Por Victoriano Martínez
Hoy inicia formalmente la LXIII Legislatura con la sesión solemne de apertura del primer periodo ordinario de sesiones del primer año de ejercicio legislativo.
A diferencia de los diputados a quienes vienen a suplir, los de esta Legislatura llegan con más señales de uniformidad con presagio de sumisión al Ejecutivo, en caso de confirmarse la validez de la elección de gobernador por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
A diferencia de hace tres años, cuando el grupo parlamentario más numeroso, al llegar como coalición Juntos Haremos Historia, comenzó dividido, hoy la coalición que se frustró en precampañas y campañas llega restablecida y tan cohesionada que anuncia una alianza para apoyar las iniciativas del hoy gobernador electo Ricardo Gallardo Cardona.
“Si a nuestro gobernador electo le va bien, le va a ir bien a los potosinos”, comentó Cuauhtli Badillo Moreno, el diputado por MORENA, el partido cuyos militantes locales abortaron la coalición el 11 de noviembre pasado al grito de “no vamos a permitir que impongan un cabrón que es narcotraficante”.
Si algo generó la LXII Legislatura, que hoy ya no está, fueron expectativas de que reivindicaría la imagen del Poder Legislativo tras ser quienes sustituirían a los integrantes de la Legislatura de la ecuación corrupta.
Hoy, la LXIII Legislatura llega tan cohesionada que seguramente superará a la que termina, sobre la que nunca se pensó que llegara a ser tan sumisa al Ejecutivo. La alianza que anuncian la mayoría simple de los nuevos diputados no deja duda sobre su docilidad para atender las instrucciones que les lleguen desde el Palacio de Gobierno.
El reparto de las comisiones y de los principales cargos administrativos fue el espacio en el que la LXII Legislatura dio sus primeras malas señales que la encaminaban a convertirse en peor que la anterior.
De tal modo se dio la disputa que los diputados de Juntos Haremos Historia fueron chamaqueados, al grado de que nunca ocuparon la presidencia de la Directiva, como tendría que haber sido conforme a la Ley Orgánica del Poder Legislativo.
Sobre la Legislatura que comienza aún queda por ver la forma en que resolverán las comisiones y los cardos administrativos. Lo visto hasta ahora deja poco espacio de dudas sobre la existencia de un reparto de cuotas que no la distinguirá de las anteriores.
A partir de la primera sesión ordinaria se podrá perfilar la expectativa que generarán sobre el trabajo legislativo, que es la función que los define.
En el aspecto legislativo y de logro de acuerdos, los diputados que se fueron se caracterizaron por una mediocridad que se tradujo en lo que en el propio Congreso del Estado conocen como diarrea legislativa o iniciativitis, una práctica de llevar propuestas al pleno –así sean ridículas– con tal de inflar estadísticas con fines de presunción.
En el caso de iniciativas legislativas, la LXII Legislatura tramitó mil 682, un 11.24 por ciento más que las mil 512 de la LXI Legislatura y un 96.27 por ciento más que las 857 de la LX Legislatura.
Proporcionalmente, en seis indicadores comparables con el desempeño de sus antecesoras con relación al estado en que dejan las mil 682 iniciativas turnadas a comisiones, en tres aparecen con un desempeño adverso, en tanto que en ninguno de los otros tres figuran como la que mejor se haya desempeñado entre las tres Legislaturas más recientes.
En el caso de las propuestas de puntos de acuerdo, los diputados de la LXII Legislatura presentaron 246, un 32.42 por ciento menos que los 364 de la LXI Legislatura y un 61.84 por ciento más que los 152 puntos de acuerdo de la LX Legislatura.
En los cinco indicadores comparables con el desempeño de sus antecesoras con relación al estado en que dejan los 246 puntos de acuerdo propuestos, en uno aparecen con un desempeño adverso, en tanto que en ninguno de los otros cuatro lograron un mejor desempeño entre las tres Legislaturas más recientes.
Se va una Legislatura que en su principal función –legislar– y su capacidad para lograr acuerdos –puntos de acuerdo– se movió entre la mediocridad y un peor desempeño contra alguna de las dos Legislaturas que le precedieron.
Llega una Legislatura que, desde sus primeras señales previas a asumir el cargo, anuncia una mayoría uniforme, pero no para un desempeño propio de un poder que debe ser contrapeso, sino para potenciar la sumisión al Poder Ejecutivo que, de por sí, las tres anteriores exhibieron de manera vergonzosa.