Carlos Rubio
El día que un informe se convierta en un ejercicio de preguntas y respuestas entre ciudadanos y mandatarios, podrá considerarse un verdadero ejercicio de rendición de cuentas, hasta hoy estos eventos no son más que una fiesta de culto a la personalidad del presidente o gobernador en turno.
Lamentablemente, la Constitución Mexicana permite algunos “días de gracia” para que personajes como Ricardo Gallardo Cardona y Enrique Galindo Ceballos plasmen su rostro en la propaganda gubernamental, sin que sea considerado un delito electoral.
Sin embargo, esta excepción está hecha para que el mandatario, quien técnicamente fue “contratado” por la ciudadanía, presente en carne y hueso el balance de su gobierno, no obstante, este ejercicio ha sido convertido en toda una parafernalia para quien encabeza la administración, que muy por encima de presentar resultados, tiene la intención de proyectar figuras políticas tanto a nivel local como nacional. ¿O cuál es la intención de que toda la familia del gobernador se pare en el escenario a saludar?
Si se permitiera que durante el llamado “informe” se cuestionara directamente a los mandatarios, otra cosa sería y seguramente la fiesta tendría un tono nada festivo.
¿Cuál sería la cara del gobernador si en plena fiesta verde algún vecino de San Miguelito le preguntara para cuándo van a quedar las obras que obstruyen la entrada de su casa?
¿Qué diría Enrique Galindo si le cuestionaran para qué tantas obras de infraestructura si la ciudad se sigue inundando con una simple lluvia?
Lamentablemente, los únicos que hoy tienen el “pase libre” para cuestionar al Gobierno del Estado, son los diputados. Y es lamentable porque el Poder Legislativo ha sido y seguirá siendo una oficina más de la administración estatal. Hoy, más que nunca, se espera que el desfile de funcionarios por el Congreso del Estado sea un ejercicio más de simulación, con preguntas mandadas previamente desde Palacio.
Hacia la prensa que cuestiona y pone en aprietos, los gobiernos suelen mantener una actitud de intolerancia. Pese a su amplia experiencia en la administración pública y en cargos de relevancia, ni Gallardo ni Galindo han aprendido a manejar sus emociones cuando una pregunta no les gusta. Inmediatamente buscan imponerse con autoritarismo y mano dura sobre la o el reportero, más que con respuestas, que es lo que realmente se busca.
Lo que vimos en los últimos días en los eventos del alcalde y gobernador, respectivamente, fueron una serie de autoelogios que rayan en la ridiculez de quien mucho presume y de todo carece.
Qué será tan digno de presumir en eventos de más de dos horas, cuando se tiene una ciudad capital en peores condiciones que antes y un estado en crisis de seguridad y salud.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital, con interés y experiencia en Transparencia y el Derecho de Acceso a la Información Pública. Formó parte de la tercera generación del MásterLab en edición de investigaciones organizado por Quinto Elemento Lab.