Las razones por las que amamos acariciar animales

EFE-Buhos

 

Ciudad de México (02 de diciembre de 2015).- Imagínate la escena, que has de haber visto ya en diversas películas:

Una silla se voltea y aparece el villano de la película, acariciando un pequeño y dulce gato. Justo en ese momento el malo no parece tan malo, en realidad se ve tranquilo, relajado, casi hasta parece una persona normal…

A muchísimas personas nos gusta acariciar animales… ¿Pero por qué?

Tal vez una de las razones sea porque sabemos y sentimos, que a nuestras mascotas les encanta ser acariciadas. De acuerdo a los resultados de un estudio realizado a ratones por el Instituto de Tecnología de California en Estados Unidos, estos pequeños roedores adoran ser mimados, pues tienen en la piel un tipo específico de células sensoriales que responden a las caricias.

Aunque disfrutemos hacer felices a nuestros perros, gatos, hámsters y conejos, esta no es la razón por la que nosotros sentimos placer al acariciarlos. Muchos estudios sugieren que los receptores en nuestra piel envían señales a diferentes puntos de nuestro cerebro. En las imágenes de resonancia magnética realizadas al cerebro mientras una persona está acariciando algo suave y felpudo, se puede observar cómo incrementa nuestra actividad neuronal debido al aumento de la presión sanguínea. Y esto pasa estemos o no conscientes de que estamos acariciando algo.

¿Alguna vez has notado que llevas cuatro horas viendo Netflix y no has dejado de acariciar a tu mascota ni un minuto? Bueno, de acuerdo a la doctora Tiffany Field del Instituto de Investigación del Tacto de Miami en Estados Unidos, “esta actividad implica la estimulación de los receptores de presión debajo de nuestra piel, lo que nos lleva a un estado de relajación y disminuye las hormonas del estrés”. También comentó que la respuesta que recibimos, como el ronroneo de los gatos, es altamente placentero.

Aunque eso, no es lo único que nos relaja.

Otra cosa que casi todos hemos hecho en la vida durante horas es reventar las bolitas en el plástico de burbujas. Para la doctora Tiffany Field, una de las hipótesis es que en muchas de las sociedades occidentales, se vive una cultura de poco contacto humano, por lo que sustituimos el placer de tocar a otros seres humanos, explotando pequeñas burbujas de plástico, sintiendo la textura de telas como la seda o el terciopelo, o acariciando al Firulais.

Ahora ya sabes por qué nos gusta andar de apapachadores con los animales. Así que corre con tu mascota o con tu humano favorito y llénalo de caricias. No sólo los harán sentir muy bien, sino que ustedes se relajarán y se sentirán felices.

Fuente: Click Necesario.

 

Skip to content