Por Antonio González Vázquez
El próximo domingo primero de julio, los potosinos elegiremos alcaldes y legisladores en quienes desconfiamos. No sólo se les tiene muy poca confianza a ellos, sino también a los partidos políticos que los postulan.
Hace unos días, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), publicó estadísticas a propósito del Día de la Administración Pública que incluye resultados trascendentes respecto a la satisfacción ciudadana sobre las instituciones públicas.
Es decir, el nivel de satisfacción que se tiene sobre personajes como a los que se elegirá este domingo y que representan a su vez a partidos políticos, de los que también se difunden resultados sobre la desconfianza social que se tiene en ellos.
En las boletas electorales del domingo en San Luis Potosí aparecerán los logotipos de nueve partidos políticos: PRI, PAN, PRD, PVEM, MC, PES, PNA, PT y MORENA y sobre éstos el sentir de los ciudadanos es dramático.
Los partidos políticos en la contienda de donde saldrán autoridades, tienen el último lugar: 51.5 por ciento sienten “mucha desconfianza” y apenas 1.7 por ciento, sienten “mucha confianza”.
De 15 instituciones públicas consideradas en la encuesta, los partidos políticos son las peor calificadas; no obstante, de dichos partidos saldrán los alcaldes y regidores, así como legisladores federales, senadores y presidente de la república.
Y no sólo eso, en la posición 14 de 15 entre los peor calificados, se colocan las cámaras de diputados y de senadores, que tienen un marginal 1.8 por ciento de “mucha confianza” y 44.7 por ciento de “mucha desconfianza”.
También lapidario resulta el caso de los gobiernos municipales que alcanzan apenas el 3.8 por ciento de “mucha confianza” y un 33.7 de “mucha desconfianza”.
Para colmo, los organizadores de los comicios, que son los institutos electorales en el país, tan sólo 4.4 por ciento de los ciudadanos les tienen “mucha confianza” y un 32.5 por ciento “mucha desconfianza”.
Ya viene el primero de julio que eufemísticamente se valora como una fiesta democrática, pero en los hechos, los ciudadanos elegimos proyectos y propuestas de partidos en los que no confiamos, pues se da el caso de que luego, cuando los electos pasan a formar parte de las instituciones públicas lo hacen tan mal que la gente mantiene su desconfianza y nunca llega a confiar en ellas ni en sus servidores públicos.