Abelardo Medellín Pérez
A escasos días de que el gobernador potosino, Ricardo Gallardo Cardona, celebre otro informe gubernamental, su administración se encuentra en una de las crisis de credibilidad más profundas que ha tenido desde que inició el sexenio; y lo más sentido para él: todo ha sido fuego amigo.
Es difícil afirmar que el gobierno tiene “crisis de credibilidad”, porque para que eso ocurra la administración Gallardista primero debería tener una pizca de dicha virtud. No es el caso. El gobernador es adulado, es seguido, es admirado, pero desde sus más fieles lame botas del gabinete, y hasta los más leales simpatizantes de las colonias, siguen al gobernador por lo que es en realidad: un megalómano con delirios de carisma.
Pese a ello, cierto es que, desde que inició su mandato, no se había topado de frente con tan frecuentes correctivos a sus falacias.
En poco más de dos semanas, y durante el mismo mes que celebra la mitad de su sexenio, Gallardo Cardona ha recibido, no uno, sino dos estate-quietos por parte del gobierno federal, en los cuales se le ha recordado que puede tener la lengua muy larga, pero no le alcanza para hablar por encima de lo que digan las dependencias del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
A finales de agosto pasado, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) publicó un dictamen técnico de la visita a las obras en el Barrio de San Miguelito que realiza la Secretaría de Desarrollo Urbano, Vivienda y Obras Públicas (Seduvop); en este documento evidenció lo que ya se sospechaba: el gobierno dejó un mugrero, no respetó las condiciones que se le pusieron para hacer sus obras y, por si fuera poco lo anterior, desapareció adoquines del Centro Histórico tal como temían los vecinos y el Instituto.
Tras la publicación del dictamen, se le cuestionó al gobernador el porqué de tan predecibles y nefastos resultados, a lo cual el gobernador respondió que era mentira y arremetió contra el INAH al afirmar que la dependencia federal, tenía un pleito jurado contra su administración, una animadversión tal que el Instituto habría sido omiso en responder a la solicitud para remodelar la Alameda Juan Sarabia de la capital.
Importante este último punto, pues ha sido una de las tantas obras grandes que el gobernador no ha podido iniciar, porque, para su mala suerte, la obstinación de hierro que carga no basta para saltarse los muy necesarios estudios que realiza el INAH.
En dichos quedó el berrinche y Gallardo Cardona creyó que se trataba de otra queja dolosa que podría plantar en el foco público impunemente… y pues no fue así.
Un día después de la arremetida del gobernador contra el INAH, el instituto publicó un comunicado en el cual lo desmentía y directamente afirmaba que, si no se había respondido a la solicitud de obra en la Alameda Juan Sarabia, era porque el gobierno nunca entregó dicha solicitud.
El INAH, prácticamente reveló que la batalla “San Luis Potosí vs. INAH” que intentaba vender el gobernador, en realidad era una pelea de “Gallardo vs. Sus Enemigos Imaginarios”, donde el gobernador no tenía forma de encubrir las múltiples irregularidades de sus obras y optó por inventarse un conflicto para desviar la atención. Pues muy polémico e interesante su intento de gresca, pero por favor, gobernador, vaya y pregunte a las decenas de vecinos de San Miguelito, que viven entre inundaciones y carencias en servicios básicos, si a ellos les importa en algo que usted esté muy enojado con el INAH.
Una situación similar ocurrió esta semana con el desabasto de medicinas e insumos que padece el Hospital Central “Dr. Ignacio Morones Prieto”, problemática que provocó el paro de Médicos residentes y reveló las deficiencias del sistema del IMSS-Bienestar al que el gobernador decidió suscribirnos.
Tras el estallamiento del paro entre los médicos y la publicidad que se le dio al desbasto de insumos, el gobernador potosino comenzó a declarar (y a mandar a sus fieles para que declararan) que el abasto de medicinas del Hospital Central, al igual que de otra decena de Hospitales del estado, ahora depende del IMSS-Bienestar, y afirmó que, si faltan materiales, es culpa del sistema federalizado, pero la administración potosina lo resolvería.
No habían pasado ni bien 24 horas desde que la Directora de los Servicios de Salud salió a defender la postura del gobierno, cuando los laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (Birmex), entidad encargada de las adquisiciones de insumos del sistema IMSS-Bienestar, emitió un comunicado en el cual responde a los dichos del gobernador y afirma que, efectivamente, ellos tiene la obligación de surtir materiales, pero aclararon que en lo que va del 2024 ya han surtido más 1.6 millones de insumos y han cubierto el 92 por ciento de las entregas programadas para San Luis Potosí.
Al gobernador se le hizo muy fácil deslindarse del problema y colgarse la bandera de héroe, sin embargo, Birmex se adelantó a cualquier acto de falso rescate y plantó la duda: si el gobierno federal ha mandado tantos materiales como afirma, ¿qué ha hecho el gobierno potosino con ellos?
No quisiera convertir este espacio en un conciliábulo de perspicacias, pero… ¿se acuerdan que cuando Gallardo Cardona tomó posesión en septiembre del 2021 se quejó amargamente de que los servicios de Salud habían dejado que medicinas e insumos se pudrieran en las bodegas por pura negligencia? Pues ¡aguas, gobernador!, desde aquí, y a partir de lo dicho por Birmex, pareciera que su administración “no pela piñas”.
En el mismo mes que el gobernador pretende pararse frente a los potosinos e informar de sus acciones, dos dependencias federales han salido por temas distintos para denunciar indirectamente los mismo: el gobernador miente.
¿Con qué cara va a presumir el gobierno que sus datos son precisos, que sus acciones son plausibles, que sus promesas fueron cumplidas, si en los asuntos más severos, necesarios e inmediatos ha demostrado sobradamente que los reviste la falsedad?
¿Qué va a informar el gobierno de un sátrapa doblemente desmentido?, ¿Qué el retraso en San Miguelito es otra vez culpa del INAH?, ¿Qué las insulsas obras de Himno Nacional son culpa de los ciclistas?, ¿Qué su apatía contra la Sierra de San Miguelito es culpa de los activistas?, ¿Qué el retraso en la construcción de la Vía Alterna es culpa de los empresarios?
¿Quién es el siguiente chivo expiatorio?, quizá uno más local, como la mayoría de las víctimas del discurso oficial; un nuevo chivo expiatorio que al momento de desmentirlo no le provoque las laceraciones políticas que provoca ser lavado de la boca por la mano federal.
Esta es la marca con la que llega el gobernador Gallardo Cardona a la mitad del camino: una administración que se gobierna a punta de embustes, calumnias y patrañas.
Ojalá que las recientes lavadas de pico que ha recibido el Pollo, sirvan de correctivo para la verborrea que frecuenta cuando se ve acorralado por sus propias circunstancias, y que las advertencias que nos ha dado Birmex y el INAH en este mes nos sirvan a los ciudadanos para recordar una cosa: cuando los pollos pían, es porque mentiras llevan.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.