¡Lesbiana!

Olga Elizabeth Lucio Huerta

Una vez, en la universidad una compañera me dijo que ella había crecido con la idea de que la palabra “lesbiana” era una mala palabra. Era verdad, en mi núcleo familiar o escolar nunca se habló de “lesbianas”. Si acaso se decían cosas como:

-Fulanita es machorra y los papás se organizarón para que la corrieran de la escuela. Estaba en segundo de primaria y no volví a ver a fulanita años después, en una plaza de la mano de su novia. Supe muy chica que ser lesbiana, o machorra no debía ser bueno.

Yo lo logré nombrar a los 27 años. Lo supe después de ver “Huesera”, una película de terror mexicana que habla sobre cómo las mujeres vivimos atrapadas en un sistema que perpetúa la heterosexualidad obligatoria, en donde el “camino natural” para las mujeres es convertirse en esposas y después madres. Toda la película me hizo sentido porque lo mismo que le pasaba a la protagonista me sucedía a mí: ella, una mujer lesbiana se había convencido de que lo correcto era quedarse para siempre con el buen hombre que la había elegido. Pensarías que la aparición de un ente sobrenatural en la trama es lo más terrorífico… hasta que ves la cárcel de la heterosexualidad.

Debo decir que mi mamá supo muchos años antes que yo que era lesbiana. Cuando tenía 16 años me preguntó si me gustaban las mujeres después de encontrarme llorando en mi cuarto. En ese momento me ofendí y lo negué. Ese día me apresuré a publicar en Facebook que me urgía novio porque mi mamá se había atrevido a sugerir que era “gay”, y entonces me apresure en enfrascarme durante 11 años en relaciones largas con hombres.

Hoy sé que las mamás siempre saben cosas de las hijas y es que mi madre siempre descubre todos mis secretos. Aun así, siempre sentí que era mi obligación amar y gustar de los hombres a pesar de sus violencias, de las relaciones sexuales incómodas… y de que me sentía perdida, como si estuviera viviendo una vida que no era mía. Pero sentía que era la que debía vivir.

Y es que desde que nacemos todo el sistema está hecho y concebido para que a las niñas nos gusten los niños y viceversa. Nos dicen que las niñas van de rosa y los niños de azul y así un sinfín de “enseñanzas” hasta que tu primer aprendizaje sobre educación sexual es ponerle un condón a un pepino. Todo en todas partes refuerza la creencia de que todas las personas son, o deben ser, heterosexuales sin cabida al cuestionamiento: lo “antinatural”, lo “malo”, lo “desviado” y “enfermo” es no serlo.

El 5 de mayo en Barrientos, Argentina Pamela Cobbas, Roxana Figueroa, Andrea Amarante y Sofía Castro Riglos fueron atacadas con una bomba molotov por ser lesbianas; en su propio hogar – ¡Las mataron por lesbianas! Gritaban las consignas de las manifestaciones que desencadenaron su lesbicidio. El asesinato de Pamela, Roxana y Andrea nos recuerda que no existen lugar seguro para las mujeres que desafían los mandatos de la heterosexualidad obligatoria y que cuando se contradicen, hay consencuencias.

A pesar de todo, las mujeres lesbianas resisten, están en todas partes y en todos lados, siempre han estado ahí; algunas más visibles que otras, otras, aún no lo saben o no lo pueden siquiera nombrar, algunas son muy jóvenes y otras muy mayores.

Existimos y nos encontramos en todas partes. De vez en cuando me descubro compartiendo miradas de complicidad con otras lesbianas en la calle, no hablamos, no decimos nada, pero ambas nos miramos apenas un segundo como diciendo:

-Acá estoy también, lesbiana.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Olga Elizabeth Lucio Huerta es activista feminista y defensora de derechos humanos, actualmente colabora en Lúminas A.C y en Marea Verde SLP, es pasante en Lengua y Literatura. Cuenta con formación en perspectiva de género, derechos humanos y educación popular.

Lúminas, A.C. es una organización sin fines de lucro dedicada a la promoción y defensa de los derechos humanos con especial atención en las mujeres y las infancias y sus Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (DESCA). La integran Olga Elizabeth Lucio Huerta, Gabriela Alejandra Rodríguez Cárdenas, Mónica Reynoso Morales, Fátima Patricia Hernández Alvizo y Maritza Aguilar Martínez.

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