María Ruiz
El Centro Histórico de San Luis Potosí ha vuelto a vestirse de luces, colores y un ambiente festivo que parece envolver a quienes lo visitan. La arcada iluminada y el majestuoso pino navideño, cubierto por un velo de luces titilantes, no solo adornan el paisaje urbano, sino que se han convertido en el telón de fondo perfecto para fotografías familiares y retratos navideños que capturan momentos únicos.
En cada esquina, jóvenes fotógrafos emprendedores han encontrado una oportunidad para ofrecer sus servicios. Con equipos modestos pero una creatividad desbordante, logran capturar la esencia de la temporada en cada disparo. Sin embargo, sus tarifas, muchas veces simbólicas, no siempre reflejan el esfuerzo detrás de cada imagen. Aun así, la pasión por su trabajo y la satisfacción de sus clientes parecen ser recompensa suficiente.
Las familias llegan con niños emocionados, vestidos con suéteres rojos y gorros de Santa Claus. Los padres los sostienen de la mano mientras buscan el mejor ángulo para una foto que, probablemente, se convertirá en la postal decembrina de este año. Entre risas y voces emocionadas, el ambiente festivo parece borrar, aunque sea por un instante, las preocupaciones cotidianas.
Pero más allá de las luces y los adornos, el Centro Histórico también es un espejo de la realidad que enfrentan muchas familias potosinas. En estas fechas, la falta de recursos limita las opciones de esparcimiento para muchos, y este espectáculo gratuito se convierte en una valiosa alternativa para salir de casa y disfrutar un momento especial.
Una señora, al ser entrevistada, reflexionó sobre la fragilidad de los valores en nuestra sociedad. Recordó un caso reciente donde un taxista robó los regalos navideños de una madre que viajaba con su hija. “Hay muchas familias que no tienen, pero eso no justifica que se tomen lo que no es suyo. Al final, lo más valioso es tenernos los unos a los otros, sanos y unidos”, expresó con firmeza.
Por otro lado, un señor de edad avanzada, acompañado de sus nietos, compartió su perspectiva. Para él, estas visitas al Centro Histórico son un refugio, un respiro frente a las noticias diarias sobre robos y delincuencia.
“Hay que enseñarles a los más jóvenes que el verdadero valor no está en las cosas materiales, sino en estos momentos, en estar juntos, disfrutar de una charla, una caminata y sentirse agradecidos por lo que tenemos”, comentó con una sonrisa serena.
Y así, entre luces centelleantes, cámaras que capturan la magia de cada sonrisa y reflexiones profundas que contrastan con el brillo navideño, el Centro Histórico se convierte no solo en un espacio de celebración, sino también en un lugar para valorar lo esencial: la familia, la unión y la esperanza de un mañana mejor.
San Luis Potosí brilla, y no solo por sus adornos, sino por las historias que sus calles iluminadas guardan en esta temporada decembrina.