Los candidatos. Inteligencia, pragmatismo y su circunstancia

Ángel Castillo Torres

La lucha por el poder demanda a los partidos y sus candidatos poner en juego una guerra de estrategias. La improvisación y ocurrencias no aseguran el triunfo, al contrario, propician errores e incuban la derrota. Ganar una competencia político-electoral exige inteligencia, cabeza fría, experiencia y conocimientos profesionales en la materia. Los políticos de café, los “grillos” y oportunistas de temporada, poco tienen que aportar. Por lo general a lo que se dedican estos encantadores de serpientes es a intrigar para quedar bien con el candidato, apostando a que su conducta cortesana y zalamera les asegure, después del triunfo, un buen puesto y un salario decoroso.  Así que, ojo candidatos (as), tomen en cuenta que aspirar a ganar los espacios de poder (cargos de elección popular) es un desafío que reta a la inteligencia. Por esta razón es que desde un principio los candidatos (as), cuando tienen oficio político, organizan un Cuarto de Guerra con expertos en el que de manera colegiada día a día van tomando decisiones estratégicas. Cada decisión que el candidato y su cuarto de guerra toman está sustentada en datos duros, investigaciones documentales y de campo, análisis político de coyuntura y prospectiva. Al final de una contienda gana el partido que mejor implementó sus estratagemas.

La inteligencia, el pragmatismo y las circunstancias hacen al candidato

Hoy son candidatos los que fueron más inteligentes, pragmáticos y los que se vieron beneficiados por las circunstancias. En efecto, después de meses de esforzarse por conseguir una candidatura no todos lo lograron. Muchos aspirantes que hoy están asimilando el amargo sabor de la derrota cometieron errores al no actuar con un enfoque estratégico. Maniobraron pensando con el hígado, creyendo que las puertas se abren a patas y no tocando con suavidad y desde adentro. O bien, sus tácticas fallaron porque no hicieron una lectura adecuada de su circunstancia. Les sobró voluntarismo y les faltó inteligencia. Olvidaron o ignoraron lo que hace muchos años nos enseñó el gran filósofo español José Ortega y Gasset, a saber que: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Es decir, los hoy candidatos fallidos tendrían que haber empezado su lucha para llegar a ser, analizando primero su circunstancia y si acaso ésta les era adversa, esforzarse con todo para superarla. Está probado que en política, las circunstancias, lo azaroso, lo contingente, también influye —tal vez de forma marginal, pero influye— para determinar, quién es o puede ser el mejor candidato, el más rentable electoralmente hablando, el que menos polariza, el que facilita las alianzas por su perfil conciliador o porque es un gallo muy jugado.

Otro ingrediente que contribuyó a definir quiénes finalmente resultaron ser los candidatos es el pragmatismo con el que se tomaron las decisiones por parte de los dirigentes nacionales y locales de los partidos. A esto hay que agregar que para el caso de San Luis Potosí los actores políticos relevantes y los analistas especializados reconocen que la operación política e inteligencia del gobernador Ricardo Gallardo Cardona fue un factor determinante que decidió quiénes debían ser candidatos de la coalición “Sigamos Haciendo Historia”. Al final ha quedado claro que el Pollo impuso su propuesta de candidatos de un modo avasallante a través del partido Verde y el PT dejando a Morena en una posición marginal. El gobernador logró en un tour de force el mayor número de candidaturas. (tour de force. – Expresión francesa que significa acción difícil cuya realización exige gran esfuerzo, habilidad y demostración de fuerza, poder y destreza).

Los morenistas se duelen y se sienten agraviados por este reparto de candidaturas pero su lamento ha sido inútil. Y ello es así porque para el presidente López Obrador —líder máximo de Morena— y para la candidata de la coalición “Sigamos Haciendo Historia”, Claudia Sheinbaum, el gobernador Gallardo y el partido Verde les representan y garantizan el triunfo sobre sus adversarios del PAN, PRI y PRD en San Luis Potosí. Esta decisión de privilegiar los intereses del partido Verde y del gobernador se sustenta en la necesidad de mantener una alianza nacional que garantice ganar la mayoría absoluta en el Congreso de la Unión (cámara de diputados y senadores). En gran parte, de eso depende la continuidad del proyecto de la 4T y de que Claudia Sheinbaum, si llegase a ganar, pueda disfrutar de una gobernabilidad funcional al ser Morena y sus aliados las fuerzas políticas dominantes. Esta decisión de empoderar al Verde por encima de Morena es una disposición extremadamente pragmática que ha derivado en que personajes tan cuestionados como Oscar Bautista -anteriormente priista- ahora sea candidato del partido Verde por el tercer distrito federal electoral.  Hay que recordar que para un tomador de decisiones pragmático lo que importa son los resultados. Para un pragmático lo que vale es lo que resulta útil. Se trata, por tanto, de una forma de pensar y actuar donde la experiencia utilitaria es la que manda, la que impera. Y no sólo en el partido Verde y PT se hace uso de esta forma de actuar para imponer candidatos. En el PAN no cantan mal las rancheras y para demostrarlo ahí está el caso del locuaz José Luis Romero Calzada, “El Tekmol”, a quien el partido blanquiazul le ha entregado la candidatura a la presidencia municipal en Ciudad Valles. Piensan los directivos panistas que este personaje que es un campeón en la vertiente de la política como espectáculo les redituará un abundante caudal de votos. Y como en el PAN, PRI y PRD la pobreza de seguidores en la Huasteca los azota, ya no importan los principios ni la carrera de partido, lo único que interesa es que el “Tekmol” divierta y gane votos. Al respecto Juan E. Fernández, en un interesante artículo de opinión titulado “La política como espectáculo” afirma que esta actividad siempre estuvo ligada al espectáculo, la pompa y el teatro. Se podían observar en la antigua oratoria imperial romana, eclesiástica y en los debates cargados de ironías en asambleas y parlamentos. Para este estudioso de la política hay mucho de siniestro y peligroso en la trivialización del camino al poder, sobre todo porque lo que está en juego es el destino de una comunidad. En fin, así anda nuestra maltrecha democracia electoral.

Caras y caretas

Ganar una elección tiene que ver mucho con la capacidad de manipular las emociones de los electores, es decir, se ganan más por las emociones que por la razón. Somos “ternuritas”, nos conmovemos fácilmente. Por eso un candidato o candidata que conecte con las emociones de los votantes a través de la palabra y de sus estrategias de mercadotecnia tiene más posibilidades de vencer. Después de décadas de educarnos emocionalmente en las tramas lacrimógenas de la telenovelas, los votantes nos identificamos con mayor facilidad con quienes nos conmueve con su histrionismo.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es psicólogo y maestro en Ciencias de la Educación. Fue delegado de Villa de Pozos en 2022 y subsecretario de Gobierno de 2016 a 2017. Presidió el Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional en 2013. También fue director general del Sistema de Financiamiento para el Desarrollo del Estado. Ocupó los cargos de regidor en la capital potosina (2007) y de diputado local de la LVI Legislatura (2000). Impartió clases en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

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