Licencias de conducir: Gobierno vende irresponsabilidad a 270 pesos

Por Victoriano Martínez

La licencia de conducir no es una autorización que otorgue el gobierno para manejar un vehículo, es un documento que acredita que se tiene la capacidad para operarlo sin representar un riesgo para los demás. Eliminar el requisito de la prueba de manejo es un acto grave de irresponsabilidad y una violación a la Ley de Tránsito del Estado.

Omar Valadez Macías, secretario de Finanzas, anunció que, a partir del 1 de marzo, la constancia de manejo será sustituida por una carta compromiso debido a que la ciudadanía no tiene tiempo de realizar la prueba de manejo. El colmo de la irresponsabilidad desde el servicio público.

El primer acto de responsabilidad de una persona que pretende ponerse al volante de un automóvil es tener la disposición para acudir a la prueba de manejo para demostrar que está en aptitud y cuenta con los méritos para contar con su licencia de conducir.

No es cuestión de tener tiempo o no para realizar la prueba, sino una obligación civil que se atiende en atención a la seguridad vial de sus conciudadanos sea por convicción o simplemente por atender a un requisito legal.

El primer efecto del anuncio de la eliminación de la prueba de manejo para obtener la licencia de conducir fue el de un llamado a la irresponsabilidad: dejaron de acudir a las instalaciones del CREA, por la calle Injuve, para realizar su prueba de manejo.

Desde las cinco de la mañana comenzaban a llegar personas a ese lugar para cumplir el requisito que para obtener licencia de conducir establece la fracción III del artículo 36 de la Ley de Tránsito del Estado, y se anotaban en una lista por orden de llegada, de la que sólo 25 alcanzaban a someterse a la prueba de manejo.

A las siete de la mañana llegaban los elementos de la Unidad de Policía y Tránsito de la Guardia Civil Estatal (GCE), revisaban la documentación de los primeros de la lista y descartaban a quien no los presentaba completos para dar oportunidad a los siguientes de la lista hasta completar los 25 que, tras ese filtro, podían someterse a la prueba.

Durante la explicación de la dinámica de la prueba de manejo, el elemento de la Guardia Civil hacía una exposición sobre la importancia de acreditar estar en aptitud de manejar, no sólo en la operación física del vehículo, sino en conocer las reglas de tránsito para circular tanto en la ciudad como en carretera.

Se congratulaba de la existencia de la prueba de manejo, aunque lamentaba que no fuera más a fondo, porque representaba una medida mínima para evitar que quien cuente con una licencia de conducir sea un potencial causante de accidentes viales, desde leves hasta fatales.

Pasaban a los examinados una carpeta con los tipos de señalamientos que hay en las calles, avenidas y carreteras y hacían una explicación de las más relevantes, para enseguida describir la pista en la que se desarrollaba la prueba, en la que se debía aplicar el uso correcto de intermitentes, direccionales y realizar maniobras básicas.

El elemento de la Guardia Civil hacía la demostración del recorrido y después cada aspirante al certificado de manejo: respetar un alto en el camino, estacionarse en tres movimientos, estacionarse en batería, una reversa de unos 20 metros, evadir obstáculos en zigzag hacia adelante y en reversa, ajustarse a una reducción de carril también hacia adelante y en reversa.

El recorrido de la pista estaba marcado con conos y llantas, y quienes realizaban la prueba no podían tocarlos con su vehículo. Con una sola falta quedaban descartados para recibir la constancia y se les daba la oportunidad de volver a realizar la prueba después de un mes. No eran pocos quienes resultaban reprobados.

El flujo permanente de personas que acudían para someterse a la prueba de manejo, siempre en número mayor a las que podían atender, desmiente la irresponsable justificación de Valadez Macías: quizá la gente no tenga tiempo, pero está dispuesta a tomárselo con tal de cumplir con un requisito que, de paso, es en beneficio propio y general.

La evaluación sobre la aptitud para contar con licencia de conducir, en las mejores prácticas, no sólo se considera para otorgar el documento por primera vez, sino como una medida periódica para que, incluso quien ya cuente con la licencia, demuestre que los efectos de la edad no han mermado capacidades, además de conocer la actualización de las reglas.

Si siempre acudían más de 25 personas en el CREA para realizar la prueba de manejo, antes que quitar el requisito lo que urgía era que se ampliara la capacidad para atender a los interesados en obtener su licencia.

Pero la irresponsabilidad es cómoda, hoy ya sólo hay que esperar a que llegue el viernes para que sea innecesario presentar la prueba de manejo porque, para la autoridad, antes que cumplir con ese acto de responsabilidad y de cumplimiento de la ley, bastará con un pago de 270 pesos para obtener una carta compromiso… y de paso, la licencia deja de ser gratuita.

Sin duda, la prueba de manejo –aun con las limitaciones que tenía– representaba una medida preventiva de conflictos viales de distinta índole. ¿De qué manera una carta compromiso de 270 pesos vuelve aptos a los conductores?

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