Luis murió y la CEEAV nunca le reparó el daño

Carlos Rubio
Luis esperó acostado en una cama durante casi seis años a que la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas (CEEAV) le reparara el daño ocasionado en 2014 por un accidente derivado de una negligencia en el parque acuático Splash del Parque Tangamanga. La reparación del daño nunca llegó y el pasado 28 de abril falleció. Aunque Luis ya no está, el recuerdo de unas autoridades ineficientes perdurará para siempre.

Desde el 6 de junio de 2014, Luis quedó confinado a una silla de ruedas, una cama y el total cuidado de su madre, debido a que accidentalmente cayó inconsciente en una alberca del Splash y al no haber salvavidas ni cuerpo médico, permaneció durante 18 minutos bajo el agua y al menos otros 15 minutos sin recibir ninguna asistencia médica.

Luis era víctima directa del Estado y su madre fue registrada como víctima indirecta debido a todo lo que tuvo que dejar atrás para hacerse cargo las 24 horas de su hijo. Ella peleó hasta el último de sus días para que Luis tuviera todo lo necesario para tener una vida digna; desafortunadamente, el único obstáculo que se le presentó durante todo este tiempo fue la propia CEEAV.

A pesar de las complicaciones que Luis tenía casi diariamente, resistió a cada una de ellas, pero perdió la batalla durante la última vez que fue ingresado al hospital, donde estuvo durante más de un mes. Estaba a punto de ser dado de alta cuando ocurrió.
“Me fueron a avisar a las cinco y cuarto de la mañana; bajó la enfermera a decirme que Luis había caído en paro (…) Me quedé en shock; tranquila, porque de alguna manera creo que en días previos ya me había preparado, no puedo explicar de qué manera”.

En el 2015, la madre de Luis llegó a un convenio con diversas dependencias de Gobierno, entre las que destacan: la Subsecretaría de Gobernación, la Dirección General de Servicios de la Salud, la Secretaría de Educación, la Comisión Estatal de Derechos Humanos y el entonces llamado Centro de Atención a Víctimas del Delito ahora CEEAV. En dicho convenio, las instituciones le otorgaban diversos apoyos a Luis y a su madre, algunos serían permanentes, otros momentáneos, no obstante las necesidades del joven incrementaron con el paso de los años y el convenio se volvería obsoleto.

Debido a que la salud de Luis no era estable y tenía recaídas que volvían más grande la necesidad de apoyos, en el 2018 la madre de Luis solicitó la revisión de la minuta firmada por múltiples autoridades; la CEEAV nunca accedió a dicha revisión y a Luis le continuaron dando el mismo apoyo durante casi seis años, aunado a que su salud se fue deteriorando notablemente.

Durante estos años, la madre de Luis persistió de manera constante para que la CEEAV le entregara los insumos necesarios para que el joven pudiera sobrellevar su vida; medicamentos, material de curación y alimentación especial, eran sólo algunas de las cosas que Luis requería diariamente, además del pago de servicios esenciales de luz, agua y gas en su hogar. Aún así, la CEEAV únicamente le otorgó a Luis apoyo suficiente durante algunos meses, luego se limitó a darle sólo medicamento.

En alguna ocasión le mencionaron a la madre de Luis que el caso de su hijo rebasaba completamente a la CEEAV en cuanto a presupuesto, razón por la cual no era posible darle todo el apoyo que necesitaba y repararle el daño íntegramente, no obstante dicha situación se encuentra prevista en la Ley de Atención a Víctimas para el Estado de San Luis Potosí:

En el octavo párrafo del articulo 8, la Ley menciona que “en caso de que La Comisión Ejecutiva Estatal no cuente con disponibilidad de recursos para otorgar medidas de ayuda inmediata, podrá solicitar a la Comisión Ejecutiva Federal por escrito y con cargo al Fondo Federal, cubrir los gastos…”.

