Los tiempos han cambiado

Carlos Rubio

Los tiempos han cambiado, y aunque las represiones policiales y las detenciones arbitrarias siguen siendo una realidad, ya no es tan fácil para un Gobierno actuar como en los más crudos tiempos priístas.

Eso quedó demostrado la madrugada del 12 de julio en El Saucito, cuando el Ayuntamiento de San Luis Potosí se propuso iniciar la obra del paso vehicular a desnivel y para ello dispuso de decenas de policías, ante el conocimiento de que habría vecinos inconformes que intentarían evitar que comenzara la construcción.

Y aunque el alcalde Enrique Galindo Ceballos ha reiterado en varias ocasiones que es un hombre de diálogo, aquella noche el primero que cerró esa opción fue él mismo cuando utilizó la fuerza pública para intentar limpiarle el camino a las constructoras, para que echaran a andar las maquinas y comenzaran a cobrar esos contratos.

¿Cuál era la necesidad de llevar decenas de policías y comenzar una confrontación que pudo desencadenar consecuencias fatales para los manifestantes y para su propio Gobierno?

El Ayuntamiento denunció actos violentos por parte de los vecinos, mismos que se pudieron haber evitado si en el lugar no hubieran hecho acto de presencia decenas de hombres uniformados, bien equipados, entrenados y respaldados por un Gobierno empecinado en realizar una obra que si bien resolvería un problema de movilidad vehicular, no toma en cuenta las afectaciones que podría causar a nivel social.

No se compara la fuerza de civiles armados con piedras y palos, con la de policías entrenados, coordinados y equipados, que posiblemente portaban armas de fuego.

Al alcalde se le olvidó que ya no son los tiempos de antes. Su intento de represión fue inmediatamente exhibido en redes sociales. Aunque fuera la madrugada, en cuestión de minutos, a los ojos de la población se encontraban los videos del fuerte operativo que implementó para intentar arrancar la obra.

En varios de ellos se observa a los elementos de seguridad formando una valla de contención con sus escudos, en espera de una orden, ¿contener o replegarse? Al final se retiraron del lugar. El costo político de una represión hubiera sido bastante caro y el alcalde lo hubiera resentido en las urnas el próximo año.

No había necesidad de cometer dos errores en una noche; el haber enviado a ese gran grupo de policías tuvo sus consecuencias: las calles fueron tomadas y el tráfico bloqueado, el párroco del Templo fue prácticamente exiliado y el marcador se colocó a favor de quienes se manifiestan en contra de la obra.

Los vecinos obligaron al alcalde a sentarse a dialogar. Pero en aquellas mesas de trabajo –como el Ayuntamiento les llama– hay algo que no está a discusión: realizar el paso a desnivel.

Aunque el Gobierno de Galindo insiste en decir que se están analizando “modificaciones” a la obra, la realidad es que se están planeando obras completamente diferentes, que nada tienen que ver con el dichoso paso a desnivel que nadie ha podido ni podrá hacer.

El grupo opositor difícilmente dejará que una maquina comience a escarbar un paso a desnivel junto al Templo. El caso está cerrado y la urgencia de Galindo en crear un nuevo proyecto es porque el recurso para la obra de El Saucito ya estaba presupuestado y si no se utiliza deberá ser regresado a la federación.

Este hecho también exhibe una falta de trabajo político por parte del alcalde. En campaña convenció de votar por él a 143 mil 630 personas y ahora en el poder no ha logrado persuadir a una colonia de los supuestos beneficios que les traería una obra.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital, con interés y experiencia en Transparencia y el Derecho de Acceso a la Información Pública.

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