Por Victoriano Martínez
Por si alguien dudaba de que los diputados de la actual Legislatura pudieran llevar hasta la ignominia su sumisión al gobernador en turno, este lunes lo volvieron a hacer: otra vez aprobaron nombramientos para personajes que ya habían rechazado. La novedad: complacer al gobernador saliente y, de pasada, quedar bien con el presunto entrante, por si acaso.
Con apabullantes 22 votos a favor de los ungidos, como se llamó a los rechazados vueltos a proponer, la gran mayoría de los legisladores ratificaron su condición de dóciles servidores del gobernador… ¿a cambio de qué?
Cuando nombraron a Javier Delgado Sam como consejero de la Judicatura, se estrenó la ruta de rechazarlo una vez, para que el gobernador lo vuelva a proponer y, entonces sí, aprobarlo cual si se tratara de un regateo en el que los votos de los diputados se vuelven más cotizados, sea para negociar cargos para allegados o ellos mismos a futuro, o incluso dinero.
Repitieron el esquema con Felipe Aurelio Torres Zúñiga para convertirlo en Fiscal Anticorrupción, proveniente del Poder Judicial.
El Poder Judicial, quizá por ser uno de los tres poderes, representó entre una extraña maldición con cierto margen de oportunidad de componendas para los diputados y el campo propicio para una exhibición involuntaria de los vicios ya no tan ocultos sobre los procesos deliberativos y de decisión del órgano colegiado que forman.
El 1 de octubre de 2020 comenzaron a sacar los trapitos al sol cuando, en una de las primeras sesiones presenciales tras la pandemia, se acusaron abiertamente de corrupción para ratificar a los magistrados cómodos para el gobernador Juan Manuel Carreras López y a despedir a aquellos que le resultaban incómodos.
Aquel día, la diputada Beatriz Benavente Rodríguez acusó, sin dar nombres, a algunos de sus compañeros de aprovechar el proceso de ratificación de los magistrados para abrir espacios para colocar a sus recomendados.
Tras asegurar que a él no lo hacían pendejo, el diputado Oscar Vera Fabregat reveló ese día que tenía la fortuna de estar en una posición en la que se enteraba de las instrucciones que los diputados recibían y puede enterarse de las cosas que pasan.
“No traigo el suficiente dinero para comprarlos como se vendieron muchos diputados el día de hoy, entonces pues hagan lo que quieran”, dijo para enseguida rematar con un “síganle así, ahí la llevan”. Vera Fabregat resumió aquella sesión con una sola expresión: ¡Qué papelón!
Aquel día los diputados inauguraban la serie ¡Qué papelón!, cuyo segundo capítulo ocurrió el 20 de abril, cuando recibieron tres ternas para el nombramiento de igual número de magistrados y entre los nombres propuestos figuraron por primera vez los ungidos.
Fieles al gobernador, pero con el antecedente de los casos Delgado Sam y Torres Zúñiga, los diputados comenzaron a tejer el nuevo capítulo del papelón, y el 27 de mayo rechazaron las tres ternas. Seguramente ni tuvieron que cruzar los dedos para esperar que Carreras López les repitiera los nombres de los ungidos como propuestas en nuevas ternas.
Con esos antecedentes, este lunes 19 de julio la sesión para nombrar a los ungidos fue de mero trámite, luego de que en los días previos se dieron los amarres para llegar con esa aplastante mayoría de 22 votos sin la más mínima vergüenza de tener que desdecirse de su voto anterior, porque queda en la total opacidad poder saber quiénes y a cambio de qué.
Son 27 los diputados y no sólo los 22 que votaron a favor saben la respuesta. A lo revelado por Benavente Rodríguez y por Vera Fabregat se suman las estridencias del diputado Edgardo Hernández Contreras, aunque ni lo de uno o de los otros se traduce en denuncias concretas ante las instancias procedentes. Total, en todo priva la impunidad… ¿por qué en esto no?
“Para mí es una pena haber formado parte de este Congreso donde no hay soberanía”, expresó Hernández Contreras. “Hemos perdido soberanía”, dijo el diputado Govea Arcos y agregó sobre las ternas: “si ya el Pleno las rechazó, es absurdo que se vuelvan a presentar”.
Si absurdo es que las vuelvan a presentar, más absurdo resulta que las aprueben, por lo que la razón por la que lo hacen apunta a lo señalado por Benavente Rodríguez, Vera Fabregat y Hernández Contreras: prebendas, recomendados y/o dinero, por el lado de incentivar el voto de los diputados.
En el otro extremo, el interés de Carreras López –el incentivador– resulta por demás obvio: colocar a su incondicional Armando Oviedo Ábrego, a la cuñada de su secretario de gobierno María América Onofre Díaz y, la que más le podría haber interesado, a la abogada defensora de los Gallardo, Silvia Torres Sánchez, hermana del anunciado próximo secretario de gobierno.
¿Qué le debe Carreras López a los Gallardo que, al día siguiente de la amenaza de Gallardo Juárez en la Plaza de los Fundadores volvió a enviar a su abogada como propuesta para ser magistrada? ¿Qué otra ofrenda entregará al presunto gobernador electo para acreditarle que los protegió todo el sexenio y que no les quede duda de que les cumplió?
La mayoría de los integrantes de la actual Legislatura hallaron, pues, el caminito para que mejor les redituara el cumplirle a Carreras López sus nombramientos a modo, con la ventaja de que, en el caso de los ungidos, habrán contribuido para que el gobernador le cumpliera a los Gallardo.
Algún mérito creerán haber logrado a los ojos de la gallardía.