos antecedentes en los que, por la vía de amparo, se han impedido casos similares: el de Manuel y Crecencio bajo los nuevos brazos del Distribuidor Juárez y, más reciente, el de los árboles de la avenida Himno Nacional.
Si existe una prueba permanente para quienes ocupan cargos de elección popular, es la de demostrar que tienen verdadera voluntad de tomar en cuenta a quienes representan. Una autoridad que se muestra más organizada para tratar de controlar inconformidades de sus representados que para proteger su seguridad, difícilmente la supera.