Ciudad de México (13 de septiembre de 2016).- Las adicciones son un problema serio. Los que las padecen tienen dos opciones: batallar a diario con ellas y sobreponerse para evitar caer en aquello por lo que sienten una enorme tentación, o flaquear y rendirse ante el poder de algo sumamente perjudicial. Las más comunes son las que se sienten hacia ciertas sustancias como la nicotina o el alcohol. Sin embargo, existen otras en las que el causante no es una droga o alimento, sino un comportamiento determinado. La adicción a las compras es un ejemplo de ello.
Este trastorno psicológico ocurre cuando se presenta un patrón adquisitivo excesivo en la persona, generando en ella un comportamiento que es impulsivo y reiterativo. Los individuos que lo presentan, piensan que de esta manera pueden afrontar estados de ansiedad y depresión; salir del aburrimiento y aumentar la autoestima.
Evidentemente, existen causas internas que provocan la adicción a la compra como la soledad, la tristeza y la frustración. El deseo de buscar sensaciones de excitación empuja, también, a las personas a comprar descontroladamente. Pero más allá de los estados emocionales que incita a los individuos a llenarse de cosas de manera irracional, hay causas externas que se pueden encontrar en los establecimientos comerciales, y que estimulan y agravan la adicción a la compra. Y es que muchos de los adictos le dan importancia al poder de seducción de las tiendas.
Paco Underhill, experto mundial en el arte de comprar, señala que hay ciertos elementos que hacen de la compra una experiencia emocional muy amena. Underhill ha estudiado que si las cestas están distribuidas por toda la tienda, a la vista de los consumidores, o son entregadas por los vendedores, los compradores podrán agarrarlas, y llevarán más cosas, pues en una cesta “cabe” más que en dos manos.
Si las prendas de vestir se colocan encima de las mesas en vez de ser colgadas, la gente llevará más, ya que resulta engorroso examinarlas mientras cuelgan, y las mesas sirven de apoyo para que las compradoras coloquen sus carteras, y vean con mayor tranquilidad. Si el establecimiento cuenta con sillas, aumentará la permanencia de los compradores en las tiendas, pues sus acompañantes permanecerán sentados cómodamente. Y si la mercancía tiene precio promocional, atraerá a casi cualquier tipo de cliente, porque el que compra algo económico sabe que aún le queda dinero para adquirir otras piezas.
Para Martin Lindstrom, uno de los más respetados gurús del mercadeo, la vista no es tan poderosa como el oído y el olfato a la hora de comprar. Si la música dentro de la tienda es lenta, nuestra frecuencia cardíaca será más lenta y nos moveremos más despacio, lo que estimula la compra. En cuanto al olor, se ha demostrado que la vainilla incita a comprar porque nos recuerda la leche materna que, según estudios, dispara las ventas. Lindstrom señala que los espejos también provocan la compra. Normalmente las personas se ven a sí mismas horribles, lo que disminuye su autoconfianza, y les estimula a adquirir productos que les den la seguridad que perdieron.
Aun cuando ciertamente los establecimientos tiene un poder enorme de incitarnos a comprar, y evidente es posible que esto agrave el comportamiento adictivo de quienes sufren este trastorno, es importante ser conscientes y pedir ayuda psicoterapéutica en caso de necesitarla. Después de todo, no tiene sentido gastar dinero en productos que, muchas veces, ni se sacan de las bolsas; y que incluso son escondidos, regalados o devueltos a las tiendas
Esta adicción es como todas: una bola de nieve que mientras rueda crece más y más. Si el problema no se trata a tiempo, las consecuencias a largo plazo son devastadoras, pudiendo llagar a existir endeudamiento y bancarrota. Y los problemas psicológicos como la depresión y el estrés se manifestarán irremediablemente. Con ayuda especializada y, sobre todo, con muchas ganas, valor y determinación se puede resolver este problema. No es algo sencillo, pero, con seguridad, valdrá la pena.
Fuente: Hoy Verde.