Fernanda Durán
La continua extinción de partidos políticos tras no alcanzar el porcentaje de votación mínimo requerido y su búsqueda constante por mantenerse presentes en cada elección, es el resultado de establecer un umbral mínimo de votación que es difícil alcanzar para los partidos pequeños, algo que no necesariamente ocurre en otras democracias, señaló Juan Mario Solís Delgadillo, coordinador de la Maestría en Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP).
Solís Delgadillo explicó que la renuencia de estos institutos a desaparecer, como el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido Encuentro Solidario (PES), es normal dada su naturaleza y las reglas electorales en el país, enmarcándose en dos razones principales.
En primer lugar, la creación de un partido político, especialmente a nivel nacional, implica un proceso complejo y costoso, por lo que desaparecer y tener que iniciar nuevamente representa un obstáculo significativo.
“Habrá que volver a iniciar el proceso de creación de una nueva agrupación nacional con miras a hacer un partido político, es hacer asambleas en toda la geografía nacional para que cuando esto sea posible, que entiendo que tiene que ser en el 2025, cuando el INE pueda otorgar un nuevo registro”.
En segundo lugar, la pérdida del registro implica el extravío de la “franquicia” del partido, lo que conlleva cuantiosos gastos en capital humano, material y económico.
“Es muy complicado; entiendo que los partidos con uñas y dientes quieran defender el registro cuando la realidad establece que menos de un millón de personas votaron por ellos”.
Todo esto debido a la “cartelización del sistema de partidos”, donde los institutos dominantes establecen umbrales altos para dificultar la entrada de nuevos competidores o aquellos que buscan subsistir, protegiendo así su cuota de mercado electoral.
Agregó que si bien este es un fenómeno que ocurre en algunas democracias, en donde ocurre, se estima que un umbral aceptable o razonable es del 2 por ciento, que permaneció en México durante algunos años apegado al estándar internacional recomendable.
Sin embargo, Solís Delgadillo mencionó que se modificó el umbral al 3 por ciento en México, implementado con la reforma electoral de 2013-2014, como un ejemplo de esta estrategia que dificulta la supervivencia de partidos pequeños o con menor presencia territorial.
“Ese umbral es lo que le pasa al PES, lo que le ha pasado al PRD, que es un partido que se ha ido desangrando poco a poco, sobre todo a raíz de la decisión de una facción del partido que es Morena (…) hasta llegar a una votación muy precaria como la que tuvo en este proceso electoral del 2024. Entonces por supuesto que es normal que las dirigencias de los partidos hagan todo lo posible para evitar la extinción de los partidos”.
El investigador también consideró que el equilibrio entre estabilidad y pluralismo es crucial para fortalecer la democracia mexicana para garantizar una representación más fiel de la sociedad en la política nacional, basado en esto la desaparición de partidos políticos que tiene un impacto en el panorama democrático, pues cada opción política perdida representa una reducción en la diversidad de alternativas para la ciudadanía.
Aclaró que también una diversidad excesiva de partidos puede generar inestabilidad y dificultar la construcción de consensos, mientras que un sistema reducido a dos fuerzas y rígido puede derivar en parálisis legislativa.
Mencionó que no existe una democracia “barata”, pues el pluralismo conlleva un costo, “las democracias tienen un costo de operación por sí mismas y las democracias que se aprecian de ser tales, son caras”.
En cuanto al fenómeno de las agrupaciones satelitales que buscan cobijo en institutos más grandes como Morena, Solís Delgadillo reconoció que es una estrategia natural para que los exitosos puedan consolidar su base de apoyo, pero existe el riesgo de reducir la diversidad del partido y limitar la competencia política interna.
Finalmente, reiteró que “siempre será una pena en una democracia que se extinga un partido político, porque cuando se extingue un partido político se extingue con él una opción política”, siempre y cuando no se trate de organizaciones extremistas que por su naturaleza y posiciones son dañinos para la democracia.