Badiraguato, Sinaloa (11 de enero de 2016).- México y Estados Unidos están celebrando la recaptura de Joaquín El Chapo Guzmán, el capo del narcotráfico más buscado del mundo, pero en los pueblos y ranchos de las remotas montañas del norte mexicano donde nació, se percibe una mezcla de luto y temor.
En la sierra del noroccidental estado de Sinaloa, donde se cultiva amapola y mariguana desde hace décadas, muchos ven a Guzmán como un Robin Hood de nuevo cuño que creó empleos para los pobres y combatió incursiones de pandillas rivales.
Guzmán construyó el más poderoso cártel del narcotráfico en el mundo y escapó dos veces de cárceles mexicanas en los últimos 15 años, convirtiéndose en un modelo para nuevas generaciones de traficantes y sicarios.
“Él es como una leyenda”, dijo Jesús Ramos, un albañil de 19 años, sentado en la plaza central de Badiraguato, el pueblo natal de El Chapo. “Esto es tierra de él”, añadió.
Además de darle trabajo a los granjeros para que cultivaran drogas en los valles cercanos, se dice que Guzmán también pagó por obras públicas y regaló juguetes a los niños.
“Ayuda más que el Gobierno. Ayudaba (…), ya se cayó”, agregó Ramos.
Guzmán fue recapturado el viernes en la noroccidental ciudad de Los Mochis, tras un sangriento tiroteo entre sus hombres y las fuerzas de seguridad, seis meses después de haber escapado de una cárcel de máxima seguridad por un túnel desde su celda.
Su decisión de entrevistarse en secreto con la estrella de cine Sean Penn en medio de la jungla el año pasado ayudó a su captura, pues según fuentes el Gobierno les siguió la pista.
“Fue algo inesperado. Se pensaba que lo iban a matar antes de que lo agarraran”, dijo Gilberto Cárdenas, un vendedor de verduras de 51 años en Badiraguato.
La fuga de Guzmán en julio dejó en ridículo al Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, y fuentes gubernamentales han dicho a Reuters que México quiere extraditarlo a Estados Unidos para evitar una nueva fuga.
Los pobladores de Badiraguato creen que ahora sí se lo llevarán.
“Probablemente lo extraditan por allá. Va a tener un impacto económico, él ayudaba a mucha gente”, añadió Cárdenas mientras pesaba aguacates para un comprador.
El alcalde del pueblo ha estimado que cerca de la mitad de la población de Badiraguato vive directa o indirectamente del tráfico de drogas. Sicarios de Guzmán, que patrullan la zona en motos de cuatro ruedas, les dan radios y semillas.
“Mucha gente trabaja con él y ya no van a tener dinero”, dijo Viridiana Avilés, una vendedora de artículos de belleza. “Hasta nosotros que no trabajábamos con él dijimos ‘qué mala onda'”.
Guzmán se hizo célebre por usar túneles para llevar toneladas de drogas a Estados Unidos, y por mantener rutas de escape subterráneas en las casas de seguridad donde se quedaba.
Tras su captura, fue enviado de vuelta a la prisión de la que escapó el año pasado por el túnel de más de un kilómetro que sus ingenieros -que según la entrevista de Penn tomaron cursos de especialización en Alemania- cavaron hasta su celda.
“Está cavando otro túnel ahora”, dijo Guadalupe Medina, riendo, mientras servía comida en un restaurante del pueblo.
Algunos temen que su arresto y eventual extradición pueda abrir la puerta a que otros cárteles tomen el territorio.
“Va a haber menos seguridad (…), si debilitan al cártel la otra gente se va a querer meter”, dijo Alberto Alvarado, de 20 años. “Él es un buen jefe, cuida al pueblo. Aquí no está permitido el secuestro, ni las extorsiones, ni el robo”.
Fuente: La Jornada.