Los sótanos del poder: Las enfermedades de AMLO y la gobernabilidad del país

Ángel Castillo Torres

Un grupo de hackers denominado Guacamaya logró la hazaña de robar los secretos más ocultos que la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) tenía bajo su custodia en archivos de computadora. Esta información clasificada como ultra secreta escondía todo aquello que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no quería que se supiera, correos electrónicos, videos, fichas informativas de espionaje, oficios, estudios de campos, entre otros. El intrépido grupo de hackers sustrajo más de cuatro millones de comprometedores documentos que la SEDENA almacenaba bajo siete llaves debido a que su contenido es polémico, posiblemente ilegal y peligroso para la gobernabilidad del país. La bomba informativa fabricada por Guacamaya estalló hace unos días provocando un daño colateral al presidente de la república. El escándalo comenzó el pasado jueves por la noche y sus efectos venenosos ya empiezan a provocar estragos en las entrañas del gobierno. Las primeras filtraciones acerca de estos documentos dan cuenta de casos muy delicados como el Culiacanazo, también conocido como “el jueves negro”. Este dramático episodio ocurrido el 17 de octubre de 2019 y que puede catalogarse como una insurrección criminal incitada por la temible y poderosa organización conocida como el “Cártel de Sinaloa” fue desnudado por los ciberactivistas militantes de Guacamaya. Las horas de peligro que vivieron los pobladores de Culiacán fueron plasmadas en reportes confidenciales que el ejército elaboró aquel día en que falló el operativo militar en que se capturó a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán. Ahora sabemos que fue AMLO el que dio la orden de soltar al Chapito. El presidente se doblegó ante el Cartel de Sinaloa.

Se han encontrado también en las informaciones substraída a la SEDENA reportes infames de casos de abuso sexual en el ejército. Los millones de documentos robados están siendo entregados en forma gratuita a los medios de comunicación más importantes de México y del mundo y en los próximos días surgirán nuevos escándalos que pondrán en jaque al gobierno de la Cuarta Transformación.

De la información confidencial que ya se ha dado a conocer sobresale un tema muy controvertible que ha reabierto una añeja discusión acerca de si la sociedad tiene derecho a conocer el estado de salud mental y físico de un gobernante. Frente a este dilema ha habido legisladores que han propuesto que se establezca en las leyes la obligación de que los candidatos al cargo de presidente de la república sean sometidos a exámenes médicos y psicológicos para que se certifique que gozan de cabal salud, física y mental, para que sus decisiones no estén motivadas o influenciadas por distorsiones de personalidad o estados de salud graves.

Al respecto ahora sabemos a ciencia cierta que el presidente Andrés Manuel López Obrador está enfermo. Le agobian múltiples males. El mandatario padece gota, angina de pecho, hipotiroidismo y problemas del corazón. Es oportuno recordar que sus problemas de salud vienen de tiempo atrás. Me viene a la memoria que en diciembre de 2013 nos impactó la noticia de que AMLO había sufrido un infarto.

Pero el presidente aunque reconoce públicamente que sí está enfermo, lo toma a broma y desde Oaxaca declaró hace unos días: “Tienen razón mis adversarios, tengo bastantes achaques, ya estoy chocheando, pero con lo que me queda de fuerza, vamos a terminar la transformación de México”. A manera de pronóstico se puede asegurar que en las próximas semanas el gobierno de Andrés Manuel López Obrador será sometido a un desgaste permanente producto de las denuncias que resultarán de la información robada a la SEDENA. El presidente y sus operadores políticos vivirán acorralados y administrando el conflicto. Se verán obligados a inventar mil escusas. Negarán los hechos denunciados y tendrán que inventar narrativas que justifiquen sus errores, omisiones, abusos y excesos. La oposición al oficialismo aprovechará ésta circunstancia para desprestigiar al presidente y a sus aliados. Por su parte AMLO tendrá que realizar un control de daños para disminuir hasta donde sea posible los efectos dañinos que ocasionarán los ataques que lanzarán sus adversarios.

La guerra de 2024 ya ha comenzado y será cruenta. La polarización política se va a ahondar y los desenlaces políticos de las elecciones de 2023 y 2024 se tornarán inciertos.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es psicólogo y maestro en Ciencias de la Educación. Fue delegado de Villa de Pozos en 2022 y subsecretario de Gobierno de 2016 a 2017. Presidió el Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional en 2013. También fue director general del Sistema de Financiamiento para el Desarrollo del Estado. Ocupó los cargos de regidor en la capital potosina (2007) y de diputado local de la LVI Legislatura (2000). Impartió clases en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

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