Por Victoriano Martínez
Con la convocatoria para que los militantes del Estado elijan a su candidato a gobernador para las elecciones del próximo año, la Comisión Organizadora Electoral del PAN anunció el arranque de una especie de juegos del hambre (aparentemente) de votos… para los siete aspirantes a la postulación panista.
Como parte de los preparativos, cada uno de los aspirantes a la postulación cuenta con seis días para recabar la firma de 687 panistas que apoyen su precandidatura. Representan el diez por ciento del padrón de afiliados a ese partido, según la propia convocatoria, y sólo quienes estén en ese padrón podrán dar apoyo a quienes busquen el registro.
“En caso de repetirse alguna o algunas de las firmas autógrafas de apoyo, se considerará como válida la firma a favor del o la aspirante que primero la haya presentado en su registro. Este requisito será exigible para todos los y las aspirantes”, se advierte en el punto 20 de la convocatoria.
Una circunstancia que limita el número posible de precandidatos a diez, pero que a la vez podría lograr lo que la frustrada encuesta propuesta no pudo: depurar la actual lista de siete aspirantes.
Reunir las 687 firmas es la primera etapa de los juegos del hambre de votos, para la que existe una regla que los obligará a pelear las firmas en al menos 25 municipios: “no podrá haber más del 12% de un mismo Municipio”. Una regla que se acompaña con la relación de firmas posibles por municipio (ver tabla elaborada a partir de la que aparece en la convocatoria).
En el supuesto de que los siete actuales aspirantes, entre quienes podría considerarse que el no-panista Xavier Nava Palacios tendría desventaja, 4 mil 809 panistas habrán firmado su apoyo a uno de los siete precandidatos y sólo quedarían 2 mil 266 militantes que no habrían comprometido su firma con ninguno.
El artículo 96 de los estatutos del PAN, señala que resultará electa la candidatura que obtenga la mayoría absoluta, o el 37% o más, con una diferencia de cinco puntos porcentuales o más respecto de la precandidatura que le siga en votos válidos emitidos.
Esto es, para que uno de los aspirantes logre ese porcentaje necesita sumar a quienes le dieron el apoyo con su firma a otros mil 956 panistas, que representan el 81.91 por ciento de los militantes que no hayan firmado por ninguno de los aspirantes.
Si los siete aspirantes hoy anotados sobreviven a la etapa de la recolección de firmas será para comenzar una batalla por convencer a los pocos panistas que quedaran “libres” y para piratearle a los otros aspirantes a quienes ya les dieron su firma de apoyo para poder alcanzar los 2 mil 266 votos para alcanzar el porcentaje mínimo para alcanzar la postulación.
Todo un esquema de competencia que abre amplios espacios a negociaciones entre los contendientes que, desde ya –pero más marcado entre el 15 de noviembre y el 8 de enero que será el periodo de precampañas– dejará ver las alianzas e intercambios entre quienes están ahí no por la gubernatura sino por lograr otras posiciones. Un amplio espacio a la politiquería, pues.
Una convocatoria que describe las reglas y requisitos de una especie de juegos del hambre, pero no de votos, sino de posibilidades de seguir dentro del presupuesto.