Los sótanos del poder: La marcha en defensa del INE, una derrota política para el presidente

Creer que un enemigo débil no puede dañarnos, es creer que una chispa no puede incendiar el bosque.

Ángel Castillo Torres

Los discípulos de AMLO y el propio presidente de la república están desconsolados, frustrados y muy molestos porque por primera vez luego de cuatro años de haber conquistado el poder han sufrido una derrota política. El pasado domingo las falanges morenistas vivieron horas amargas al comprobar que desde las entrañas de la sociedad nacía un movimiento de resistencia civil dispuesto a frenar los abusos del poder. Los de Morena no lo pueden creer, están atónitos, algunos en estado catatónico y otros anclados en un profundo estado de negación de la realidad. “¡No hubo gente!

¡Fueron sólo 12 mil!”, repetían maquinalmente para mitigar el trauma que les causó la marcha. Ese despertar ciudadano que les expropió la exclusividad de la protesta callejera no podía estar ocurriendo, pensaban. Esas multitudes que invadieron las plazas y calles de 36 ciudades del país y que alegremente lanzaban consignas y cantos en defensa de la democracia y del INE debían ser un espejismo, un delirio báquico, reflexionaban. Pero conforme pasaron las horas y el golpe de realidad los devolvió al plano terrenal tomaron conciencia de que era necesario activar un control de daños para atenuar el latigazo recibido. Era urgente, sobre todo, que su Pastor, el que habita en Palacio Nacional, sintiera la solidaridad de su rebaño. Les costaba trabajo aceptar que habían subestimado la capacidad de indignación de miles de ciudadanos que decidieron abandonar la indiferencia ante las continuas burlas, groserías y agresiones verbales que desde el púlpito de las conferencias mañaneras les lanza el presidente un día sí y otro también. Apenas unos días antes, AMLO, en un desliz indigno de su cargo, había insultado de manera insolente a los organizadores de la marcha. Los calificó de corruptos, ladinos, clasistas, racistas e hipócritas. La investidura presidencial revolcándose en el lodo y sembrando cizaña. El primer mandatario de la nación negando el derecho a disentir que tiene cualquier ciudadano en una democracia.

El rol de la oposición en una democracia

El presidente y sus devotos muestran un talante autoritario y antidemocrático al no aceptar que la oposición en una democracia tiene la importante función de ser un factor de control y limitación de los gobiernos en turno y una potencial alternativa en la formación de nuevos gobiernos. Pero no solo eso, la oposición en un régimen democrático debe estar siempre dispuesta a la colaboración, control y contestación frente al poder existente, sobre todo si se ejerce abusivamente.

Adicionalmente, debe promover y aceptar el pluralismo y la convivencia en el disenso. Si el presidente y sus adictos fueran realmente unos demócratas entenderían esto y no descalificarían a priori e irracionalmente el legítimo derecho que tienen los ciudadanos a disentir con alguna iniciativa de ley o política pública promovida por los gobernantes en turno. Sobre todo si su inconformidad se expresa de manera pacífica. Y en el caso que nos ocupa hay que destacar que en la marcha del pasado domingo no hubo excesos, no se rompió un solo vidrio ni los manifestantes se enfrascaron en peleas cuerpo a cuerpo con las fuerzas del orden. Los inconformes dieron un ejemplo de civilidad política. Puede ser que muchos mexicanos no estén de acuerdo con ellos pero siendo la nuestra una democracia en la que el derecho de manifestación está garantizado por nuestra Constitución tienen los ciudadanos toda la libertad para actuar y aspirar a generar una masa crítica que frene o revierta una iniciativa de los gobernantes en turno.

La marcha del pasado domingo fue promovida y organizada por organizaciones de la sociedad civil. Los partidos políticos y algunos desacreditados personajes de la vida pública como Vicente Fox, Elba Esther Gordillo, Roberto Madrazo, Felipe Calderón, Margarita Zavala y el incongruente y oportunista camaleón del sureste mexicano, Alejandro, “Alito” Moreno, no pudieron agenciarse la autoría de ésta iniciativa ciudadana. Estos emisarios del viejo régimen tuvieron que someterse a las líneas de acción que marcaron las organizaciones que lideraron la manifestación.

Es esperanzador observar que si los partidos de oposición y sus dirigentes son un estorbo en esta coyuntura de la vida política del país, porque han perdido el respeto y credibilidad de los ciudadanos, aparezca felizmente un movimiento ciudadano como el que emergió el pasado domingo. Quizá la alternativa para las elecciones del 2024 sea que la oposición busque en los organismos no gubernamentales, los políticos independientes y los intelectuales críticos y comprometidos con la democracia no sólo una forma de resistir y refutar a quien está en el poder, sino además a un candidato a la presidencia de la república.

Conclusión: La propuesta de una reforma electoral promovida por el presidente de la república es una manzana envenenada que sólo está buscando tomar por asalto al INE con la finalidad de que Morena continúe en el gobierno federal. Frente a esta intención maquiavélica hay que resistir.

Por eso resuenan con fuerza hasta el día de hoy y seguramente por los próximos meses los atinados argumentos del único orador en el mitin del pasado domingo, José Woldenberg: “Estamos aquí ejerciendo nuestros derechos; el derecho a manifestarnos, a opinar, a reunirnos de manera pacífica para expresar nuestros deseos y aspiraciones.

Dejamos atrás el país de un solo partido, de un presidencialismo opresivo, para abrirle paso a elecciones limpias y creíbles.
El problema mayúsculo, el que nos ha traído aquí, el que nos obliga a salir a las calles, es que se le quiere destruir desde el gobierno. Es necesario insistir en eso porque significa no sólo una agresión a las instituciones existentes, sino a la imposibilidad de procesar nuestra vida política en un formato democrático.

No se debe volver a una institución electoral alineada con el gobierno; nuestro país no merece regresar al pasado, porque lo construido permite elecciones auténticas y es la piedra angular de todo sistema democrático”.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es psicólogo y maestro en Ciencias de la Educación. Fue delegado de Villa de Pozos en 2022 y subsecretario de Gobierno de 2016 a 2017. Presidió el Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional en 2013. También fue director general del Sistema de Financiamiento para el Desarrollo del Estado. Ocupó los cargos de regidor en la capital potosina (2007) y de diputado local de la LVI Legislatura (2000). Impartió clases en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

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