Los huevos y la incubadora clientelar

Abelardo Medellín Pérez

Durante el último año, múltiples fueron los llamados a la paciencia que emitió el gobernador potosino Ricardo Gallardo Cardona, quien pedía a los interesados en contender a puestos de elección dos cosas: dejar el gobierno estatal, en caso de ocupar un cargo en él, y no alborotarse, esperar los tiempos.

Pese a su llamado, los artificios legislativos en favor de la municipalización de la delegación de Villa de Pozos provocaron un fenómeno necesario para los intereses del gobernador, pero sorpresivo para los demás: aplazar el inicio del proceso electoral hasta el 2 de enero del 2024.

Los sorprendidos fueron los aspirantes a cargos de elección popular: la clase política. Esta clase tiene en sus genes labrado que para la segunda mitad del año previo a las elecciones los ánimos deben alebrestarse, las enemistades deben consolidarse, las alianzas deben pactarse y las campañas (aunque ilegal ha de ser) deben iniciarse.

Sorpresa. El proceso electoral se retrasó cuatro meses y con ello los candidatos con campañitis precoz deben hacer un esfuerzo sobre humano para aguantarse las ganas de caminar calles, colgar sus promocionales y desplegar aparatos político-electorales.

Por lógica elemental, es obvio que a mayor y más proselitista sea el candidato, más grandes serán sus ganas de iniciar la contienda electoral, aunque formalmente no pueda iniciar. ¿Y quién es el candidato más grande en San Luis Potosí? Pues nunca dejó de serlo el mismísimo Ricardo Gallardo Cardona.

Para desgracia del candidato perpetuo que vive dentro de nuestro gobernador, su puesto e investidura duran un sexenio (¿para infortunio nuestro?) y por ello no puede desahogar sus ganas de baños de pueblo y mítines multitudinarios (que nunca ha dejado de tener).

El candidato perpetuo de palacio, en un ejercicio de irreverencia a las reglas del juego que dice seguir, decidió, influenciado por preguntas cuestionables de la prensa, lanzar la lista de aquellos candidatos que podrían emanar de su gobierno, más precisamente, de su partido.

Gallardo Cardona, sin embargo, no la brinca sin guarache; y si iba a salir a medios a anunciar algo tan trascendente como aquellos perfiles que su proyecto político apoya, no podía hacerlo sin la intervención de su ingenio verbal. En consecuencia, el gobernador no los llamó candidatos, ni osó robar el concepto de “corcholata” ya acuñado por el presidente de la república. No. El gobernador volteó a ver la imaginativa y simplista mística política de su gobierno y encontró que “huevos” era la mejor forma de nombrar aquello que viene del pollo.

Los “huevos” han sido revelados. El gobernador, de nuevo a pregunta expresa de la prensa, confirmó que tanto el titular de la Secretaría de Desarrollo Social y Regional (Sedesore), Ignacio Segura Morquecho, como el titular de la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco), Juan Carlos Valladares Eichelmann, podrían convertirse en fuertes candidatos de la Gallardía para algún cargo político rumbo al 2024.

Con tanta confianza se sentía el gobernador de su dicho, que afirmó, ahora sí sin mediar la opinión de la prensa, que Valladares Eichelmann incluso podría ser un perfil nada despreciable para ocupar el ayuntamiento de la capital potosina.

Las expresiones del gobernador eran predecibles; un animal político como “el Pollo” ha demostrado ser de una naturaleza donde piar es prioridad. El gobernador sabe tan poco sobre respeto a lineamientos democráticos, que lo único que sabe decir sobre su relación con instituciones, otros servidores públicos y grupos de la sociedad civil es: “yo soy muy respetuoso”. Nada más falaz en un mentiroso que la jactancia de aquello de lo que carece.

Era obvio que en cuanto sus candidatos comenzarán a ser de interés público y mediático, el gobernador sería, ¡antes incluso que los propios aspirantes!, el primero en revelarlos.

Y el problema de fondo reside en lo dicho. El gobernador presume que su gobierno ya tiene, por fin, huevos (candidatos); pero parece que importó más exhibir los huevos antes que cerciorarse que fueran de calidad.

Comencemos por el que se escapó primero del gallinero: Morquecho. Quien sea que haya visto la relación entre el gobernador, el gobierno y el titular de la Sedesore, entiende que a Segura Morquecho le tenían guardado un hueso desde que inició la administración.

El secretario de Desarrollo Social ha coordinado y servido de imagen personalista de los programas sociales del gobierno estatal. La deuda con él nació ahí. Morquecho, por suerte o estrategia, fue a caer en un puesto que conforme evolucionó el gobierno gallardista se convirtió en el centro neurálgico del clientelismo estatal.

Todo pasa por Sedesore a la hora de comprar votos futuros. Los apoyos del gobierno, desde que Gallardo Cardona asumió el cargo, se han multiplicado y con ello su potencial para ser explotado electoralmente. Becas a madres solteras, adultos mayores, jóvenes, personas con discapacidad, familias, sin mencionar las becas alimentarias, se han extendido por todo el estado y en cada una el gobierno pretende sembrar una relación de necesidad en el votante para aprovecharse de él en el 2024.

El clientelismo tampoco es nuevo, hasta el sexenio pasado aún escuchamos de casos de priistas denunciados por movilización de despensas, el tema es que el priismo más añejo, se movía entre las cúpulas más interesadas y los grupos políticos más efervescentes, pero desde hace décadas perdieron cohesión para impactar clientelarmente a grupos masivos de la población.

Es ahí donde la Gallardía sustituyó a la “herencia maldita” e instauró un avasallante aparato de compra de voluntades que se ha gestado desde el primer día que tomó posesión en el cargo e incluso antes.

El segundo problema, aún más grande que la inquietud electoral que ha mostrado el actual gobierno, son las justificaciones de los perfiles. Dice el gobernador que a la capital “no le caería mal” un alcalde como Valladares, porque este logró buenos números en el desarrollo económico de la entidad.

¿Y entonces por qué el otro huevo candidateable es Morquecho?, ¿por qué a Ignacio Segura no lo presumió con base en sus resultados?, ¿será porque lo único que ha hecho bien Nacho Segura no puede ser aceptado en público?, ¿será que el titular de la Sedesore no recibe el hueso por bueno, sino por fiel?

Lo delicado del asunto resulta ser lo predecible de la gallardía, tal parece que la administración se ha planteado la nada certera estrategia de promover como candidatos a aquellas personas que estuvieron detrás del aparato electoral de los programas sociales y apoyos del Partido Verde Ecologista de México.

De ser así, que nos les sorprenda ver en la boleta al director de Desarrollo Social en el municipio de Villa de Reyes, Ismael Hernández Martínez; al ex perredista Jorge Ortiz Hernández como huevo en Mexquitic; al actual regidor Ramón Sánchez como candidato en Matehuala, o ¿por qué no?, a la presidente del DIF estatal, Ruth González Silva, como próxima candidata a algún puesto.

El gobierno y el PVEM, ambos a cargo del gobernador potosino, parecen estar convencidos de que la lealtad asegurará triunfos ante un 2024 que probablemente sea más llamativo a nivel nacional, sin embargo, en esta incubadora clientelar que tienen en bien llamar gobierno, impera la demagogia y las parafernalia, solo el tiempo dirá si ambas son suficientes para una séquito de aspirantes que carecen de dos o tres cosas con las que si contaba en su momento el candidato Gallardo Cardona.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.

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