Como ayuda, a la madre de Luis se le otorgó una plaza en el Parque Tangamanga de donde obtiene un salario quincenal que varía entre los ocho y los 13 mil pesos, sin embargo nunca fue suficiente para solventar todos los gastos de su hijo, ya que había ocasiones en que debía pagar recibos de luz por hasta cuatro mil pesos, además de renta y todo lo necesario para que ella también pudiera subsistir.

“Tengo deudas de cerca de 150 mil pesos, entre prestamos, adeudos de teléfono, adeudos de renta, adeudos con médicos que atendieron a Luis de manera particular, con terapistas, mis adeudos sí son bastantes (…) El apoyo nunca fue suficiente”.

– ¿Cómo se siente respecto a que nunca se le reparó el daño a Luis?

– Me causa una gran decepción por parte de las instituciones que estaban involucradas en esto, porque yo iba con una necesidad, me la solucionaban y con eso creían que yo me iba a quedar quieta por un tiempo (…) Cuando el licenciado Jorge Vega llega a la comisión de víctimas, tuve la esperanza de que la reparación de daño para Luis tuviera una resolución pronta, porque él venía de la Comisión de Derechos Humanos y estaba en conocimiento también.

Cabe destacar que cuando ocurrió el accidente de Luis, como parte de un viaje escolar, el secretario de Educación de San Luis Potosí era el actual gobernador del Estado, Juan Manuel Carreras López, quien nunca se reunió a dialogar con la madre del muchacho.

Ahora la incertidumbre invade a la madre de Luis, porque no sabe qué ocurrirá con el caso al interior de la CEEAV; ella mantiene enormes deudas y dejó atrás la vida y proyectos que había formado para dedicarse completamente a su hijo. “Luis ya no está, ¿y ahora qué sigue? ¿Le van a dar carpetazo al asunto? ¿Se va a quedar en el Ministerio Público el expediente también abierto y no van a hacer nada?”.

“Yo hasta ahorita pienso que la Comisión nunca le dio la importancia debida, nunca se ocupó realmente de solucionar el asunto y solamente lo que hicieron fue ponerle curitas a la situación, tal vez esperando esto que pasó, que Luis ya no estuviera”.

– ¿Luis y usted terminaron siendo víctimas de la propia CEEAV?

– Pues sí, se puede decir que sí, se puede decir que esa cuestión de seguir yendo y estarles pidiendo y estar de repente recibiendo negativas en algunos asuntos, es de una manera estarte revictimizando, porque te quedas tú, ‘ah caray y entonces si ellos no me pueden solucionar, ¿quién me va a solucionar? ¿Para dónde camino? ¿Para dónde corro?’.

El caso sigue estancado en el Ministerio Público, en espera de que se determine un culpable por el accidente del Luis, pero casi seis años después, no han podido hacerlo. La madre de Luis seguirá peleando por la reparación del daño que su hijo se merecía y el Estado no quiso darle.

“Si van a esperar a que yo me muera también para darme una resolución, pues también tengo hijos que lo pueden seguir peleando, pero no se trata de eso, se trata de que, en su momento, debieron de haberse ocupado por Luis”.

Luis se liberó de su cama y del concentrador que le brindaba oxigeno durante todo el día. Despertó del sueño etéreo en el que se había sumergido y disfrutará de la infancia que le fue arrebatada. Puede continuar la vida que dejó pausada a los 13 años, pero desde otro lugar, aquel donde alcanzará a tocar la última hoja del árbol más alto.

“Yo siempre le decía a él que era una mariposa metida en un capullo, revoloteando sin saber qué hacer (…) Ahora que ya no está aquí, yo me despedí de él diciendo que ahora sí ya se había roto su capullo y podía volar libremente. Así es de que estoy segura de que ahorita corre, grita, se ríe y anda detrás de una pelota, porque ese era su máximo, el futbol.

–Buen viaje, Luis.

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