Lo que viene

Óscar G. Chávez

A saber si es la temporada, donde todos y todas están llenos de buenas intenciones y propósitos positivos de año nuevo, o los fríos invernales que alteran la muy disminuida capacidad de razonamiento en los políticos, lo cierto es que sus dichos van de lo inocente y risible a lo absurdo.

Ahí tenemos, por ejemplo, que ya muchos políticos solidarios y compadecidos por la expulsión del alcalde Enrique Galindo, comienzan a ofrecerle cobijo bajo cualquier siglado, parece el indigente o cánido sin techo, frente al que todos se conduelen y procuran su arropamiento. Lo curioso es que hace apenas unos días, la mayoría de los que dicen abrirle las puertas, votaron en contra sus propuestas de incrementos en tasas municipales.

Dentro de esta revictimización y ansias de protección al noble alcalde del aprendizaje, lo único que falta es que el gobernador le abra las puertas de palacio y lo invite a despachar desde allí, para después obligarlo a afiliarse a su partido. Mucho no falta, la mayoría de lo que se hace en la capital él lo decide, lo mismo la nomenclatura de las calles que el uso de suelo en cualquier zona. Por cierto, ¿esto pasaría por el Cabildo?, si así fuera, tampoco extrañaría.

Poco, curiosamente, han aparecido en estos días ambos actores, el gobernador apenas sí ha opinado alguna tontería sobre el asesinato del alcalde de Tancanhuitz, sobre la asignación de recursos a la elección judicial y el asunto de los mandos policiacos en Soledad, mientras que el alcalde lo hizo para hablar de la necesidad de ajustarse el cinturón el próximo año, luego del fracaso en los incrementos propuestos al Congreso.

Si bien, es cierto que de antemano se sabía que iba a topar con la verde pared del palacio, también es evidente que le faltó mucha más capacidad  de negociación y operación política entre los legisladores. Seguro fue distraído (en tiempo y en recursos) por buscar apuntalar a su  proyecto y promesa al interior del Partido Acción Nacional y cómo no, si ahora será como su nueva cachorra obsequiada casi a la par de las fiestas navideñas.

Nada nuevo ni bueno se asoma para el próximo año, en lo que respecta al Ayuntamiento de la capital, ni por el propio alcalde y su corte de los milagros, menos por apoyo del gobernador, como no sea buscando su propio lucimiento. Tan distintos y tan similares al fin.

Una difícil designación, sin embargo, es la que enfrentará el alcalde a la hora de buscar relevo para la dirección de Cultura municipal. Ya muchos lo han mencionado: para la vacante dejada por su director, recientemente fallecido, será complicado encontrar un sucesor que se le pueda asemejar. Lo que sea de cada quien y en honor a la verdad, el mejor perfil que ha habido dentro del gabinete municipal, y pareciera que el único que funcionaba, fue precisamente el de Daniel García Álvarez de la Llera; quien, no olvidemos, también estuvo detrás del lucimiento cultural de otras administraciones panistas, al menos tres en la alcaldía y también un breve tiempo, dentro de la estatal de  Marcelo de los Santos.

Mientras, parece que acabó fallando el alcalde, y de nuevo el factor de los diversos frentes que pretende abarcar, en su estrategia de tratar de imponer en la dirigencia del PRI estatal a su sirviente la regidora Hernández Fiscal. Contando ya con el aval del priismo central, Sara Rocha será un escollo difícil de sortear, y no porque sea muy brillante, sino porque como toda plaga resultará una eterna molestia. 

No estará por demás que logre redactar una buena carta de peticiones decembrinas y que éstas acaben concediéndosele.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

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