Octavio César Mendoza
El Economista, diario de tendencias neoliberales, hizo circular en días pasados una evaluación de la medición de popularidad de los gobernadores de México. Y, en efecto, cuando sus críticos a morir despertaron, “el pollosaurio” seguía ahí, en segundo lugar del ranking a nivel nacional, debajo del mandatario de Yucatán apenas por un par de puntos.
En San Luis Potosí, sobre todo entre la clase clasista -que no necesariamente son los ricachones-, existe una renuencia a tratar a RGC24 como lo que es: un gobernador querido y respetado por la mayoría de sus gobernados. Esa idea de que “el pollo” no pertenece a las rancias estirpes, tiene un pasado funable, y es un peligro para la democracia, fue una construcción de la ultraderecha clasista y pedorra, más que pomposa (algunos de ellos no saben hilar el día con la noche) basados en el prejuicio de una auto percepción de superioridad rayana en el ridículo patético de que ellos son blancas palomas de Dios. Si no los conociera.
Ellos son los mismos que intentan denigrar a quien no coincide con su cuadrada visión del mundo. Buscan desaparecer del escenario a quien no baile a su ritmo, por lo que son capaces de dar muerte civil a quien no cuente con los aliados y los recursos necesarios para sobrevivir. Los he sufrido.
He ahí que un Guadalupe Torres Sánchez reciba el castigo pueril de lerdos súbditos del dinero que intentan, columna tras columna, derribar la que es la verdadera esencia de él como persona: su inteligencia y su bondad. Para elles, el Secretario General de Gobierno les resulta una amenaza hacia sus intereses económicos y lo que eso significa en el futuro político del Estado. Entre la envidia y el odio, le juegan cartas marcadas en el lomo con una equis más negra que su consciencia. Como si no conociera yo su juego.
Ahora, esa misma clase clasista de Mercedes Benz y Desayuno en Tiffany’s emprendió una guerra sucia contra una mujer que juega limpio: Sonia Mendoza. Para ellos, aunque su piel dé el tono, no es Morena; aunque con su salida del PAN en 2021 le haya devuelto (procesada con jugos gástricos) la amarga medicina de la derrota a esa entelequia llamada PRIAN, ella no es Verde; y aunque haya trabajado toda su vida para lograr sus triunfos, ella no es del Partido del Trabajo. Si no es todo eso, y aún así va a sacar del Palacio Municipal de la Capital al PoleSÍa, entonces debe ser un fenómeno que atenta contra el clasismo furibundo de los bien nacidos con la bendición blanqueadora del Papa Cleaner, y de ahí se agarran para darle con todo a su campaña sucia y misógina contra Sonia. Como si no los hubiera escuchado.
Los clasistas hacen de todo para destruir vidas, reputaciones, carreras, méritos. Ellos, por ejemplo, no impulsan a sus parejas a buscar cargos públicos, pero son varias y sí las tienen (o tuvieron) en la nómina, junto a todos sus parientes y compadres, para que no la pasen o pasaran mal, bien cuidados con cientos de guaruras. Ahora, si Ruth González quiere ser Senadora y tiene los méritos, el carisma y la fuerza electoral del Gallardismo para lograrlo, para los clasistas se trata de nepotismo. Como si no se hubieran descobijado ante mis castos ojos.
En las antípodas del agravio, señalan en sus mesas marmóreas o de imitación de mármol que el ex Secretario de Economía, el rockstar Juan Carlos Valladares, ha perdido la razón y en una de esas hasta la oportunidad de ser “tan” reconocido como su padre, por culpa de la chusma-chusma con la que se le ocurrió hacer migas. Como si no pocos de los azorados hubieran amasado fortunas dshonestas para comprar prestigios cuestionables sin hacer ejercicio abusivo del poder. Como si fuera lo normal.
Me hartan los clasistas, como a la mayoría de la población a la que ellos ven hacia abajo desde sus excusado de oro. Ellos son quienes quieren engañar al pueblo, los que buscan dividirlo, los que gritan que persigan al ladrón. Ellos son los que, en el fondo, quieren ser lo que son Ruth, Ricardo, Guadalupe, Sonia, Juan Carlos: gente que viene de la cultura del esfuerzo, y que no deja de estar con la gente. Envidian y temen a esta clase política, y por eso su narcisismo les hace expulsar pestes desde su más íntimo infiernillo. Como si no supiera yo de dónde viene el hedor a azufre.
Querido Dios: si yo no fuera culpable de empobrecimiento inexplicable, quizás estas finas personas del Jet-set clasista me habrían hecho el favor de invitarme a sus últimas noches de caníbales; pero hasta ese cruel defecto tienen los clasistas: no saben reconocer que la inteligencia es más valiosa que el dinero, que la humildad es un regalo que sólo puede venir de las manos del padecimiento que se llena de amor, y que la vida es una rueda del infortunio, más que de la fortuna. A todos, nos esperan los trágicos destinos que le sobrevinieron a quienes nos precedieron -mi parafraseo de la cita borgiana de que a todo hombre le corresponde vivir los peores tiempos de la humanidad.
Actúan y actuarán los clasistas como siempre: ninguneando, despreciando, humillando, arrojando lodo sin mancharse las manos porque para eso pagan eyectores; pero serán derrotados por el pueblo, ese del cual no reclaman sino una sumisión y un respeto que no merecen los clasistas ni por su linaje, ni por sus fortunas, ni por su ego. Menos por sus frases hechizas mediante costosos publicistas. Como si no pudieran pagarle a un escritor.
Ahora que la política sirve al pueblo, a la gente, es cuando deberían empezar a quitarse estos clasistóides el disfraz del decente, del sabio, del intelectual, y del bien común. Aquí tienen su Zote o su Rosa Venus. Elijan. Como si no me leyeran para hacer corajes.
Soplen sus inquinas, que si a Gallardo le hacen lo que viento a Juárez en su santa glorieta, con igual razón a quienes “el pollo” ha enviado a cumplir la misión de llevar el ideario Gallardista a donde menos lo esperan: al sector Fifí, nice, cool, y fresa de San Luis Potosí.
Como si no supiera yo lo que eso les duele.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es poeta, escritor, comentarista y consultor político. Actualmente ocupa la Dirección General de Estudios Estratégicos y Desarrollo Político de la Secretaría General de Gobierno del Estado. Ha llevado la Dirección de Publicaciones y Literatura de la Secult-SLP en dos ocasiones, y fue asesor de Marcelo de los Santos Fraga de 1999 a 2014, en el Ayuntamiento y Gobierno del Estado de SLP, y en Casa de Moneda de México. Ganador de los Premios Nacional de la Juventud en Artes (1995), Manuel José Othón de Poesía (1998) y 20 de Noviembre de Narrativa (2010). Ha publicado los libros de poesía “Loba para principiantes”, “El oscuro linaje del milagro”, “Áreas de esparcimiento”, “Colibrí reversa”, “Materiales de guerra” y “Tu nombre en la hojarasca”.