Los últimos siete días

Por Victoriano Martínez

Quedan siete días de campañas y, lamentablemente, a los electores les espera ser blanco de un bombardeo de ataques y descalificaciones entre los candidatos, especialmente a la gubernatura, con acusaciones genéricas, falsedades, o datos reales pero dosificados, como si descalificar al contrario atrajera para ellos los votos en automático.

El incumplimiento a los artículos 135 y 347 de la Ley Electoral del Estado durante los 83 días que van de campaña por parte de todos los candidatos, al no exponer, desarrollar y discutir ante el electorado sus plataformas electorales, difícilmente se corregirá en esta recta final. Sobre todo si la autoridad electoral no ha hecho un solo pronunciamiento al respecto.

Lejos de aportar información de calidad para un voto razonado, los candidatos prolongarán su pervertido juego de alcanzar un voto manipulado. Su consigna es “una persona con credencial de elector es igual a un voto” y más si esa persona tiene alguna carencia que ayude a condicionarla.

Después de 83 días en que los candidatos le han faltado al respeto a la ciudadanía, la han expuesto a riesgos innecesarios ante el Covid-19, han violado la Ley Electoral al no difundir sus plataformas y han recurrido a una propaganda hueca y con un dispendio ofensivo, el llamado de Juan Manuel Carreras López para la etapa final de campañas y la jornada electoral resulta tardío.

Apenas el 19 de mayo, hace una semana, ante hechos violentos en Tamasopo y San Martín Chachicuautla en torno a candidatos, Carreras López calificó esos acontecimientos como algo natural por la efervescencia del momento que se vive en el proceso electoral. Si hace una semana era normal que salieran a relucir armas de fuego, ¿qué esperar dentro de una semana y media?

La cabeza de cerdo en una hielera con un mensaje presuntamente de amenazas que aparece en una de las casas de campaña de Octavio Pedroza Gaitán rebasa los límites de la efervescencia electoral. Exhibe un acaloramiento de los ánimos impropio de “adversarios de distintas opciones políticas que están buscando un planteamiento a la ciudadanía para renovar los cargos de elección popular”.

Si, como dijo la diputada Sonia Mendoza en rueda de prensa, se trata de un auto atentado, porque la consta que hacerlos es práctica común en el partido que abandonó el pasado 9 de febrero y del que fue candidata a gobernadora hace seis años, o se trata de una amenaza real, el efecto es el mismo: un acaloramiento de los ánimos que presagia riesgos.

Un acaloramiento que detona confesiones como la de Mendoza, pero también posturas tan contradictorias como la de Ricardo Gallardo Cardona, quien 16 minutos después de que Octavio Pedroza denunció en Twitter el caso de la hielera se sumó por esa misma vía a exigir el esclarecimiento del hecho porque “¡La inseguridad en San Luis Potosí ha alcanzado a TODOS!”.

Una postura que contrasta con la que expresó la noche de este jueves en el programa Código 7, en el que hizo mofa de la denuncia de Pedroza, consideró que podría ser una “hielera con cheves de su última borrachera que las haya dejado” o para vender Bon-Ice cuando terminen las campañas.

“Ya son cosas muy tontas, muy viejas, la gente ya hasta las ve y les da risa. Yo estaba cagado de risa, te lo juro, cuando la vi. Dije ya, bueno, pues invéntense otra cosa”, expresó Gallardo Cardona.

La revelación por parte del senador suplente, Alejandro Rojas Díaz Durán, sin ser la fuente más indicada para hacerlo, sobre el aseguramiento de cuentas bancarias a la familia Gallardo es una variante más de ese acaloramiento de los ánimos que en este caso echa mano de información que puede ser real, pero el contexto de sacar ventaja electorera la pone en duda.

Un uso electorero de información delicada cuyas consecuencias tendrían que verse en los próximos días pero que, al convertirla en instrumento de politiquería, la saca del ámbito penal en el que debe dirimirse y abre la oportunidad de que, para Gallardo Cardona, su vieja y persistente estrategia de argumentar guerra sucia refuerce su condición de escudo de impunidad.

“Nos atacan y nos dicen que nosotros somos los malos, que nosotros nos comemos vivos a los niños, que somos un peligro para San Luis Potosí, cuando ellos son los asesinos, ellos son los ladrones de cuello blanco y corbata”, respondió Gallardo Cardona en Código 7.

Durante los próximos siete días las campañas entrarán en una vorágine de desinformación poco útil para un voto razonado que, en cambio, podría caldear los ánimos de tal forma que, tras 83 días de una exhibición de su nula vocación democrática y de respeto a la ciudadanía, los puede colocar en una posición de que si no gano, arrebato.

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