Por: Eduardo Delgado.
“¡Que mamón!”, fue el epíteto “aprobado” este lunes, de manera unánime, para el legislador perredista Jorge A. Escudero Villa, enseguida de que sus compañeros escucharon su pronunciamiento al momento que rindió protesta como “coordinador” de la fracción del Partido de la Revolución Democrática. “¡Sí, protesto con gallardía!”.
El calificativo, en diputados con vocabulario arrabalero, como la priísta Rosama Huerta Valdez, resonó inusual en la sala de plenos del Poder Legislativo, pero no extraño.
Lo raro, para ese instante, fue que ya no quedaba ni una butaca ocupada por ninguna de las más de cien personas –la mayoría mujeres- que de “manera voluntaria” acudieron con pancartas, blusas o playeras en color amarrillo, en apoyo al “líder Escudero”.
Incluso al momento que este pasó a rendir protesta, algunos compañeros hicieron notar la ausencia de sus “fans”, que no se retiraron sin antes reportarle su, nombre y domicilio, a una mujer de blusa verde que escribió sus datos en una libreta. Al más fiel estilo de cualquiera de las organizaciones sociales que lucran, perdón luchan, por los pobres.
El discurso del depuesto coordinador de la fracción del partido del sol azteca, Francisco Martínez Ibarra, fue tan sólo un acto de la reafirmación de su “amorío” con Escudero Villa. “Entre los dos no hay nada personal”, precisó.
“La muestra de un hombre está en cumplir sus compromisos, su responsabilidades y su palabra”, planteo de inició y aquello parecía encaminado a la revelación de una relación entre ambos.
Tras ello formuló, desde la tribuna legislativa, “una serie de comentarios” respecto del designio de la presidenta del Comité Ejecutivo Estatal del PRD, Erika Irasema Briones Pérez, ex regidora en Soledad de Graciano Sánchez y futura legisladora federal.
Con la gallardía de un legislador serio y responsable, Martínez Ibarra rehusó convertir la última sesión ordinaria de la LX Legislatura Local “en un espectáculo”, lo que entre reporteros produjo la clásica exclamación de ternura: “¡Aaaaaaaa!”.
Porque, añadió, “la gente se encuentra harta de insultos, de golpes bajos y guerras interminables”, sustentó como preludio a otra especie de declaración de amorío entre perredistas: “El diputado Jorge y yo podemos tener diferencias de visión política, pero no personales”, subrayó.
“Creo que hemos sido, somos y seremos amigos”, añadió. Alguien del público acotó: “forever”. “No quiero ni pretendo alargar el proceso; prefiero cumplir mi palabra”, añadió Martínez Ibarra.
“No deseo ni quiero una coordinación fracturada, de un partido fracturado. No quiero pugnas internas…los hermanos, como nosotros, no se ofenden”, enfatizó. Aquello ya parecía perfilarse a la revelación de un incesto.
Al fin y al cabo, señalo, sólo les restan dos meses y medio en el cargo y lo más conveniente, opinó, es que ambos “transitemos los dos juntos” durante ese lapso.
La postura de Martínez Ibarra no le ganó ningún epíteto, como a su coordinador, a quien hubo quien más de uno le habría recomendado salir de inmediato del recinto legislativo y buscar la farmacia más cercana, para adquirir unas mamilas Curity o Evenflo, o bien un preservativo de su sabor predilecto.