Octavio César Mendoza
Los malabarismos del destino suelen colocar a los hombres en escenarios donde se pone a prueba la templanza de su espíritu. Así, lo que para unos puede ser una bendición, para otros resulta todo lo contrario. Toda condición humana se desnuda ante la observación sin prejuicios de la misma, si se utiliza para ello una mirada crítica, pero neutral, del personaje observado.
Desde siempre, la virtud humana más valorada es la lealtad, porque esta es muestra de agradecimiento permanente. Por algo el rincón más oscuro del infierno está reservado a quienes hicieron de la traición una forma de alcanzar sus fines.
En ese sentido, la única forma de saber en quién confiar es confiando absolutamente en todos. Este método por descarte es el que solemos utilizar a lo largo de la vida para valorar la importancia de las personas en nuestro entorno, y el lugar que ocupan en nuestro corazón.
Para aprender a ser leal se tiene que empezar por aprender a confiar. Quienes tenemos la fortuna de contar con un amigo incondicional, sabemos que no hay batalla de la cual logremos salir moralmente derrotados porque tenemos la fuerza del amigo. La lealtad del mismo se premia al final de todo, aunque no exista necesidad de ello, por correspondencia. Paradójicamente, no hay peor ingrato que el que actúa con mezquindad hacia quien le ha sido leal toda la vida.
Aquel que hace todo por elevar a la cúspide al amigo, el que está a su lado en las buenas y las malas, el que resiste los embates de los adversarios defendiendo las causas de su amigo, el que nunca pide nada en el pináculo del poder, ni espera nada al final, porque sólo le interesa que el amigo trascienda por sus obras y sus actos, ese es el hombre más leal.
Sin embargo, la mayor de las lealtades a las que puede aspirar un hombre, es la lealtad a sí mismo, pues son los principios y valores de una persona los que le permiten obtener la fortaleza con la cual enfrenta las adversidades de la vida, y porque al final de la misma, en el éter de la muerte, el hombre comprende que hablaba con dioses y no con hombres, y el dios de dioses era él mismo.
Pero no me voy a poner más mamador literario-filosófico, porque mi intención es mencionar el nombre de un amigo leal y agradecido que es bien correspondido por quienes tenemos la fortuna de ser sus amigos pero que, sobre todo, es absolutamente leal a sí mismo: Miguel Maya Romero.
El líder de Astrolabio, que defiende la libertad de expresión a toda costa, que permite a sus colaboradores trabajar sin presiones ni líneas, y que ante todo persigue que la sociedad conozca la verdad, se encuentra bajo el fuego de la oligarquía en virtud de que este medio de comunicación, Astrolabio, reveló un audio que es de interés nacional, en el cual se revelan los voraces e irrefrenables planes de destrucción de la Sierra de San Miguelito.
Hoy que la crisis del agua es una realidad, y que necesitamos defender la Sierra de San Miguelito para que los mantos acuíferos se recuperen; hoy que tenemos un gobernador que sabe que defender la justicia social es enfrentar a quienes han hecho de las leyes una trampa que beneficia a las oligarquías; hoy que la cuarta transformación lucha contra las mafias de los poderes judiciales, es justo defender al justo en contra del poderoso; y yo defiendo al amigo y al hermano, porque su éxito es resultado de su amor por la verdad, de su cultura del esfuerzo, y de su compromiso con la ciudad de San Luis Potosí a la que él, como muchos de nosotros, amamos tanto.
Miguel, amigo: el pueblo está contigo.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Nació en San Luis Potosí en 1974. Actualmente es director de Publicaciones y Literatura de la Secretaría de Cultura, y también dirige la Casa del Poeta Ramón López Velarde y la Editorial Ponciano Arriaga. Ganó el Premio Nacional de la Juventud en Artes en 1995 y el Premio 20 de Noviembre en 1998 y 2010. Ha publicado siete libros de poesía y uno de cuento. Fundador de las revistas Caja Curva y CECA, también colaboró en Día Siete, Tierra Adentro, entre otras. Asesor de Marcelo de los Santos Fraga de 1999 a 2014, siendo él presidente municipal, gobernador y director de Casa de Moneda de México.